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PARTE UNO.
5. Caballero.

Con diversión, Hoseok miró la cara enrojecida y los ojos entrecerrados de YoonGi.

—Ah, la Condesa me hizo beber demasiado vino —se quejó el azabache mientras se giraba hacia el espejo. Hoseok, a sus espaldas, rió por lo bajo, con los brazos cruzados sobre el pecho.

Bajó su mirada hacia sus amplios hombres y comenzó a desanudar el listón dorado que había puesto horas antes alrededor de su cintura.

La mirada de ambos se encontró en el reflejo del espejo y Hoseok sonrió.

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—¿Se siente bien? —inquirió YoonGi, con voz ronca y queda.

Se había colocado frente a Hoseok, y le abotonaba con torpeza la camisa blanca.

—Sofocante —respondió el criado, mientras YoonGi le colocaba un ajustado chaleco negro y jalaba los delgados cordones para ajustarlo en su cintura—. ¿Cómo soporta esto?

YoonGi le miró cortamente, antes de volver a su trabajo de tirar de los cordones.

—¿Crees que esto es sofocante? —susurró, ayudándolo a colocarse una chaqueta del mismo color que el pantalón.

Hoseok admiró sus ojos oscuros concentrados y sus labios entreabiertos, y tuvo que obligarse a dejar de mirarlo.

YoonGi dedicó una sonrisa diminuta al mirarlo afirmar con la cabeza, antes de tomar el pequeño broche azul que Suran le había regalado y colocárselo en el pie de cuello de la camisa.

El criado miró su reflejo con una sonrisa orgullosa cuando YoonGi se hizo a un lado.

—Vestido de esa forma, pareces un caballero también —el de ojos gatunos rodeó el espejo de cuerpo completo hasta quedar detrás de él, observando a Hoseok con una mano enguantada en su barbilla.

Hoseok no lo miró, vio su reflejo con los ojos brillantes y acarició la joya azul de manera distante.

—Creo que sé... —siguió hablando YoonGi, sin dejar de mirarlo mientras las comisuras de sus labios se curvaban ligeramente hacia arriba—, lo que la Condesa quiso decir —al no obtener ni una respuesta ni una mirada, siguió murmurando con inocencia—. Tu cara... cada noche en la cama, he comenzado a pensar en tu cara.

El criado dejó de mirarse de golpe. Miró al azabache mirarle con una pequeña sonrisa y bajó la cara de golpe.

—No sea tonto, amo —susurró, sonriendo sin poder evitarlo.

YoonGi agachó el rostro mientras el castaño se alejaba del espejo rápidamente y lo rodeaba para llegar a su altura. Se situó frente a él sin mirarlo y tomó las suaves solapas de la chaqueta blanca para acto seguido quitársela lentamente, dejándola caer al suelo. Le dedicó una mirada indecisa junto con una sonrisa apenas visible, viendo como la mirada de YoonGi también vacilaba.

Hoseok pensó, con cierta diversión, que YoonGi era como su muñeco. Todos aquellos botones y cordones eran para su entretenimiento.

주인 ( 솝 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora