𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 12

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El guerrero ya había perdido por completo el razonamiento; su belleza le había metido en un profundo encantó difícil de salir

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El guerrero ya había perdido por completo el razonamiento; su belleza le había metido en un profundo encantó difícil de salir. Solo deseaba con desesperación adueñarse de su cuerpo y olvidar la realidad de su vacía vida. Las manos de la peliazul rodearon al guerrero; ella estaba consiente que no estaba actuando adecuadamente, que él no le pertenecía; pero aún así se dejó llevar y solo deseó que ese momento durará una infinidad.
Sus respiraciones se hacían cada vez más agitadas y sus corazones latían rápidamente ante la excitación que emanaban sus cuerpos. El guerrero comenzó por retirar el listón que sujetaba el vestido color púrpura de la joven; el cuál delicadamente bajo hacía el suelo, mientras con cada centímetro de piel desnuda, él quedaba estupefacto ante la belleza que deslumbraba. Las mejillas de Bulma se tornaron de color rojo al igual que las del guerrero quien la observabá con facinación, ya deseoso de degustar de su cuerpo.
Vegeta apagó la vela, y sin quitar la vista de aquella hermosa mujer se desprendió de sus prendas. Ella le miraba mientras su cuerpo temblaba y reaccionaba en su contra, exponiendo lo nerviosa y temerosa que se encontraba a causa de lo que estaría a punto de suceder. El pelinegro se acercó dejando su desnudez casi expuesta; la obscuridad era casi cegadora e intrigante; esto aceleró aún más los latidos del corazón de la fémina quien sólo se mantenía en de pie sin hacer movimiento alguno.
Las ásperas manos del pelinegro recorrieron el cuerpo de Bulma con suavidad, al mismo tiempo en que la ropa interior dejaba de ser un obstáculo para el guerrero. Sus manos se aferraron a su cintura haciendo que sus cuerpos quedaban impregnados entre sí. Ella estaba sobre él, mientras sus movimientos sonaban al compás de sus gemidos; hasta que un éxtasis recorrió sus cuerpos dejándolos completamente sin aliento.

– Te amo Vegeta...– confesó la peliazul, mientras rodeaba el cuello del guerrero entre sus manos– quiero estar siempre contigo...– sus labios soltaron esas palabras como un sutil susurro, casi indistinguible. Su mano recorrió con suavidad el hombro del pelinegro, pero antes de llegar a la piel de su espalda en un instante la detuvó.

– No lo hagas...– inquirió en tono serio y con un toque de severidad. La peliazul no comprendía el cambio tan voluble del pelinegro, todo era mágico hasta hace un instante. Le miró confundida, y con un gesto que indicaba su desconcierto– tú eres tan perfecta...yo sin en cambio– se quedó inmóvil por un momento, después se levantó para encender la pequeña flama de la vela y alumbrar lo que tanto deseaba ocultar; ya al estar la habitación iluminada, le mostró una espalda llena de cicatrices y señales de un pasado tortuoso– mi verdadero "padre" solía golpearme hasta que se cansaba– enfatizó aquella palabra con sarcasmo mientras unas lágrimas se contenían dentro de sus obscuros ojos– incluso una vez estuve a punto de morir por sus excesivos maltratos; hasta que el hombre que me crío, me rescató y me acogió como su hijo...el es el único padre que realmente conocí – suspiró dandose valor para continuar– nunca antes me había avergonzado al tener estás malditas marcas; pero al verte tan perfecta...y yo...

– No necesitas avergonzarte por las huellas que marcaron tu cuerpo en el pasado...para mí eres perfecto...– la peliazul le dedicó un sutil sonrisa, antes de lanzarse nuevamente a sus brazos– yo te amo, así y tal como eres...

– Yo también te amo mi hermosa peliazul– sí, la amaba; y en ese momento creía que daría cualquier cosa por ella y estarían juntos por la eternidad. Había temido por tanto tiempo revelar su pasado; pero ella le hizo recobrar la confianza en él. Lo lleno de fuerza y una nueva actitud. Quedaron sumergidos plácidamente uno junto al otro... pero, que pasaría al despertar de aquel sueño...














¿Enfrentarían su realidad?...o ¿simplemente olvidarían lo que sucedió está noche?...


















Aún no terminaba de amanecer, cuando Vegeta se despertó, giró la mirada hacía la peliazul quien todavía yacía dormida. Todo lo de anoche fue increíblemente hermoso; pero ahora todo le resultaba en un enorme arrepentimiento y pesadez. Sabía que la amaba; pero al recobrar su sentido común, no quería perder los beneficios de su vida presente. Colocó los pies fuera de la cama y se tocó la frente pensando en el error que cometió por no contener el alcance de sus sentimientos. Si Milk se enteraba, ella no se cruzaría simplemente de brazos; ella era vengativa, así que no solo él resultaría afectado, sino también Bulma. Tal vez recibiría unos días de desaires y reproches de su parte; pero la peliazul correría más peligro. La peor de las consecuencias sería, si el rey llegará a saber sobre su amorío; perdería todo por lo que había luchado durante años por tener, incluído su prestigio. Se levantó y comenzó a vestirse, ignorando lo que sentiría la peliazul al percatarse de su ausencia.

 Se levantó y comenzó a vestirse, ignorando lo que sentiría la peliazul al percatarse de su ausencia

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– ¿Te irás tan pronto?– preguntó Bulma aún con los pequeños estragos del sueño.

– Sí...– respondió severamente–...¿Sabes que esto fue un error verdad?– había terminado de vestirse cuando lanzó aquella pregunta; simplemente ella sintió como si su corazón fuera atravesado de un solo golpe– ésto no volverá a ocurrir; yo tengo una vida y tu no formas parte de ella...– intento no arrepentirse al ver como sus ojos celestes comenzaban a emitir llanto; le dolía en el alma lastimarla, pero no quería hechar a la basura su vida solo por amor. Caminó hacía la puerta y sin mirar atrás, giró la perilla– nada de esto pasó, yo lo olvidaré así que espero que tú hagas lo mismo– se fué, dejándola con el corazón destrozado. Bulma sabía que nada volvería a ser igual, y en parte era culpa suya por las falsas ilusiones que ella misma se había creado. El amor nunca invadió su corazón hasta que él apareció; ahora preferiría no haberlo conocido nunca. Nunca pensó que el amor fuera tan doloroso y terminaría por matar lo que aún le quedaba de esperanza...

Tardó tiempo en recomponer la compostura; se puso aquel vestido con el cual llegó y tomó la espada que su hermano le regaló. Estaba dispuesta a irse, pensó que eso es lo que debió hacer desde el principio; pero no pudo, ahora tenía que cargar con el hecho de haberse destrozado el corazón por una falsa ilusión...¿Que caso tenía quedarse? si su único motivo para no alejarse, ahora le había dejado en claro que ella no era parte de su vida y jamás lo haría.
Corrió hasta llegar al jardín, mientras las cristalinas lágrimas recorrían su rosadas mejillas...no miró atrás, solo siguió corriendo deseando alejarse de ahí lo más pronto posible...su vista se hizo cada vez más borrosa, y el sonido de su llanto no le permitió percatarse que alguien la seguía...

𝒀 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒔𝒕𝒆 𝒂 𝒎𝒊 𝒗𝒊𝒅𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora