1.0

5.9K 252 31
                                    


La música golpeaba fuertemente en los oídos de los jóvenes que se encontraban en aquella fiesta, bailando y bebiendo junto a sus amigos o conocidos, celebrando el nuevo trofeo que descansaba en una de las vitrinas principales de la secundaria y la derrota de la institución enemiga. En una esquina del local que se había alquilado, se encontraba un gran grupo de adolescentes que reía entre sorbos de cerveza, unos cuantos bailes de parte de las féminas y unos movimientos flojos de los hombres, coreando las canciones conocidas y gritando con tal de escucharse los unos a los otros, manteniendo siempre una sonrisa en sus labios.

Mary estaba contenta por haberse dejado influenciar por sus amigos más cercanos y asistir a esa celebración, jamás asistió a una fiesta hasta que se mudó a ese lado del país y conocer a sus actuales amigos fue lo mejor pudo haberle ocurrido, teniendo ellos siempre alguna idea para pasar el rato o lugares a donde ir, además las risas parecían ser habituales con ellos y de eso ya habían sido años. Sin embargo, de todos los jóvenes que había conocido y con los que hoy compartía cada uno de sus días, Sam Holland era uno de los más importantes para ella, él fue el primero que se le acercó en su primer día de clases y rápidamente de volvieron grandes amigos debido a las cosas que mantenían en común, le presentó a sus hermanos (unos chicos maravillosos y a los cuales ella adoraba), su novia y a sus padres, y sintió un tremendo flechazo en aquel instante en que sus ojos vislumbraron al gemelo de su mejor amigo.

Harry Holland, aquel hombre que deseaba ser Director de cine, le había robado el aliento a penas unas semanas de haberlo conocido, su personalidad y sonrisa fueron los gatillantes de su enamoramiento; comprendía que él también tenía un flechazo -como le había comentado una vez-, no sabía con quién y aunque estaba segura de no ser ella, no podía evitar suspirar cada vez que lo veía por los pasillos y sonreír cuando alguien mencionaba su nombre.

Era curioso... ella jamás se había enamorado y pareciera que su primer amor iba a quedar allí, sin concretarse, pero tampoco olvidándose. Solo siendo un amor a distancia, de esos que eran hermosos a pesar de no llevarse a cabo, esos que solían tener un sabor amargo.

Elysia codeó a la mejor amiga de su novio y cuando obtuvo su atención le señaló a una parte del salón con su mirada, invitando a la castaña a ver en la dirección donde se dirigían aquellos ojos marrones, para encontrarse con Harry hablando bastante cerca de una muchacha de rubia cabellera.

Su cuerpo se tensó al ver como él pasaba su mano por la cintura de la chica, acercándola más a su cuerpo y el estómago de Mary se revolvió al ver como ambos reían abiertamente y de forma repentina, sintiendo unas pequeñas nauseas.

-Lo siento Mary -murmuró y la nombrada negó con la cabeza mientras una sonrisa se alzaba en sus labios, mas la mueca no llegó a sus ojos.

-No te preocupes, está bien -Elysia vio con preocupación como el contenido del vaso desaparecía dentro de la boca de Mary con rapidez, realizando una mueca al sentir el ardor en su garganta.

-¿Todo bien mis... hermosas damas? -Rió Sam abrazando a las mujeres por los hombros, arrastrando las palabras.

-¿Acaso estás borracho, Samuel? -preguntó su novia con el ceño fruncido y Mary rió al ver a la chica enojada, siendo seguida por Holland.

El hombre se tambaleó un poco antes de responder.

-No, no, no, no mi amor, yo no...-se detuvo unos segundos con su dedo índice contra su boca, ambas lo miraron con una ceja alzada- Bueno sí, quizás un poco, pero solo un poco eh.

Mary sonrió ante el estado de su mejor amigo y asintió comprensiva cuando la mujer le advirtió que iría a dejar a su pareja a su casa, les deseó un buen viaje y pidió que la llamara cuando llegaran a su destino, recordándoles que tuvieran cuidado en el camino.

Media hora más tarde la muchacha disfrutaba de su tercera cerveza mientras aún convivía con algunos del grupo, muchos de ellos ya se encontraban bajo los efectos del alcohol y decían más idioteces que de costumbre, razón por la cual Mary se mantenía absorbida en sus pensamientos y aun así no perdía detalle de lo que ocurría con cierto chico a unos metros de ella.

Llevaba tres años y medio enamorada de ese idiota, suspirando por él y aconsejándolo en su vida amorosa, a pesar de que ella jamás había tenido una, ayudándole a estudiar para sus materias comunes y apoyándolo en sus proyectos.

Ella paraba su mundo cada vez que él le hablaba y estaba segura de que subiría el monte Everest si tan solo se lo pidiera, por lo que era una lástima que él la viera únicamente como su amiga y sufriera por aquella chica que resultaba ser una incógnita para toda su familia.

-¿Quieres bailar? -preguntó una voz a su izquierda y la mujer se dio vuelta para encontrarse con su pareja de baile, Andrés; quien la veía con una gran sonrisa.

-Solo si me invitas más de estas -bromeó elevando su vaso con cerveza y sonrió al ver como el chico asentía.

-Hecho -aceptó y Mary dejó su vaso vacío en una de las mesas que había a su costado, tomando la mano que el chico le ofrecía.

Caminaron de la mano hasta el centro de la pista e iniciaron su baile al son de la música, aquella de delataba una sensualidad y pasión característica del continente sudamericano y, ellos con sus movimientos, no hacían más que honrar la melodía.

Bailaron juntos gran parte de la velada y lo hicieron con toda la música que el DJ colocaba, sin embargo, Mary no perdía detalle de lo que ocurría con el único Holland que se encontraba en el recinto junto a sus amigos, entre los giros y cambios de posición que hacían entre medio del baile miraba con disimulo a la pareja y algo muy dentro de ella se rompió al verlos besarse con desenfreno, perdiéndose en uno de los pasillos con sus manos sobre el otro.

Just friends |Harry Holland|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora