Capitulo 4.- Londres

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Lo que se suponía que sería su noche de bodas Alena se encontraba en la pista de donde saldría el avión privado para volar a Londres, estaban subiendo sus maletas, se sentía sola desorientada pero no lo demostraba, vio como Gabriel se bajaba del auto y daba indicaciones a su chofer y escolta.

-Alena tendrás que viajar sola esta noche- se acercó Gabriel – Me ha salido un imprevisto que tengo que resolver-

-Quien era ella para hacerle una escena por abandonarla ese día –Está bien- fue lo único que pudo articular.

-Cuando llegues a Londres un auto te estará esperando  para llevarte a la casa no tienes que preocuparte por nada-

Una aeromoza se acercó a la pareja –Está todo listo para abordar-  

La recién casada asintió –Gracias-

Gabriel sentía que debía despedirse de una manera  que no fuera seca, si era una completa desconocida que se había convertido en su esposa unas horas atrás, así que la acompaño a las escaleras del avión y de despidió de un beso en la mejilla – Nos veremos en Londres-

Y eso fue todo vio como Alena se perdia en el interior del avión, no se fue del lugar hasta que hubiera despegado y el avión estuviera encaminado en el aire, ahora tenía un asunto que resolver que se llamaba Regina.

**

Gabriel llego a su departamento que tenía en la quinta avenida no era sorpresa que Regina lo estuviera esperando había unos momento en que se sentía atosigado con ella pero no se había desecho de ella porque significaba un buen rollo.

-Veo que me preferiste a mí- dijo Regina acercándose como un tigre asechando a su presa.

-Tenemos que hablar –

-Hablar es aburrido mejor hagamos otra cosa- dijo mientras lo intentaba besar.

-Esto tiene que terminar, no podemos seguir viéndonos- dijo Gabriel mientras la tomaba de las manos para que dejara de tocarlo. –Además que pensabas en ir a la boda-

-¿Por qué? ¿No le quieres ser infiel a la tonta de tu  esposa?- se burló Regina –Christian me invito y pues no me perdería por nada este momento, aunque no sé creo que no le gusto el vino que le regale- Regina soltó una risotada malévola.

Gabriel comprendió porque cuando entro vio manchas que parecían ser vino y porque Alena tenía una enorme mancha en su vestido.

Ella no tenía la culpa de sus decisiones y mucho menos de las mujeres de su pasado.

Gabriel se sintió molesto por el tono que empleaba la mujer que se encontraba con el -Se llama Alena recuérdalo muy bien, porque será ella la que aparezca de mi mano en cada evento y titular-

-¡Pero no la amas!- le espeto.

Eso era cierto yo no la amaba de hecho no tenía ningún sentimiento por ella pero ¿Por qué la defendía?

Solo es cuestión de tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora