𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 14

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La habitación estaba alumbrada por la pobre iluminación de una pequeña lámpara; mientras Bulma tenía su vista fija hacía aquella puerta que la mantenía fuera del alcance de su libertad

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La habitación estaba alumbrada por la pobre iluminación de una pequeña lámpara; mientras Bulma tenía su vista fija hacía aquella puerta que la mantenía fuera del alcance de su libertad. Esperaba a Kuro, y aunque hace unos pocos minutos se encontraba llorando, ahora solo deseaba salir del infierno. Sentía un dolor profundo, cómo sí acabará de ver morir a su hermano; le sería difícil continuar con su vida sin Hiroki, él era todo lo que tenía y ahora simplemente estaba sepultada en la soledad; pero seguiría adelante, cómo a él seguramente le hubiera gustado. No sabía cómo iba a escapar, pero lo intentaría aunque la vida se le fuera en el intento.

El corazón le comenzó a latir un poco más rápido de lo normal al escuchar la perilla de la puerta moverse lentamente; pero ella se quedó estática, y simplemente permaneció en silencio. Kuro entró, impredecible y poco fiable; sus ojos obscuros miraron a la joven percatándose de su desobediencia.

- ¿Por qué aún no estás lista?...¿Acaso no fui lo suficientemente claro?- espetó el pelinegro- ¿O prefieres que yo lo haga por tí?- sonrió impulsivamente antes de acercase hacía ella.

- Vete al infierno maldito imbécil- un tono colérico salió de sus labios.

La actitud prepotente de la peliazul había alterado la paciencia de Kuro; se acercó y la sujetó de la mandíbula bruscamente. Le era difícil medir la fuerza que utilizaba al momento en que aumentaba su enojo, pero algo en ella le impedía lastimarla de la forma que deseaba. Parecía tener algún control sobre él; y eso no le gustaba en lo absoluto.

- No me contradigas; no te interpongas a mis peticiones... juró que no quiero lastimarte, así que no me des motivos para hacerlo- espetó Kuro, tratando de permanecer tranquilo aunque realmente estaba iracundo- no seas tonta Bulma; en este lugar puedes tener todo lo que has soñado...puedo ofrecerte todo lo que desees; sólo dejá de nadar contra la corriente... sólo dejá que yo te amé...- la frialdad con la acostumbraba a hablar se había desaparecido de su áspero tono de voz.
Aquel hombre, tenía las consortes más hermosas a su servicio para satisfacer su deseo sexual; pero simplemente no le importaba, nunca había sentido algo igual por nadie. No iba a tocarla, ni a intentar tomarla...solo hasta estar seguro de que sería completamente suya hasta que la muerte los separará; así que iba a hacer algo que no estaba en sus planes a futuro, pero ella le había cambiado la perspectiva; se casaría con ella, así sería de él y de nadie más...

- No, ni siquiera me interesa lo que tú quieras- respondió colérica, al tiempo en el que se desprendía de su agarré- por mí puedes morirte esperando a que yo te obedezca, por que eso nunca sucederá...

- No lograrás nada al revelarte, por que yo soy más fuerte...tú eres como tú hermano, inútilmente débil e ingenua...- Kuro sonrió; no tenía remordimientos, ni siquiera una muestra de arrepentimiento o algo que se le asemejará; ni al ver como el rostro de la peliazul se comenzaba a entristecer. Podía amar, y aunque aún no se explicaba cómo es que sucedió; los sentimientos no eran algo de su importancia- esperó que las estúpidas ilusiones de salir de aquí no estén rondando en tu cabeza, por que nunca te irás de e mí, y si lo haces será solo muerta...

𝒀 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒔𝒕𝒆 𝒂 𝒎𝒊 𝒗𝒊𝒅𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora