CAPITULO 9

937 114 166
                                    

Me quedo dormida llorando. Una hora entera llorando y llorando. Es increíble la capacidad que tiene mi cuerpo para producir tantas lágrimas.

Atravieso el umbral de la oficina y un carraspeo a mis espaldas hace que me gire. Gustavo Senta, esa persona que se ganó mi odio con tanto fervor, me escudriña con sus ojos de zorro y con una sonrisa astuta que me provoca escalofríos. Se acerca demasiado a mi rostro. Puedo sentir su aliento asqueroso golpeando mi piel.

-¿Con qué cara te presentas? – Pregunta con su voz aflautada - ¿Con qué cara te presentas? ¿Con qué cara? Debería darte vergüenza aparecerte por aquí.

-Debo venir a trabajar. ¿Qué quieres que haga? No voy a dejar de venir solo por el entredicho que tuvimos en la reunión. – Murmuro con una presión aplastante en el pecho.

-No tienes que venir – aparece el hombre barrigón que fue el primero en atacarme durante mi presentación – El puesto te queda muy grande. Eres una inútil, has demostrado que no sabes nada.

-¿Por qué me hablas así? Por favor, no me faltes el respeto. Lo que dices no es verdad – mi voz se quiebra.

Los ojos me empiezan a arder. ¡Por favor, de nuevo no! 

Emma, me prometiste que no ibas a permitir que te vuelvan a humillar en el trabajo. Es que no sé cómo reaccionar, o lloro o me abalanzo sobre ellos para molerlos a golpes. Esta segunda opción es inviable, perdería mi trabajo si actúo de una forma tan irracional. Además, todos pensarían que estoy loca.

-El señor Jeremías Zret está muy avergonzado por tu comportamiento, lo has decepcionado – apoya las manos en su barriga riéndose con la boca tan abierta que hasta puedo ver la campanilla de su garganta. Es una imagen totalmente grotesca.

-¿Jeremías ha dicho eso? – pregunto por lo bajo.

-Por su puesto Emma – afirma esa voz que me tiene hechizada alargando cada letra de mi nombre, sólo que esta vez conlleva una carga de burla, de goce por la humillación que me está propinando. ¿Dónde quedó el tono melodioso con el que pronunciaba mi nombre? -Estoy decepcionado, pensé que eras una chica inteligente. Ahora me doy cuenta de que sólo eres un rostro y un cuerpo bonito, pero de cabeza no tienes nada.

-Pe...pee...peee..pero – es lo único que alcanzo a decir.

Giro sobre mi eje para observar a todos mis colegas riéndose a carcajadas. Sus ojos fijos en mí, sus dedos apuntándome sin disimulo. Empiezo a temblar, aleteo mis pestañas rápidamente en un intento de evitar que mis ojos se pongan acuosos. Sin poder controlarlo me quiebro nuevamente. 

Lloro desconsoladamente ahogándome en mis propias lágrimas y corro, corro sin rumbo ni dirección, corro para escapar, para protegerme de tanto maltrato. No puedo respirar. Mi pecho sube y baja agitado. Todo me da vueltas. La garganta se me cierra. Hago un esfuerzo sobrehumano para que el oxígeno llegue a mis venas, sin éxito. ¡No puedo respirar! ¡No puedo!


Un grito me despierta. Mi propio grito. Fue sólo una pesadilla. 

Me incorporo en la cama reconociendo mi habitación en penumbras. Paso las manos por mi rostro para terminar de despertar. Encuentro lágrimas recientes. Estuve llorando dormida. La almohada está empapada en transpiración. 

Me tomo un minuto para terminar de despabilarme y calmar mi agitada respiración. Agarro el celular para ver la hora; las 22:30 pm. 

Nick aún no apareció.

Me pongo de pie para ir a la cocina y buscar una aspirina que alivie las punzadas que atraviesan mi cerebro. La trago con un buen sorbo de agua helada. Arrastro mis pesados pies hasta el sillón mullido que reposa en el living y que me invita a hundirme en sus almohadones. Con una manta cubro mis piernas y me distraigo con mi móvil. 

Muñeca del Destino [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora