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[🍑]

SEGUNDA PARTE.
2. Sirviente.

Dime, Juliette” —dijo YoonGi de manera rasposa, imitando la voz de un hombre más viejo mientras alzaba su mano al frente, con la palma hacia arriba—. ¿Deseas que este joven caballero impetuoso te salve?

Sonrió y negó lentamente.

La Duquesa negó con la cabeza —continuó leyendo con voz calmada y profunda—, para mi gran decepción.

Alzó la mirada para ver profundamente el rostro de uno de los coleccionistas en la sala.

Ahora... mi valiente caballero” —pasó su mirada oscura lentamente de rostro en rostro, deteniéndose en una mujer que no había visto jamás, de cabello corto y oscuro, pequeña y de facciones suaves.

Oh, un rostro nuevo.

«—Ahora... mi valiente caballero, cuando ves estas viejas cicatrices y las frescas heridas rosadas, ¿qué sientes? —preguntó él, pasando suavemente su mano por la maltratada piel de la chica.

Le miré durante largos segundos.

—Me da pena esta pobre mujer. Deseo lamerla y lamerla, acariciarla y acariciarla.

—Si la compadece así —respondió él a su vez—, ¿por qué no toma su lugar y deja que lo azoten por ella?»

La Duquesa levantó el látigo en el aire y luego... —continuó leyendo YoonGi, y miró a una coleccionista reír con emoción cuando imitó el ruido de un látigo—. Y otra vez... —imitó nuevamente el sonido de un látigo estampándose con la carne dos veces más, viendo como el rostro de algunos de los coleccionistas en la sala se llenaban de dolor—. Mi pene se volvió dolorosamente erecto.

«—Si ella pudiera ser tuya por diez minutos... —inquirió el caballero, a centímetros de mi rostro sudoroso—. ¿Qué darías a cambio?

—Lo que tú corazón desee —respondí sin mirarle—. Cualquier cosa en este amplio mundo.»

Una vez que el Duque me desató, me senté en la silla, la atraje hacia mí —leyó YoonGi, sin expresión, su voz alta e inflexible—, y deslice mi pene en su trasero.

Se detuvo para mirar a todos en la sala, intentando que el asco que sentía no se mostrara en su cara.

Oh, Juliette, Juliette—siguió, imitando la voz del anciano del relato—. Cuando sentí que el Duque se acercaba por atrás, una cuerda se deslizó alrededor de mi garganta. El Duque apretó lentamente la cuerda: como un hombre que se ahoga tomando pajitas, tiré de las corrientes arremolinadas de su cabello. Entonces el Duque habló: “Los diez minutos están por terminar—pasó la página, mirando fijamente el rostro orgulloso de su tío—. “Lentamente querido dijo la Duquesa, “todavía no he saboreado por completo su dolor” —sus ojos oscuros se posaron nuevamente en la coleccionista nueva, la de pelo corto y labios rojos que jamás en su vida había visto hasta hacía unos minutos—. “¡No!” el caballero gritó: “¡No te detengas! Por favor, déjame morir —sus ojos fruncidos no se apartaron de la chica—. “En medio de este dolor, de este dolor sofocante —calló, bajo la mirada agitada e incómoda de la mujer, y de los demás coleccionistas.

주인 ( 솝 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora