16[siempre fuiste tú]

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Emilio.

Aún recuerdo el aura que tenía sobre mis hombros ese día, tenía solo 14 años, aún me duele la costilla luego de la gran paliza que me dieron.

maricón” “niña” “asqueroso”

¿Porque no me defendí? Estaba demasiado ocupado recordando las palabras de mi padre a través de los labios de esos chicos, lloré encerrado en mi cuarto.

Tenemos que hablar con el niño”

Dejalo, es un hombre, él sabe cómo hacerlo”

Y la verdad es que no, no sabía cómo hacerlo, incluso ahora no sé cómo.
Lidiar con esta cosa que siento es muy duro, entre mis propias limitaciones y el revoloteo en mi corazón.
El alivio que había sentido luego de aquella noche había desaparecido, sé que Joaquín lo sabía a pesar de que no podía recordarlo. Había algo entre nosotros, pero el destino se encargó de arruinarlo.
Por las noches pensaba en aquel chico de mejillas sonrosadas, si que extrañaba sus delgados y cálidos brazos.

Fue mi primer beso....

No pudo haber sido mejor...

Joaquín atrapó mi corazón, me envolvió en sus pestañas y besó mi alma de una manera en la que nadie había logrado... Tal vez sí, pero ya es tarde para eso.

Actualmente...

Había perdido sentido de todo, mi corazón estaba hecho pedazos, no entendía por qué Joaco me mentiría pero de nuevo, ¿Quién era el para que confiara?
Estaba fatal, mal, terrible, del asco.
Mi memoria aún está borrosa, no recuerdo bien nada de esa noche, solo que estaba lo suficientemente enojado con Joaquín que quise pagarle con la misma moneda, salí en dirección a un bar conocido.
Esta noche, Joaquín Bondoni sabrá quién es Emilio Marcos.

Tomé aún más de lo que debí, sé que conocí a alguien, solo alcancé a tomarme unas fotos, pero no hice nada, hasta donde sé, solo quería ver a Joaquín, pero las palabras de mi padre resonaban en mi cabeza aún, no importaba cuánto quisiera verlo, dolía....

“¿Quieres ver a Joaquín? Bien, ve y comprueba por ti mismo que no te necesita”

“Entiende que solo está jugando contigo, ese muchacho no puede estar a tu lado, es un chico...”

Y sí, fuí y lo comprobé, no pude ser tan más idiota.
Por creerle. Por confiar en que no me haría daño. Por creer que me ama. Por todo. Por enamorarme de ti, Joaquín Bondoni.

Joaquín.

Luego de haber llegado a casa me encerré en mi habitación.
Lloré mientras veía fotos mías con Emilio. Por suerte, las que me habían entregado no circulaban en la red.
Suspiré aliviado y al segundo comencé a llorar.
¿Porque Emilio no querría verme? No hice nada mal, solo hablé con Juan...es una extraña coincidencia que me desmayara luego de hablar con el.
Saqué la hoja arrugada de debajo de mi cama, sentado en el borde de esta acaricié el relieve de la hoja, mi corazón se estrujó, aún dolía todo, recordé una tarde con, él.

Tenía rato sentado bajo el árbol en que nos conocimos mejor.
Jugaba con el césped mientras esperaba recordar su rostro, escribía un poema.
Sentí el peso de su cuerpo sobre mí al darme un abrazo, lo necesitaba, sonreí, apenado, escondiendo mi libreta.

Hey, que haces?”

“N-nada”

Alcancé a decir.
Me miró incrédulo y me animó con un leve empujón.

“Confía en mi, anda”

“Escribia un poema”

Leemelo, por favor”

Y comencé...

Aquellos rizos negros, negros como la noche
aquella sonrisa brillante, como la luna
y sus brazos, que envuelven el alma con una cálidad incomparable.
Sus palabras, como suaves susurros en el viento que me reconfortan.
Sus labios, como la seda que portarian miles de personas.
Sus labios, delgadas líneas que escriben un te quiero en mi corazón.
Su compañía, inigualable.
Su corazón, mi corazón, construidos para estar juntos el uno con el otro... para toda la vida, en todas las vidas, irremediables amantes ocultos tras la oscuridad, separados por distancias imposibles, tan cerca pero tan lejos, un amor prohibido, como el de la luna con el sol, y tan potente como la energía que irradian cuando son un eclipse, porque eso somos tu y yo, eso son nuestros corazones, tú eres mi luna y yo soy tu sol.

Empecé a recitarlo, sentado en mi habitación, con el corazón en la mano, sintiendo, mirando un punto fijo, con los ojos puestos en mis recuerdos, y el alma en un hilo, dándome cuenta de todo. Limpié mis lágrimas y me incliné a buscar la caja.

Emilio.

No pude dormir, sentía que mis piernas flaqueaban y una vez en mi casa, dejé de tomar, se me había bajado todo y por más que intenté me dije a mi mismo que era suficiente y que no podría dejar de pensar ni con alcohol.
Sentado frente a mi cama, miré hacia el espejo, me ví pero no me miré a mi, miré al Emilio de 10 años, el que había visto la peor parte de mi. Miré en mi reflejo las palabras de mi padre, los golpes, las terapias, los llantos, aquel desespero.

Mi pequeño de mejillas rojas ¿Cuando dejé de extrañarte? Me hice creer que sí pero siempre estuviste en mi corazón, todo el tiempo, tus palabras siguen acariciándome y retirando mis lágrimas cuando soy lo suficientemente fuerte para recordarte.
Justo como ahora. Espero que no te hayas olvidado de mí por qué nunca me olvidé de ti, cada pequeño roce tuyo está grabado en mi piel y aquella rosa maltrata sigue aquí.
Maltrata como mi corazón. Pero sigue aquí, latiendo por ti.
Mi pequeño Joaquín, como fue que nunca me dí cuenta de que siempre fuiste tú, fuiste y siempre serás solo tú.
Aquel que hace que mis palabras se queden atrapadas y mis sonrisas salgan.
Siempre fuiste tú el amor de mi vida.

Porque yo soy tú luna y tú eres mi sol.



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Cuatro capítulos!!!!!

Chachachá | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora