CAPITULO 6

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La mañana está soleada. Si bien últimamente no me despierto de buen humor, hoy me siento descansada. Me siento alegre. Habré soñado algo lindo, porque si recuerdo a Nicolás ya me tensiono de nuevo. 

¿Será que nuestra relación se está desmoronando poco a poco ante nuestras narices? ¿Quiero que se desmorone? Sinceramente, no lo sé. Sé que en una relación hay que estar en las buenas y en las malas, tal vez tengo que esforzarme un poco más e intentar recomponer las cosas.

Los ojos oscuros de Jeremías se aparecen ante mí. Sacudo la cabeza para que la ilusión se desvanezca. Jeremías es un sueño, no es algo que esté a mi alcance. 

¡Lucha por lo que tienes Emma! 

Levanto la vista y esos ojos siguen ante mí. Oh, es que estoy en la oficina... No recuerdo ni cómo llegué.

-¡Buen día! – esbozo una sonrisa.

-¡Buen día! – pasa a mi lado casi sin mirarme.

En menos de un segundo el mal humor se apodera de mi cuerpo. Idiota. Idiota. Idiota. Mi estado de ánimo no puede depender de un hombre. Ni de Jeremías, ni de Nicolás. ¡Odio su comportamiento! Estuvimos juntos en su coche, compartiendo el mismo aire, sintiendo la misma tensión latente en el ambiente, y encima se atreve a ignorarme olímpicamente.

-¡Hola Em! – Saluda Chloe – Estoy ansiosa por esta noche, espero avanzar en algo – observa de soslayo a Jimmy.

-¿Qué hay esta noche?

-Tenemos el after ¿recuerdas? – Frunzo el ceño sin saber de qué me está hablando – Ayer dijimos de ir a un bar a la salida del trabajo.

-Oh, lo había olvidado por completo.

Me miro la ropa. No estoy mal vestida, pero si hubiese recordado que íbamos a un bar quizás optaba por una blusa un poco más arreglada o atrevida.

¿Debería avisarle a Nicolás? Él ni siquiera se dignó a enviarme un mensaje anoche. Colgamos el teléfono y no le importó arreglar las cosas entre nosotros. Seguramente siguió en la suya, con sus amigos, riendo por estupideces e inventando nuevas letras y ritmos para futuras nuevas canciones. ¿Y Emma? ¡Emma qué importa! Si cuando vuelve a aparecer ella está dispuesta a perdonar todo, a mimarlo, a atenderlo, a satisfacerlo. 

Tengo que empezar a valorarme más y hacer que me valoren.

-¿Tu novio te ha autorizado? – David levanta la cabeza de su computadora.

-No necesito autorización – entrecierro los ojos.

-Veo que en el paraíso tenemos problemas. Si me necesitas, aquí estoy nena – Me guiña un ojo haciéndose el galán.

-Cállate idiota.

-Sabes que tengo mucha experiencia en el terreno... - se pone de pie y rodea la mesa hasta llegar a mi lado. Con un dedo recorre mi brazo izquierdo. Alzo la barbilla para observarlo con desdén.

-Quita ese dedo de ahí David. ¿Qué crees que haces?

¿Qué le ocurre a este imbécil? Siempre ha sido un poco bobo, pero hoy está más descarado. ¿Quién le dio confianza como para ponerme un dedo encima? Tal vez el problema soy yo, mi mal humor hace que esté infumable para los demás. Tiene que ser eso, no puede ser que no tolere a nadie.

-Es una broma nena, tampoco te pongas así. ¡Relájate un poco! – se rasca el cuello un poco avergonzado y vuelve a su sitio.

Era una broma... Ahora me siento un poco culpable. He sido grosera con él, cuando lo único que intentaba era sacarme una sonrisa. Igualmente, podría haber tenido un poco más de tacto. ¡No me puede tocar así en el trabajo! Ni en ningún otro lugar. ¿En qué momento se le cruzó por la cabeza acariciarme con esa lascivia latente? Broma o no, sus ojos me miran con demasiado deseo. Lo intuyo, y sé que estoy en lo cierto.

Muñeca del Destino [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora