El mejor amigo de papá (Robert Downey Jr.)

Disaster breakfast

El Mejor Amigo de Papá

Capítulo 38

|Disaster breakfast|

—Tú tienes la culpa, Robert. —Dije y él me volteo a ver confundido. Junta sus cejas y se ríe nervioso.

— ¿Qué?

Detiene la carretilla y me sigue viendo.

—Mi primera vez fue con Matt, un chico del colegio, por una apuesta. Era guapo pero lo hice pensando en ti, las siguientes veces lo hacía pensando en ti y siempre fue pensando en ti, Robert. ¿No lo entiendes?

—Entiendo que soy un hombre deseado, por ti —Dice y frunce el ceño —Pero aún no entiendo...

—Yo sabía que tú eras imposible para mí y trataba de refugiarme en otros hombres pero nunca logre dejar de pensar en ti.

Robert suspira y se pasa las manos por su cabello. Me ve y sonríe.

—Eso significa que nunca más te volveras a acostar con otro hombre porque ahora estas conmigo.

—Exacto.

—Eso me gusta. Si tú y yo, ya no seguimos juntos por algun motivo, no quiero que te vuelvas a acostar con alguien más hasta que te cases... Por favor. —Pide él.

—No me pidas eso, por favor, recuerda nuestra promesa.

—Lo sé, Kate, pero nunca sabemos que sucedera mañana, sólo es precaución —Se acerca a mi y acaricia mi rostro —Por favor, prometelo.

Lo veo a los ojos. Suspiro y accedo.

—Esta bien, lo prometo.

—Gracias, nena. —Susurra y me vuelve besar en los labios.

Paso todas las cosas en la caja y luego fuimos a comer a un restaurante del centro comercial. Pedí panqueques, un omelette y café negro. Él pidió lo mismo que yo y unas tostadas con mermelada de fresa.

Estabamos comiendo y hablando de varias cosas, ya no de nuestra vida sexual, gracias al cielo.

De repente vi a una mujer castaña entrar al restaurante, santa mierda, es Susan.

—Carajo —Susurre y me agache en la mesa para que no me viera. Robert me ve confundido.

— ¿Qué haces? —Pregunta.

—Mira allá, en la puerta —Dije y él lo hizo. Me volteo a ver sorprendido.

—Vete al sótano, toma las llaves de mi auto y esperame hasta que llegue —Pidió él.

—Pero... Vamos los dos...

—Kate, no podemos salir juntos, vete tú y esperame allá —Pidió él de nuevo —Pero rápido.

No puse más resistencia e hice lo que él me pidió. Con cuidado de que ella no me fuera a ver, me fui agachada atrás de las mesas. Espere en una para que ella caminara y así no me vería. Cuando lo hizo me puse de pie y corrí hasta la puerta para salir de allí.

Narrado por Robert

Vi a Kate escabullirse tras las mesas y de un despiste de Susan logró salir corriendo del restaurante, por suerte Susan no la había visto y a mí tampoco.

Una mesera se acercó a la mesa de la par y le pedí la cuenta para poder salir lo más rápido posible del lugar.

Seguí viendo a Susan hasta que nuestras miradas se encontraron. Mierda.

Sonrió y caminó hasta mi mesa.

—Robert, ¿Qué haces aquí? —Pregunta ella al llegar a la mesa.

—Desayunando y haciendo unas compras, ya sabes, lo de siempre —Respondí seco. Ella seguía sonriendo.

—Veo que tienes compañía —Dice al ver el plato de comida de Kate.

—Emm... Sí, una amiga pero ella tuvo que irse, surgió una emergencia. —Me encogí de hombros.

—Entonces no te importa si me siento.

—Susan, aún no comprendo a que regresaste a Milwaukee...

—Regrese por tí —Me interrumpe.

—Creo que las cosas habían quedado lo suficientemente claras cuando me pediste el divorcio. Dijiste y citaste exactamente que ya no me amabas porque la distancia había extinguido nuestro amor.

—Ya sé, pero fuí una estúpida ¿De acuerdo? No sé porque dije eso, porque hice todo lo que hice, pero ahora estoy arrepentida. Robert, yo te amo.

Suspire y puse los ojos en blanco.

—La última vez que me dijiste eso, yo estaba peleando a millones de kilometros de aquí, para proteger mi país pero sobre todo, para poder protegerte a ti. Mientras que tú tenías a alguien más entre tus piernas —Logre formular, creí que nunca lo diría pero lo hice —Yo ya no te amo, Susan. —Dije seco. Sus ojos se pusieron brillosos, frunció sus labios y cerro sus ojos por un momento.

— ¿Hay alguien más? —Musitó con su quebrantable voz. Me quede en silencio por un momento.

—Sí, estoy rehaciendo mi vida y dandome una oportunidad.

— ¿La conozco? —Abrió sus ojos y me vio.

— ¿Para qué quieres saber eso?

—Si la conozco quiero saber que es lo que tiene ella que no tenga yo.

— ¿Qué? —Fruncí el ceño —Susan, no se trata de eso. Es una niña... Mujer —Corregí —que no se parece en nada a ti. ¿Qué pretendías? ¿Qué me consiguiera a alguien exactamente igual a ti? Por favor, no soy masoquista.

— ¿Era con ella la que estaba contigo?

—Sí.

— ¿La amas?

—Esto es ridículo —Bufe.

La señorita llegó con la factura. Vi el total, saque mi billetera y puse los billetes sobre la mesa. Me disponía a salir cuando ella volvió a hablar de nuevo.

—Robert comprendo lo que dices y lo que haces. ¿Crees que podríamos ser sólo amigos?

¿De qué trata todo esto? De seguro es un plan para engatusarme de nuevo. Cristo, las mujeres y sus jodidos planes.

—No lo creo, Susan.

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Jmm! Así se habla, Robert