CAPÍTULO 10

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Bien. Les tomó dos horas llegar y cuando por fin lo hicieron, el cielo nocturno comenzaba a cobijarlos. El lugar, aunque pequeño, estaba atestado de personas. Muchas de ellas ya se encontraban ebrias.

El taller de Raphael.

Alec les había dicho a los amigos de Magnus y al mismo chico, que Raphael estaba cumpliendo años y que, contra su voluntad, su hermana le había organizado un pequeño agasajo, aunque claro, con Isabelle aquello no tenía nada de pequeño. Chicos del instituto y algunos clientes comunes de Raphael se encontraban tomando cerveza, bailando y algunos dándose lote en los rincones oscuros del taller.

El celebrado se encontraba hablando junto con Jace e Isabelle, pero cuando miró el auto de Magnus ser aparcado a un lado, sonrió abiertamente.

- ¡Alec, Magnus, vinieron! –dijo notablemente aliviado de ver a los chicos ahí. Luego frunció el ceño mirando al ojiazul–. ¿Qué onda con tu ropa de niño pijo?

-Jamás te fallaría, lo sabes –Alec abrazó rápidamente a Raphael ignorando su pregunta–. Feliz cumpleaños.

-Feliz cumpleaños Rapha –dijo Magnus emocionado y lo abrazó con fuerza.

Raphael se quejó aunque su sonrisa era grande.

-Gracias chicos, que bueno que están aquí –cuando miró a Ragnor bajar del vehículo, aquella sonrisa desapareció–. No eres bienvenido aquí –espetó Raphael una vez tuvo a Ragnor en frente.

Las mejillas de Ragnor se sonrojaron levemente y Magnus miró a Raphael con reproche.

-Ey Rapha, sé que Ragnor se comportó... bueno, como un idiota –empezó y soltó una risita cuando el mencionado le dio un fuerte codazo en el costado–. Pero –añadió rápidamente–. En serio lo lamenta y...

- ¿Por qué no lo dejas hablar a él? –Lo interrumpió Raphael mientras miraba con dureza a Ragnor, quien miró avergonzado al chico.

-Yo... en serio lo lamento... sé que no debí hablarle así a Magnus, es como mi hermano. Lo amo –afirmó y su mejor amigo lo miró con ternura–. Fui un idiota y en serio lo lamento... y no creo que tu taller sea un basurero –dijo mirando el lugar–. Es lindo en realidad... y tú eres el mejor mecánico que he conocido... espero que me sigas ayudando con mis autos –musitó suavemente–. Y que me perdones por cómo me comporté.

Raphael seguía mirando a Ragnor con dureza y sin decir nada, se giró bruscamente para desaparecer por la multitud. El chico de cabellos verdes parecía realmente afligido y miró con desesperación a Magnus, quien le dio una mirada lastimera, pero antes de que pudiera decir algo, Raphael volvió a aparecer, esta vez con una lata de cerveza en la mano, que le tendió a Ragnor.

Welcome to the Real World #Watys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora