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[🍑]

PARTE DOS.
5. Lo siento.

—¡Él no tiene a nadie en este mundo, si lo asustas se cerrará como una almeja! —reclamó Hoseok, luego de tener una discusión con Suran.

YoonGi, escondido entre los arbustos, bajó la mirada y se dio el lujo de soltar una carcajada queda. Llegó a sus oídos la voz de Hoseok nuevamente, pero no fue capaz de entender lo que dijo, y cuando volvió a mirar, el castaño ya se alejaba, furioso.

—¿Lo ves? —dijo Suran sin mirarle, encendiendo un cigarrillo y acercándose a él tras asegurarse de que Hoseok no les vería—. Si no das la impresión de querer este matrimonio, él puede lanzar otro ataque y negarse a seguir con esto. Sé más convincente cuando pretendes amarme.

—No puedo hacerlo —respondió el joven con simpleza.

Suran giró el rostro para verle.

—¿Qué?

—Quiero renunciar.

La mujer maldijo en voz baja.

—¿Qué pasa con ustedes dos? —murmuró—. ¿Te sientes mal por él?

YoonGi no respondió, ganándose una carcajada.

—¿Qué demonios dices? —la Condesa dejó salir el humo mientras hablaba, mirando el cielo.

—Lo siento, Suran.

Ella lo miró con los ojos fruncidos.

—¿Sabes lo que dijo el pobre Hoseok de su amo? —se carcajeó al ver la mirada expectante de YoonGi—. Que eres demasiado ingenuo como para averiguar lo que una mujer quiere incluso si aprietan tu pene. Dijo que estaba siendo agradable por lástima, pero que te lo habías creído —YoonGi apretó los dientes, viéndola con todo el enojo del mundo—. ¡Que eres tan tonto! —el azabache miró a otro lado, con los puños apretados—. La cara de ese sirviente ingenuo...

...

—La ama —aseguró Hoseok, con sus ojos de ciervo.

—Incluso si digo que amo a otra persona... —dijo YoonGi, viéndole con desesperación—. Yo... que no tengo a nadie en este mundo... ¿todavía quieres que me case con ella?

Hoseok asintió.

—La amará.

YoonGi apretó los dientes y le abofeteó fuertemente, con un nudo en la garganta. Hoseok le miró con confusión y con algo de culpabilidad antes de que el azabache volviera a golpearlo, esta vez con más fuerza. Lo alzó del suelo bruscamente, con un dolor creciéndole en el pecho y lo empujó hasta sacarlo de su cuarto. Lo derrumbó sobre su pequeña cama, en la diminuta habitación cruzando el pasillo y estampó la puerta para evitar que le siguiera antes de encerrarse a sí mismo en su propio cuarto.

—¡YoonGi! —le escuchó gritar.

Respiró agitadamente, con dificultad, mirando con los ojos llenos de lágrimas la puerta que acababa de cerrar frente a sí y escuchando los sollozos de Hoseok. Caminó pesadamente hacia su armario, arrastrando una silla, y trepó para alcanzar los cajones más altos.

주인 ( 솝 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora