—¿Q-Quién es?, ¿q-qué es lo que quiere? —pregunta con voz temblorosa, del otro lado de la puerta, a la espera de escuchar una respuesta de nuestra parte. —¿Son ustedes chicos?—Somos nosotros, Cyn —respondo de manera cansina pensando que, probablemente, si no se tratara de ella le hubiese gritado a cualquiera que estuviese del otro lado. —Ábrenos, por favor.
La madera cruje un poco cuando la puerta comienza a ceder sobre mi escaso peso infringido, revelando a la ya conocida y bella señorita Powell, misma que nos mira a todos con un rostro surcado por la incertidumbre la cual desaparece para ser reemplazada por un repentino y profundo alivio.
—Oh, Dios mío... ¡John!, ¡chicos!... Estaba tan preocupada...
Trato de ignorar el hecho de que lo ha notado específicamente a él, que viene justo detrás mío recargado en los hombros de Ringo y Stu, a pesar de que soy yo el primero en aparecer en su campo de visión.
De verdad intento que el verla corriendo hacia su encuentro, pasándome olímpicamente, no me afecte en lo absoluto, pero no puedo. Joder, no puedo... ¡es la chica que me gusta! La chica que me vuelve loco y la misma que está enamorada de la persona que más admiro.
—Estamos bien, Cyn... —le digo, no pudiendo evitar que mi voz suene tan despectiva, pronunciando su nombre entre dientes mientras ingreso en la calidez del interior de la granja—, sólo... tuvimos algunos problemas con el clima.
—Oh, John, ¿qué te ha pasado?, ¿estás bien? —le pregunta con las manos en su pecho, mirando directo a sus ojos e ignorándome de nueva cuenta; John se limita a besarla un poco y a murmurarle una serie de palabras que no logro escuchar del todo bien.
Los chicos se apartan -muy tarde debo decir-, para darles más espacio, por lo que ahora el peso de Lennon está sobre ella.
—Yo muy bien, gracias por preguntar —el sarcasmo se hace presente en mi boca, llamando la atención de todos, especialmente la de Stu, quien me dirige una mirada cargada de advertencia, pues él también está enterado de mis sentimientos hacia la rubia teñida.
—Lo siento —Cynthia se disculpa apenada, con un tono de voz que hace que un pinchazo de culpa aparezca en mi pecho. — ¿Están todos bien?...
—Lo estamos —le interrumpo, detestando cada segundo de hostilidad en mi cuerpo. —Creí haberlo mencionado antes.
Cynthia deja de mirarme cuando mis orbes, -para nada amables-, se posan en los suyos, esforzándose ambos por tratar de convencerme de que no les atrae lo que ven. Utilizando la mezquindad como mecanismo de defensa contra la dulzura que ella siempre despide.
—¿Cuál es tu maldito problema, Harrison? —. John, quien tiene una pierna lastimada y cuya herida estaba en peores condiciones apenas ayer, me cuestiona con una irritación que me hace sentirme un poco menos altanero y mucho más deprimido de lo que ya venía.
—Ninguno, amigo —le respondo sin mirarlo, recorriendo el suelo lentamente y dándome cuenta de que el polvo lo cubre todo. — Ninguno.
A nadie le está afectando este estúpido viaje tanto como a mí, que he estado de un pésimo mal humor desde que nos topamos con aquella zanja en la que John cayó y se lastimó la pierna, teniendo que lidiar con sus arrebatos de ira constantes y ahora con la compasión que Cynthia le tiene, misma que él para nada merece.
—¿Dónde está, Jody? —Ringo pregunta tras cerrar la puerta, ayudando a John a llegar hasta la estancia, entre tanto, Stu se encarga de abrirles paso moviendo los obstáculos de su camino.
Cynthia parece perturbada con aquella pregunta, frunciendo el ceño con una confusión que jamás le había visto en los años que tengo de conocerla.
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The Fool On The Hill | McCartney.
FanfictionUn joven solitario que desea ser amado. Una chica inocente que sabe amar. Ambos soñadores de sus propios anhelos. Ambos un par de románticos que se han de encontrar. "El amor es el principio de todo, la razón de todo, el fin de todo." -Lacordaire. T...