𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 6

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Vegeta apretó los puños; sus celos lo estaban rebasando

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Vegeta apretó los puños; sus celos lo estaban rebasando. Quería golpear a su amigo por haber besado a esa mujer; que aunque no le perteneciera, en su mente ya la había hecho suya de todas las maneras posibles. Cerró fuertemente los ojos y trato de contener toda su ira; no podía dar a conocer lo que sentía, no era propio de un caballero como él. Su orgullo era aún más fuerte que lo que sus sentimientos le estaban indicando.

Los dos se miraron fijamente; Goku mantenía aún las mejillas rojas, mientras la peliazul palideció drásticamente por el atrevido beso del guerrero. La peliazul jamas se le cruzó por la mente, que él pelinegro tuviera esa clase de sentimientos hacía ella; o talvez no quiso darse cuenta a causa de lo que ella comenzaba a sentir por el compañero de éste.

– Lamento haberte besado sin tu consentimiento– inquirió Goku, sumamente avergonzado.

– ¿Por qué lo has hecho?...no conoces nada sobre mí– Respondió Bulma, bajando la mirada, evitando cualquier contacto con el pelinegro.

– Realmente me gustas, por eso lo hice– tomo las suaves manos de la joven mientras ella le devolvía la mirada nuevamente– no me importa saber nada sobre tu pasado, lo que es importante está en el presente.

– Yo no quiero lastimarte; siempre término por herir a quien está cerca de mí...a las personas que me importan– su semblante mostró una inmensa tristeza; su pasado comenzó a perseguirla por unos instantes, llenando su mente con todos aquellos malos recuerdos; sobresalió el momento más doloroso que tuvo en la vida, la muerte de su hermano Hiroki; él había sacrificado su vida solo para protegerla y ahora estaba completamente sola.

– Yo no soy alguien fácil de herir; así que no tienes por qué preocuparte– una sonrisa relució en sus labios– te daré tiempo para que puedas conocerme y decidas si quieres estar conmigo, juro que no voy a presionarte.

– Gracias...– sonrió levemente agradeciendo sinceramente la paciencia del guerrero.

– Ahora ya deberíamos descansar; si no lo hacemos, mañana no tendremos energías para caminar y Vegeta nos matará si no le seguimos el paso. Ella asintió y se recostó sobre una manta al igual que Goku, el cuál sonreía por haberse atrevido a besarla.

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Vegeta había pasado la noche en vela; por más que intentaba sacarla de su mente, todo era en vano. Su esencia y su belleza estaban impregnadas dentro de su cabeza. Los celos hacía su amigo, se volvieron en odio; y aquella manera en que ella le prestaba su atención aumentaba aún más su ira. Él no tenía por qué sentirse de está manera tan estúpida e insensata; ella era la única culpable de todo, si tan solo pudiera regresar el tiempo y jamás haberla conocido, si tan solo no hubiera accedido a ayudarla...toda su vida seguiría siendo perfecta, cómo antes.
Ni siquiera había amanecido por completo, cuando el guerrero se levantó y camino por el bosque tratando de despejar la complejidad de su mente. Admiró el amanecer mientras centraba sus pensamientos en la peliazul; de pronto aquella hermosa mujer se hizo presente, llenado con su melodiosa voz los oídos del pelinegro.

– Buenos días– dijo con la voz más sutil y delicada; tan semejante a la de un ser celestial.

– ...– nuevamente la miró con frialdad; esperando que con ese gesto de desdén se alejará de él y lo dejará solo; pero no fue así, ella se acercó y tomó sus manos con suavidad. Él guerrero sintió la cálida textura de su piel, y todo su cuerpo empezó a erizarse. Comenzó a odiarse a si mismo, por permitirle tener ese poder sobre él; por el efecto que causaba en sus pensamientos arrojando a la basura todo rastro de sentido común en cuanto ella aparecía.

– Entiendo tu actitud; debe ser difícil ayudar a alguien que ni siquiera conoces– sonrió, dejando completamente indefenso al pelinegro ante la belleza de su semblante– en serio agradezco su ayuda.

– ¿Quién eres realmente?...– siseó, cambiando su semblante repentinamente, al momento en el que dejaba el suave agarré de sus manos para someterla de manera brusca, sujetando sus brazos y arrinconandola hacía un roble– ¿Por qué diablos apareciste en mi vida?

La peliazul le miró perpleja; a ella le parecía que Vegeta era un hombre difícil de descifrar, aveces frívolo y distante, en otras ocasiones alegre y amable; pero ahora era confusa la manera en que se comportaba.

– Me...estás lastimando– replicó la peliazul al sentir que las manos del guerrero aumentaban su agarre.

– Lo lamento– se disculpó tan pronto como pudo, e inmediatamente la liberó de su sometimiento; un rostro avergonzado se dibujó en su semblante, el cuál en contadas ocasiones había mostrado– No quise lastimarte.

– ...está bien– respondió tratando de entender aquella actitud tan repentina– sé que tienes dudas sobre mí...pero es mejor que no sepas nada, a veces es mejor así...

– ¿Que hay si yo quiero saber más sobre tí? – se acercó solo lo suficiente para sentir su respiración acelerarse ante su presencia.

– No tiene caso... en cuanto llegues a tu hogar, yo desapareceré de tu vida...ya han hecho suficientemente por mí– respondió débilmente; tratando de evitar los azabaches ojos del guerrero. Evitando flaquear ante la firme decisión que había tomado de desaparecer.

– Yo no dejaré que te vallas de mi vida...no ahora que te encontré– lo pensó por un momento, trato de llamar a la cordura a su mente, pero eso no era algo que le importará por el momento. Mandó al demonio aquel el título de caballero que tanto le enorgullecía y su futuro compromiso con una mujer que tal vez jamás había amado; la tomó por la cintura, como parte de su propiedad, con un sentimiento de posesión que lo invadía desde que ella llegó a su vida. Trato de encontrar un pequeño rastro de lucidez dentro de él; pero se percató que toda su racionalidad le había abandonando por completo e intentó besarla...

𝒀 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒔𝒕𝒆 𝒂 𝒎𝒊 𝒗𝒊𝒅𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora