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Mary jadeó sorprendida y completamente incapaz de poder formular una palabra coherente ante la situación, tampoco atinó a moverse para observar a su amigo y pareja de baile, el cual se encontraba en las mismas condiciones o peor que ella, ambos inmóviles en el sillón con el computador encima de la mesita de centro y el correo de la bailarina abierto, tapados con dos mantas y con la televisión de fondo.

Andres fue el primero en reaccionar, soltando un pequeño murmullo que fue inaudible para la chica antes de soltar un grito lleno de júbilo y levantándose de un salto, dejando caer las mantas al suelo; asustando a Mary en el proceso.

-¡Oh dios santo! ¡Entramos Mary, entramos! -gritó con una gran sonrisa, acercándose a la chica para tomarla por la cintura y levantarla antes de abrazarla con fuerza.

-No puede ser... ¡Nos vamos a Estados Unidos, Andy!

-¡Nos vamos! -repitió entre risas, girando con la chica en brazos- Esto hay que celebrarlo y en grande.

-Así es...-sonrió la chica, volviendo a leer el correo desde los brazos de Andy- Pero, ¿dónde?

-Oh, no te preocupes, yo sé dónde.

Pasada hora del almuerzo, ambos jóvenes pusieron manos a la obra y comenzaron a planificar la dichosa celebración, deteniéndose unos cuantos minutos para avisarle y pedirle el permiso correspondiente a los padres de Andres para llevar todo a cabo en su casa, siguiendo con lo acordado una vez que recibieron el visto bueno de parte de los adultos.

La bailarina exhaló una vez que ambos se encontraban en la sección de bebidas del supermercado, contemplando con suma paciencia como Andres no lograba decidirse entre qué marca de cerveza llevar.

-¿No puedes llevar una y ya? Dudo que les importe la marca cuando estén vomitando todo en el patio o el piso de tu casa.

-¡Shh! Por favor Mary, esto es importante.

La chica rodó los ojos con impaciencia y se apoyó en el carrito de compras con pesadez, examinando a su alrededor con cansancio hasta que un rostro maternal y, sobre todo, inconfundible para ella se interpuso en su campo de visión.

Oh oh, Nicola Holland estaba a escasos metros de ella y no se veía tan feliz con las compras de ambos adolescentes.

-¡Hola Nicola! ¿cómo estás? -saludó alegre, dejando al moreno con su dilema atrás.

-Muy bien cariño, ¿y tú? ¿cómo estás después de, ya sabes, la discusión?

-Bien, bien.

Just friends |Harry Holland|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora