9. È una promessa.

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Durke.

Habíamos llegado a la casa que Tyron habia especificado y mi primer instinto había sido buscar las llaves de la puerta, normalmente llevaba conmigo un copia de todas las putas llaves de las propiedades del club pero había decidió dejarlas por cuestiones de seguridad.
No quería que algún bastardo de Moon pudiera tener acceso a todas las propiedades si en un descuido mío perdía el llavero.

Así que había decidido que tiraría la puerta abajo pero Spike me había golpeado y reclamado diciendo que eso era completamente inecesario y que Samuel y los otros que estaban con él podían espantarse.

Quería tirar la estúpida puerta pero Spike insistió en ser "civilizado", y me tenía parado como estúpido frente a la puerta de la casa mientras éste tocaba suavemente.
Nadie escucharía la maldita puerta si tocaba tan bajo maldita sea.

No necesitaba civilidad, necesitaba al colibrí en mis brazos, necesitaba a Samuel en la jodida casa del club, en mi maldito cuarto y mi estúpida cama asegurándome que estuviera bien todos los putos dias.

Los últimos meses habían sido una mierda, realmente jodidos y solo había mantenido mi poca cordura con la risa del piccolo.
Samuel era una cosa esponjosita y follable.
Malditamente caliente pero tan inocente.

Me tenía babeando por él y su precioso culo.
Y ahora estaba metido en esta mierda por su complejo de héroe y por tener a la maldita vecina más hija de perra que el pozo pudiera ofrecer.

La hermana de Redfood era un coño drogadicto pero era un coño inteligente y por más que lo negara y no importaba cuan jodida estaba su cabeza por la mierda que se inyectaba, quería a su hijo pero no estaba seguro que lo amara más que al bastardo padre del niño.

Necesitaba hacerle unas preguntas a Lila.
Jet era el puto vice de Moon, pero el hijo de puta era un codicioso de mierda, ese malnacido tenía planes y mi instinto decía que Lila sabía algo, el puto tuvo que haberle dicho alguna mierda antes de que sacara su cola de rata del club, habían pasado muchos años de ello pero cualquier cosa por más mínima que fuera era buena.

Mis hombres y yo estábamos corriendo en círculos, lo sabía.
El bastardo de Moon había matado a cualquiera pudiera solo para distraernos, algo tenía entre manos ese hijo de perra y aún no podía descubrir que, algunos buenos hermanos habían muerto por el juego diabólico que Moon estaba jugando.

Y el bastardo había creado tensión entre mis hermanos, por eso regresaba a la casa club en Nueva Orleans, necesitábamos una reunión.

Se escucharon ruidos del interior y metí la mano dentro de la chaqueta, tomando la empuñadura de mi arma.
La puerta hizo un poco chirrido y se abrió revelando a Samuel, mis hombros perdieron tensión y caminé directamente al hombre más bajo, mis hermanos sabían manejar la situación así que me concentré en mi hombre y lo abracé.

Probablemente estaba aplicando más fuerza de la necesaria, tenía que controlarme, Samuel estaba herido pero tenerlo conmigo después de esos mensajes tan jodidamente alarmantes se sentía malditamente increíble.

Mio piccolo— no pude evitarlo, besé su frente.
Había estado tan malditamente asustado todo el camino hasta acá que tenerlo entre mis brazos se sentía como la puta gloria.

Lo atraje más fuerte y enterré mi nariz en su cabello, olía jodidamente delicioso y encajábamos perfectamente, su cabeza quedaba en mi pecho y mis brazos eran capaz de cubrirlo.

No noté que tenía un bate en la mano hasta que lo ví caer desde su mano al piso creando un ruido nada agradable pues había quebrado el piso de madera, hice una mueca, la casa si bien era del club no era mía y maldita sea, ahora tenía una grieta en el piso, malditos pisos sensibles que se rompían con un pequeño golpe, me costaría caro arreglar esa mierda.

El Club. (Gay) HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora