10. Antes.

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Sam.

—Bienvenido de nuevo al territorio de los Hellhound's— Durke dijo mientras me abría la puerta.

Recordaba el lugar vagamente pero la primera vez que había estado aquí no estaba realmente interesado en la decoración de la casa si no en mantener mi dignidad mientras coqueteaba con hombres grandes que intimidaban con su porte y definitivamente no había esperado terminar coqueteando con "el hombre grande".

Una vez adentro me dediqué a darle un vistazo real.
La casa o lo que esto fuera era un espacio realmente amplio, casi tan grande como una cancha de basquetbol y si mi memoria no fallaba, había un lugar aún más grande detrás, más parecido a una casa que lo que estaba frente a mis ojos.

La decoración se asemejaba a un bar estilo antiguo, habia una barra de madera un poco desprolija pegada al fondo del salón con mucho alcohol a su espalda, era una selección bastante amplia y si disfrutara de beber viviría pegado a la barra como apostaba que los hombres aquí hacían. Había mesas, sillones y taburetes regados aquí y por allá junto con algunas mesas de billar y algunos juegos de casino.
Y hombres, muchos hombres tirados en los sillones, bebiendo, jugando y casi teniendo sexo sobre la barra.

Solo cinco segundos después que Durke y yo entraramos el lugar se hizo un desorden. 
Un real caos mientras los hombres caminaban, corrían o salían de la casa con Spike gritando órdenes a diestra y siniestra, pidiendo o más bien exigiendo que fueran rápidos e hicieran un buen trabajo.
¿Qué les estaba ordenando? No lo sabía, pero la gente iba y venía. 

Las personas aún no habían notado nuestra presencia.

—Uy, Prezi estuvo trabajando duro muchachos— Nine apareció de la nada con Jamie en sus hombros—. Deberías ir a reclamar lo que es tuyo Jay, al parecer el presidente te lo quiere quitar.

Bueno... No estaba preparado para esto.
Quería dar la vuelta y correr.

En el momento en el que los hombres se dieron cuenta que Durke había entrado y no venía solo, todos, absolutamente todos dentro del recinto pararon sus actividades para mirarnos fijamente y gracias a que teníamos las manos tomadas todos los ojos se dirigían a mi, a Durke y a nuestras manos unidas, en ese orden.

Mis mejillas estaban comenzando a acalorarse, contrario a lo que la gente pensaba yo no gozaba de llamar la atención, eso era trabajo de Darrell y si, yo bailaba y la gente me observaba pero arriba del escenario lo disfrutaba, era liberador, lo hacía por mí no por la gente.

—Ey, leoncito— Nine dejó a Jamie en el piso y el niño se acercó corriendo a mí los quince pasos que nos separaban.

—¡Sam!— sus brazos se abrieron esperando un abrazo pero frenó en seco su emoción cuando observó mi mano unida a la del motociclista—. ¿Sam?

—Hola Jay— su ceño de frunció y traté de soltar mi mano pero Durke no lo permitió.

—Sammy ¿Por qué está tomando tu mano?— el niño hizo un puchero sin dejar de mirar hacia nuestras manos.

—Bueno eso es, ya sabes...— la verdad que yo tampoco entendía por qué no me alejaba del agarre.
De alguna manera era reconfortante tenerlo sosteniendo mi mano.

—Sam— el ceño de Jamie se pronunció aún más y sus ojos se oscurecieron—. Tú labio tiene sangre y tu barbilla moretones— Jay me escaneó de arriba a abajo—. Y gasas en tu garganta ¿Qué te pasó?

—Bueno eso es...— realmente no tenía idea de que responder.

—Prometiste que nada lo lastimaría— Jamie volteó hacía Durke y reclamó en un tono demasiado oscuro para su edad.

El Club. (Gay) HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora