18 [Por días....]

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Flashback

La primera vez que estuvimos solos no hubo problema, porque éramos completos desconocidos. Pero ahora que sé cada detalle de el, sus sueños, aspiraciones miedos, técnicamente conocía su alma desnuda, pero no su cuerpo. Y eso era algo que me intrigaba.

La tensión aumentaba conforme más tiempo pasábamos juntos, y estar solos pasó de ser un detalle que nos importara poco a ser algo que nos inquietaba.

Un día me descubrió mirándolo. Y jugó con la idea de que fuera algo romántico.
Solíamos hacer eso, fingir que éramos algo más allá que amigos, y aunque por fuera parecía seguir su juego, por dentro dolía.

Se acercó a mí con el pecho descubierto. Mi respiración se agitó, podría jurar que sentí el calor por todo mi rostro.

-“Dame vida y dame aliento, que yo ya perdí el conocimiento”- susurró cerca de mis labios, permanecía sentado, y él se posicionó sobre mis piernas.

-‎“solo quédate un momento, hasta evaporarnos en el viento”- cerré los ojos y mis impulsos no pudieron más, apreté su cintura apegandola a mi cuerpo con ropa, ropa que empezaba a quemar.

Y desperté, por dios, ¿Eso fue? Si, lo era. Mi primer sueño húmedo.
No puede ser.

Esta mañana Joaco vendría a mi casa, y pff tenía que arreglar mi habitación.
Luego de bailarle, de besarnos y de que se fuera, entendí que solo me dejé llevar por mi sueño, era todo tan diferente teniéndolo aquí.
Su piel es demasiado suave, su cuello huele a chocolate y sabe aún mejor, aún maldigo a Romina.
En fin, salí con Diego, me puse una pedota, pero aún no comprendo como llegué a casa de Joaquín.
Veamos.

Salí del antro, fuí al patio de alguien y comencé a tirar piedritas, me abrieron la ventana y ¡Ahí está Joaquín!
Sigamos recordando.
Él abrió y me dejó pasar, vaya...si que estaba ebrio, casi rompo un jarrón.
Y una vez en su habitación yo... Ay.

Lo volví a besar, él me siguió luego de unos segundos, me separé y recuerdo haberle dicho:

—Te quiero, te quiero tanto— sostuve su mandíbula entre mis manos, dejando su rostro pegado al mío —no sé cómo ni cuando pasó pero sé que te quiero, quiero poder llevarte flores, invitarte a salir, tomar tu mano, besarte y decirte lo hermoso que eres, porque te quiero Joaquín, te quiero conmigo, te quiero conocer, cada parte de ti, cada centímetro de tu alma y de tu cuerpo. Te quiero de todas las formas posibles, quiero reír y quiero cantar nuestra canción, quiero abrazarte y que te quedes en mi pecho, quiero tocarte y quiero hacerte el amor, quiero viajar, quiero tener una vida contigo. Te quiero para mí, quiero ser para ti también, te quiero, te quiero, te quiero.

—Mailo yo...—

—No tienes que decir nada—

—También te quiero— abrí mis ojos para mirarle— tampoco sé cómo, pero si sé que te quiero como a nadie nunca, sé que te quiero más que a nada y que quiero estar contigo, poder decir que eres mío y yo tuyo, sé que quiero verte todas las mañanas al despertar y quiero poder quedarme a vivir en tus brazos, quiero que tomemos un cohete y nos escapemos a la luna, quiero que podamos brillar juntos. Te quiero Emilio, te quiero tanto.

Y volví a besar sus labios, sentía que era una sed que no podría calmar nunca. Giré mi rostro, profundizando el beso, enterró sus dedos en mi cabello y bajé mis manos hasta su cintura, quería entregarle todo de mi, quería decirle con mis acciones lo mucho que lo quería conmigo.
Metí mis manos en su playera, el frío de mis manos lo hizo temblar, y lo acerqué más a mi, nuestros cuerpos chocaron y pude sentirme tambalear, su cuerpo me abruma.
Me dió un leve empujón haciendo que cayera sentado sobre su colchón y abrió sus piernas para quedar sentado sobre mi regazo, volví mis manos esta vez a su trasero, dios, había ansiado esto tanto tiempo, tanto que parece irreal que esto esté sucediendo.
Cómo pude despojé su camiseta, y me quedé viéndolo como un estúpido.
Cubrió su torso con ambas manos por la vergüenza, tan pronto lo hizo, las aparte.

Chachachá | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora