7 [me enamoré más]

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Tenía las mejillas humedecidas, el calor del verano se había esfumado por completo y ahora solo sentía el frío que el invierno solía traer consigo. Estaba sentado en la banca afuera de la escuela, esperando a que pasarán por el. Los niños a su alrededor parecían ignorarlo. Y eso le dolía. No le gustaba tener que ser el chico al cual molestaban. Pero menos le gustaba llorar.
Nunca había sido del tipo de personas a las que les guste la violencia, pero aquel otro chico un grado más alto, fuerte y maduro si.
Miraba expectante aquella terrible escena.
Era un niño indefenso al que solo le gustaría tener un amigo para abrazar.

-¿Porque lloras?-el niño alzó la cara viendo a uno un tanto más alto que el sonriéndole

-‎Extraño a mi mami, dijo que vendría pronto y no ha llegado-sorbió su nariz

-‎Seguro no tarda ¿Como te llamas?-sé sentó junto a el

-‎Joaquin ¿Y tu?

-‎Soy Nikólas ¿Quieres ser mi amigo?

-¡claro! Bueno yo no tengo ninguno así que podemos ser mejores amigos

-Yo tampoco tengo uno, ¡pero si!

Ambos niños se abrazaron, pues nunca habían experimentado la sensación de los brazos de un amigo.
Por otra parte, el chico de rizos sonrió al ver esa imagen, el pequeño de ojos tristes estaba sonriendo y al parecer tenía a alguien a quien abrazar. Si tan solo Nikólas no hubiese llegado hubiera sido el mismo quien abrazaría a aquel niño y tal vez darle uno que otro beso en la frente para reconfortarlo. Pero ya no era necesario.
Es que ese niño era tan dulce, y tan frágil que le daban ganas de estar frente a él para que nada ni nadie lo tocase.
Su mamá llegó por el y parecía ahora el niño más feliz del mundo, corrió hasta la camioneta con su mochila arrastrada, dijo por la ventana a su madre de su nuevo amigo, y ambos niños subieron para ser dejados a sus respectivas casas.
Algo en el corazón de Emilio en definitiva se había movido.

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-QUE NO EMILIO, ENTIENDE QUE NO PUEDES ESTAR BESANDO A LOS CHICOS

-P-pero papá solo fue un beso en la mejilla-tenia la voz quebrada y el pecho le dolía

-¿Y ENTONCES QUE? DESPUÉS SERÁ EN LA BOCA Y MI HIJO SERÁ UN JOTO EMPEDERNIDO

-Mi mamá no ve nada de malo en eso-solotó molesto apretando los puños, aguantando las próximas lágrimas a salir.

-A tu madre le encanta consentirte, ya te dije Emilio, quiero ver que vuelvas a hacer algo de ese tipo y te las verás conmigo.

El muchacho se quedó en su habitación, viendo en su reflejo las mejillas rojas por las lágrimas, se acercó al mismo y se dijo

-¿Porque no eres normal? ¿Porque no puedes solo invitar a salir a una chica? ¿Porque besar a los débiles cuando lo necesitan? Nadie te pidió que lo hicieras, me das asco.

Golpeó su propio reflejo tras cada palabra logrando romperlo, se rompió tanto como su corazón, recargando su frente en el, lloró otra vez por las duras palabras de su padre, pero lloró más por aquel dulce niño al que estaba dispuesto a besar todas las veces necesarias hasta que se sintiera bien.

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-y-yo también te quiero papi

-no te preocupes pequeño, regresaré pronto ¿Si? ¿Tienes la hoja que te dí?-el niño asintió tristemente-bien, ahora escucha. Cada vez que te sientas triste, cada vez que me extrañes, quiero que pongas una rayita en esta hoja, y cada que vuelvas a sentirte feliz, quiero que borres la razón de tu tristeza, aquí mismo.

Chachachá | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora