Capitulo 2.- Fiesta de Compromiso

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Solo la entrada del gran edificio era imponente pero aunque se sintiera otra vez como esa pequeña niña que algún día fue reunió el coraje necesario para caminar y llevar acabo lo que le había dado tantas vueltas estas últimas noches.

Llego al piso donde se encontraban las oficinas de su futuro esposo, Alena pensaba que tal vez esto había sido una mala idea, pero ya estaba aquí total no tenía nada que perder, se acercó a la señorita que se encontraba tras ese gran escritorio imponente.

-Buenos días quisiera hablar con el Sr. Ganzerla – 

La señorita que se encontraba del otro lado la vio de arriba abajo - ¿Para qué asunto?- 

-Temas  personales-

-Pues lo siento, él no puede recibir a nadie sin cita aparte esta por entrar a una junta- dijo en tono tajante la empleada.

-No necesito cita para ver a mi prometido- dijo Alena reuniendo toda la seguridad que tenía en su cuerpo no se iría de ahí hasta hablar con él – Ahora si es tan amable puede decirle que estoy esperando-

La trabajadora veía Alena como si le hubieran salido tres cabezas y con el ceño fruncido se levantó para dirigirse a un par de puertas.

-Disculpe Sr. Ganzerla afuera se encuentra una mujer que sea verle-

Sin despegar la mirada de los papeles que tenía en su mesa – Sabes que no recibo a nadie sin citas-

-Lo se Sr.  pero ella insistió y dice que es su prometida- carraspeo la empleada

Rodrigo Ganzerla dejo lo que estaba haciendo para recibir a la futura integrante de su familia, vio como entraba de manera nerviosa pero rápidamente, se sorprendió al verla ya que la última vez que la vio tenía como tres años.

-¿En qué puedo ayudarla señorita Kloss?-  el hombre hablo mientras le indicaba donde tomar asiento.

-Bueno… creo que debe de tener una idea porque me encuentro aquí-  El asintió para que ella siguiera hablando – Creo que no me puedo casar con alguien que no quiero y mucho menos que no conozco para mí no es un juego y sinceramente nadie pregunto mi opinión cuando yo soy la principal en esto- 

-Lo entiendo perfectamente- 

-Y por último usted no me atrae y además que puedo ser su hija- dijo Alena mirando al suelo.

El señor Ganzerla sonrió ante el comentario de su prometida  pero todavía no la sacaría de su error -¿Otra cosa que decir querida?-

-¿Qué se cancele el compromiso?- pregunto conversando un poco de esperanza.

-Lamento ser yo quien te lo diga querida pero no puedo romper ese contrato ya que en estos momentos no puedo darme el lujo de ir a juicio y perder parte de mi capital-

Rata usurera pensó Alena – ¡No es justo me rehusó a casarme! Soy una persona no una moneda de cambio, por dios no estamos en la edad de piedra, como puede hacerme eso- La pobre joven estaba controlando su tono para que no sonara débil y las lágrimas para no salir-

Solo es cuestión de tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora