CAPITULO 30

664 75 151
                                    

Salí tarde de la oficina. Amelia se comportó como una perra insoportable durante todo el día. Me pidió rehacer un informe reiteradas veces. O era muy extenso, o muy corto, o tenía muchas cifras, o muy pocas, no se decidía con la información que quería ver reflejada. Mis compañeros se fueron hace más de dos horas, yo recién salgo libre de estas cuatro paredes. Pensar que aún debo esperar el autobús y viajar una hora, me enfurece. No veo la hora de renunciar y dedicarme de lleno a formarme como agente, cuando ocurra no importa la cantidad de horas que tenga que trabajar ya que la importancia de mis tareas compensaría el sacrificio.

Mientras recorro las pocas cuadras que me separan de la parada, busco con la vista la presencia de mi gigante guardaespaldas. La oscuridad ganó el cielo y no logro divisarlo. Quizás le puedo pedir un aventón y ahorrarme el viajecito tedioso hasta mi departamento. Sacudo el móvil en mi mano sopesando esa alternativa. No es lo correcto. Se supone que nadie tiene que estar enterado de que ando protegida, podría arriesgar el plan. Me siento extrañamente sola en la calle, es como si Matías no estuviese conmigo. Registro con la vista el parque a mi lado, no consigo distinguirlo. Una brisa fría me pone la piel de gallina, mi percepción me pone en estado de alerta. Este silencio es anormal...

Aprieto el paso y miro de reojo a todas partes, parezco paranoica. Es difícil ser consciente de que algún criminal, tal vez, me esté acechando. Abro bien los ojos para captar cualquier movimiento sospechoso. Aún no llegó el día que venimos planeando, nada puede ocurrirme. Intento tranquilizarme. Matías debe estar cerca...

Emma: ¿Dónde estás?

Le envío un mensaje. Escondo el celular en mi bolsillo, mis manos comienzan a transpirar. No contesta... ¡No contesta! Escucho pasos detrás de mí, no quiero voltear. El miedo se está apoderando de mi cuerpo, mi respiración se agita. El ruido del motor de un coche me sobresalta, algo no anda bien. Tomo el móvil nuevamente y le marco. ¡No atiende! Intento con el número de Jeremías, mismo resultado. Le marco a Boris. Atiende por favor, por favor, dijiste que me protegerías... Directo al buzón de voz.

-¡Boris! ¡Maldición! Atiende el maldito teléfono... Dijiste que estarías conmigo, Matías no está, estoy segura de que me están siguiendo... ¡Por favor, atiende! No sé qué hacer... Aún no es el momento - la voz me sale temblorosa, aterrada.

Escucho más pasos cerca, son por lo menos tres personas, los percibo sobre mis talones. La adrenalina empieza a correr por mis venas, todo en mi cuerpo se despierta con atención absoluta. Quiero dominar mi respiración como me enseñaron, así podré estar cien por ciento presente y consciente en un supuesto enfrentamiento. Las manos me tiemblan, agarro mis llaves con torpeza, es lo único que tengo y que me serviría como arma. No me queda otra que afrontar la situación. ¡Estoy lista! De repente me giro...

Todo se apaga, negrura total.


Abro los ojos lentamente intentando que el mareo, que está haciendo que todo gire, cese. Un dolor intenso en el pómulo derecho me estremece. Mi cerebro envía una señal a mi mano para que palpe la zona, pero algo impide que cumpla con la orden. Estoy atada... Parpadeo varias veces para adaptar mi vista a la oscuridad. Adivino que estoy en un cuartucho bastante pequeño sobre un estropeado colchón que encima despide un hedor repulsivo. Mis manos están atadas, mis tobillos también. Me han secuestrado...

-Esto no puede estar sucediendo – lloriqueo – Algo tiene que haber salido mal, no era el momento...

¿Sabrán que he desaparecido? ¿Notarán mi ausencia? ¿Dónde estaba Matías? Se supone que sería mi sombra... ¿Qué tan grave es mi situación? ¿Estaré con ellos, con los que me tienen marcada? Eso significa que descubrieron nuestros planes, descubrieron que Jeremías los traicionó y que trabaja con las fuerzas de seguridad nacional. Si esto es cierto, estoy muerta. Harán conmigo lo mismo que hicieron con Magda, la antigua novia de Jeremías. ¡Nos descubrieron! Me usarán como moneda de cambio, o peor, enviarán partes de mi cuerpo para atemorizar a mi novio. Repaso mentalmente el estado de cada parte de mi cuerpo para corroborar que no me falta nada, que estoy entera; y así es, el único dolor que tengo es en el rostro, supongo que me llevé un buen golpe.

Muñeca del Destino [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora