𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 11

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Toda su vida siempre le había parecido perfecta; pero de pronto ella apareció arruinando todo su mundo

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Toda su vida siempre le había parecido perfecta; pero de pronto ella apareció arruinando todo su mundo. Sus días habían transcurrido evitando el más mínimo contacto con Milk desde aquella ocasión en la que estuvo a punto de besar a la peliazul; y es que realmente su prometida comenzaba a colmar su paciencia, con sus excesivos reclamos y sus celos enfermizos. Se había convertido en un verdadero fastidio; ahora sólo tenía a Bulma enterrada dentro de todos sus pensamientos e inclusive en su corazón. Su amigo, con quién ferozmente se habían enfrentado en innumerables batallas y quién le había ofrecido su amistad incondicional; ahora su sola presencia le irritaba, los celos lo estaban convirtiendo en una persona diferente a la que antiguamente nunca hubiera pensado en ser. Era más satisfactoria su vida, cuando disfrutaba de los privilegios que está le ofrecía en bandeja de plata; podía darse el lujo de disfrutar el poder de su posición y satisfacer sus deseos carnales con Milk, pero ahora esa mujer no era suficiente para complacerle. Poco a poco sus antiguas metas se iban al demonio, y ¿Por que?...¿Por una mujer?... Necesitaba urgentemente esclarecer el futuro de su vida; no podía perder todo lo que tenía solo por ella; ni siquiera podía decir que la conocía a la perfección... solo se enamoró de su faceta de ángel, sin conocer al demonio que probablemente llevaba por dentro.
El resto de la tarde la paso bajo un árbol, en la completa soledad y el silencio.  Eso era lo que necesitaba, estar solo para poder pensar con claridad. Pero de pronto su calma fue interrumpida por la voz de Goku; sus risas cada vez más cercanas comenzaron por irritar al guerrero y sacarlo de quicio.
Vegeta estaba a punto de gritarle, pero al ver que no estaba solo, se escondió y escuchó atentamente.

– Nunca pensé que sería tan divertido hacer una broma...– Bulma soltó una melodiosa risita. Le habían jugado una broma a un pobre caballero quién sólo hacía su guardia a la puerta del castillo; el hombre se descuidó por un instante. Goku sigilosamente tomaba su arma y la escondía mientras el caballero la buscaba sin éxito alguno. Corrieron juntos, mucho antes de que sus risas los delatarán. Era divertido pasar el tiempo con un buen amigo, quién sobretodo sabía que se preocupaba por ella.

– nunca encontrará su espada– se tocaba el abdomen el cuál ya le dolía de tanto reír– será mejor que consiga otra...

– Te agradezco por hacerme reír...– inquirió ella con un poco de más seriedad.

– Te ví un poco triste en los últimos días...yo solo quería hacerte feliz aunque fuera por un pequeño instante– el guerrero se acercó a ella y como si fuera una reacción espontánea, sus mejillas se enrojecieron– me gusta estar contigo...yo te quiero– el pelinegro sujetó suavemente el mentón de Bulma impregnando sus labios en los suyos. La joven correspondió al beso, sabiendo que era más sencillo aceptar el amor de Goku, quién era libre de cualquier atadura; al contrario del hombre que le había arrebatado suspiros, y ya había comprometido su vida con la de alguien más. Cerró los ojos esperando sentir aquella sensación que se describe cuando se está enamorado; pero ese sentimiento nunca llegó. Aún así, sus manos comenzaron por rodear el cuello del pelinegro, quién se sintió más qué feliz con recibir el consentimiento de la peliazul; su cálido cuerpo le daba una grata sensación difícil de explicar– te amo Bulma– repitió nuevamentemente en el instante en el que sus labios se separaron; sin apartar siquiera un instante la mirada de aquella hermosa mujer que le había robado el corazón.

– Yo...aún no sé lo que siento por tí...– tan pronto como sus labios soltaron esas palabras, retiró las manos que sujetaban al guerrero; se sincero completamente y trato de no lastimarlo con sus palabras – yo no puedo quedarme aquí por mucho tiempo; algún día tendré que partir y no quiero arrastrarte junto con lo pasado...me importas y por eso no creo que yo sea lo mejor para ti.

– Te dije que no me importaba tu pasado; que no me importa nada con tal de estar contigo... desconozco por qué no quieres decirme, solo sé que hay algo que te hace tener miedo, pero puedes contar con que yo haré todo lo posible por cuidarte y hacer que te sientas segura a mí lado– el pelinegro inquirió antes de rodearla en sus brazos– yo seré paciente; y esperaré a que aclares tus dudas...por tí vale la pena esperar.

Vegeta miraba; mientras los celos ardían en su interior. Ya estaba arto de está situación; arto de sentirse como un idiota mientras su amigo podía libremente expresar sus sentimientos sin tener consecuencias. Tendría que hacer algo lo más pronto posible, antes de que Goku se quedará con ella. Su compostura se estaba quebrando al observar que la cercanía entre ellos dos se hacía cada vez más frecuente; nunca le fue tan difícil conservar su estabilidad emocional como en ese momento. No quiso quedarse más tiempo; solo quería borrar de su mente aquella escena y dejar de sentirse de esa manera tan estúpidamente involuntaria; pero eso no se quedaría así, Kakaroto no iba a  ganarle en está ocasión.

...

Ella sonrió, agradeciendo la paciencia del guerrero; y deseó por un momento haberlo conocido en otro momento de su vida, cuando no fuera tan complicada y tal vez así pudiera haberse enamorado de él; si tan solo Vegeta no hubiera aparecido todo sería más sencillo.

La joven se despidió de Goku, quién por más que tratará no podía borrar la enorme sonrisa que se esbozaba en sus labios a causa de aquel beso tan espontáneo.
La peliazul se dirigió a su habitación con la cabeza hecha un lío; y con más dudas que repuestas llenando su estrepitosa mente. Abrió la puerta esperando arrojarse a la cama lo más pronto posible para descansar y por un momento dejar de pensar; pero tan pronto como la cerró y miró hacía el frente. Distinguió entre la obscuridad a alguien que se encontraba parado al lado de su cama. La luz de una vela que se encendía, mientras el rostro de Vegeta se iluminaba. Él guerrero colocó la vela sobre un mueble y caminó hacía la peliazul; su rostro era tan rígido que ella comenzó a sentirse extraña. Las facciones del guerrero eran completamente ajenas a todo lo que había visto en él antes; pero a pesar de ello, no quería huir. Su cuerpo se congeló completamente; vislumbrando la figura del hombre cada vez más cercana. Bajo la mirada, sabiendo que le era imposible sostenerla firmemente ante él.

– ¿Qué tal tu día?– el tono en la voz del guerrero no era sutil, si no todo lo contrario; su voz sonaba fría e iracunda– ¿Te divertiste con Kakaroto?– sus manos sujetaron con fiereza a la peliazul, quién en ese instante alzó la mirada con algo de asombro.

– ¿Qué...es lo que te pasa?...– preguntó con una voz crispada y temblorosa– ¿Qué haces aquí?– intentó irse, pero su cuerpo no quería alejarse de él; deseaba su cercanía cómo nunca antes. Un calor abrumador recorrió cada célula de su cuerpo y sus respiraciones se podían escuchar por la habitación.

– Sabes bien lo que pasa; no me gusta verte con nadie más...te dije lo que me sucede cuando...– el sonido de su voz se detuvo por un momento, dejando al descubierto la ira que lo estaba embargando–...cuando estás con él idiota de Kakaroto... tú... dejaste que te besará...– la compostura y su coherencia ya se habían escapado de su cuerpo.
Él no era una buena persona, había asesinado a culpables como a inocentes sin remordimientos, solo por mantener su mando. Sabía que jamás se enamoraría de Milk, su compromiso siempre fue por conveniencia; todo lo que deseaba lo tenía al alcance de su mano. Pero sí, todo se fue al maldito carajo; término perdiendo, y lo peor de todo fue enamorarse. Siempre aborreció ese sentimiento llamado amor; pero cuando ella apareció en su camino ni siquiera pudo impedirlo.

– Tú no serás de nadie más

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– Tú no serás de nadie más... tú debes ser solo mía...–Sin la plena consciencia en ese momento, solo con una ciega ira de por medio; la sujetó de la cintura para no dejarla escapar y plantó un beso en los labios de la peliazul. La voz del guerrero se escuchó por aquella habitación, la cuál estaba plagada de algo mucho más fuerte que una simple pasión, si no de un sincero amor...

𝒀 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒔𝒕𝒆 𝒂 𝒎𝒊 𝒗𝒊𝒅𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora