14 [Mau Mau]

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Parecía extraño, el recuerdo casi lejano de esa tarde.
Un pequeño Emilio de 10 años estaba sentado en la banqueta afuera de su casa. Luego de haber llorado como nunca y con un par de moretones en el rostro y una venda alrededor de su puño.
Estaba algo desconcertado y seguía preguntándose ¿Porque?
Él había jurado siempre tener una infancia feliz, llena de todo lo que un niño había podido desear, no fue exigente, sin embargo. Tenía todo, menos la aceptación de su padre. Probablemente no debió decírselo. Día tras día se negaba y recibía un golpe más; hasta que la idea se instaló en su cabeza: Lo hago por qué te amo, hijo.

Terapias, gritos, golpes y más golpes es lo que puede recordar luego de esa tarde.
Claramente había estado mortificado, pero no había dejado que se notara.
A pesar de eso, siempre habla sido un chico feliz, alegre de convivir con sus amigos, pero siempre estuvo esa parte de él que quería salir y decir "este soy yo"

Con el paso del tiempo se permitió tener novias, para callar la voz de su padre e incluso su propia voz.

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Joaquín había permanecido despierto, consternado aún por lo que sus ojos habían presenciado.
Solo sé preguntaba ¿Cómo? Y ¿Por qué?
Atónita era su mirada y tenía miedo, miedo como nunca lo había sentido.
La sangre se había esfumado y su cuerpo estaba tan helado como los bloques de hielo en el ártico.
Esa opresión en el pecho a penas y lo dejaba respirar adecuadamente.
Ni siquiera el tenía recuerdos de esa noche, y aunque no se mostrara del todo sabía con exactitud lo que la imagen respresentaba.
Dolor.
Una lágrima escurrió por su mejilla y se preguntó nuevamente porque no podía ser feliz, ahora que había aclarado una de las incontables dudas que lo habían arrastrado hasta la situación de cama en la que se encontraba ahora.
Con las manos temblando sujetó su celular, dispuesto a llamar a Emilio, intentó y una frustración lo inundó al darse cuenta de que ya no tenía crédito.
Maldijo, maldijo como nunca y apretó las sábanas bajo el, llorando desconsoladamente, sabiendo que no había nadie que viniera a rescatarlo.
Hacía años había abandonado la esperanza de volver a ver a su superhéroe.
No sería esta la excepción.
Abandonado por todos los que amaba un Joaquín triste quedó dormido luego de momentos tormentosos y horribles llantos.

Minutos -lo que parecieron horas- después, la puerta de la habitación de hospital fue abierta, dándole paso a un joven enfermero, encargado del chequeo de los pacientes.
Joaquín, adormilado murmuró apenas;

-Te necesito-

El chico, consternado le preguntó;

-Dime que necesitas-

Joaquín, respirando profundamente dijo nuevamente;

-Necesito que vengas, que me salves, quiero que me abraces, que me beses, necesito tus brazos para evitar caer de nuevo, necesito que regreses-

El mayor, sin saber a que se refería, intentó despertarlo para preguntar mejor y que le dijera si quería que llamara a alguien.
Observó por milésimas de segundos el rostro del chico, era muy bello, quizá el chico más bello que había visto nunca, se cuestionó quien le haría daño a este ser, que para él lo único que desprendía era luz.

Movió un poco su hombro, susurrandole pequeños "despierta"
Joaquín, movió sus pestañas y despertó confundido y con los ojos hinchados de tanto llorar.
Una sonrisa inquieta lo miraba desde arriba, talló sus ojos y habló.

-¿Quien eres?

-Mi nombre es Mauricio, soy tu enfermero- el chico sonrió algo apenado- murmuraste algo dormido y queria saber si necesitas que traiga a alguien.

Joaquín se sonrojó. Oh, así que era eso. Tenía a un chico lindo preguntando si necesitaba algo, oh dios si tan solo Renata estuviera aquí, se burlaría de su cara.

-Yo-yo eh- dios, como se respiraba.

-Tranquilo, si aún te cuesta hablar puedes decirme solo un nombre-

-Jo-Joaquin.

-Bien ¿Quieres que traiga a Joaquín?

-Joaquin, soy yo.

-Oh, bueno, mucho gusto Joaquín, ahora, podrías decirme a quien traigo?

-Emm.

Se lo pensó un poco.

-Solo quiero caminar un poco, comer quizá y necesito ponerle crédito a mi celular.

-Supongo que no habrá problema si yo te llevo.

El resto del día transcurrió así, con Joaquín evitando el tema principal de su depresión, habló con Mauricio y podría decirse que se divirtió.

-A ver, me estás diciendo que te pica la salsa catsup? Tiene que ser una broma- el más alto rió

-de verdad, no como nada de picante-

Rieron un par de veces más, habían estado la mayor parte del tiempo en la cafetería del hospital, con Joaquín contando sobre sus travesuras cuando era un pequeño y Mauricio contando sobre sus estudios.

-Este es mi último año, estoy en mi servicio desde hace un mes-

-Entonces ya te veré más seguido aquí?-

-A menos que te enfermes muy seguido sí-

-Supongo que vendré a visitarte-

-Eso sería genial-

A los ojos de cualquiera, solo son dos chicos hablando, a los ojos de un rizado estresado, malhumorado y celoso, estaban robándole a su chico.
Y si, Joaquín tenía razón, esto se va a poner feo.

Chachachá | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora