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Joaquín.

¿Recuerdas nuestro primer viaje juntos?

—¿Qué planes tienes para estas fechas?

Me preguntaste, mientras yo escribía una de esas historias que tanto te gustaba leer antes de ir a dormir.

—No sé… trabajo ya sabes

—¿Y si hacemos algo diferente?

—¿En qué estás pensando?—

—En viajar

—No tenemos días libres Emilio.

—Yo me encargo de las presentaciones, ¿Puedes pedirlos en el estudio?

—Puedo intentarlo.

—Vamos a Nueva York— propusiste emocionado.

Me entraron escalofríos al pensar en el avión.

—¿Tan lejos?—

—A nueva York hay que ir al menos una vez en la vida.

Me convenciste. Y pensé que no quería morirme sin pisar Nueva York.

Emilio.

El gran día había llegado, merecíamos estás vacaciones. La emoción estaba presente. Mi pequeño parecía nervioso al parecer por el vuelo.

— Tranquilo, siempre cuidaré de ti— apretaba su mano con más fuerza mientras comenzaba el vuelo.  Durante el viaje, no despegue mi mano de la suya.

El cielo nos recibió enfurecido y nublado. Nos miramos encogiendonos de hombros, no llevábamos paraguas. Obviamente, nos mojamos, pero ¿por qué nos iba a importar que las gotas de lluvia nos dejarán empapados? Estaba en Nueva York con Joaquín Bondoni, el amor de mi vida. La lluvia solo nos abrazo y cantamos bajo ella...

Joaquín.

¿Te acuerdas de la canción? Deja que te la cante:

Y despegué los pies de la tierra

Llegué a la luna en plena tormenta

Por ti aprendí a bajar las estrellas

•••

¡Si! ¡bien! Me encanta oírtela cantar de nuevo, aunque sea muy bajito; apenas un murmullo que se evapora como el viento mientras observas distraído mi cuerpo intubado. Como si no quisieras molestar. Tranquilo, no me molestas.

Si al final tengo tu amor.

Me encanta nuestra canción. La cantaste cuando me pediste ser tu novio, la cantamos juntos en tantas presentaciones. ¡Nuestra canción!.

Prométeme una cosa; no la dejes de cantar nunca. Deja que nuestro público aprenda de experiencias vitales ajenas; los sentimientos que conseguían revolvernos las tripas. Muestra a la gente nuestra historia en esa canción, hazles ver que todos buscamos lo mismo: la felicidad. El amor. Los momentos.

Vuélvela a cantar por Nueva York como lo hicimos y bailala, te prometo, me sentirás  contigo. A tu lado. Cantandola y bailandola junto a ti bajo un feo día de lluvia que resulte ser el más hermoso. Son ese tipo de días en los que la gente prefiere encerrarse en sus casas, tapados con una manta con un montón de golosinas y una comedia romántica. Son ese tipo de días en los que no encuentras un alma en la calle. Son ese tipo de días en los que merece la pena salir y disfrutar del aroma de la lluvia.

Poner mi mano sobre tu pecho, que me rodearas por la cintura y movernos al compás de la música, aunque en ese caso la cantábamos nosotros. Es uno de los momentos más preciosos que recuerdo contigo. Son los que más voy a echar de menos. ¿Ves? No tienes que estar triste. Te dejo. Pero te dejo un montón de recuerdos y de imágenes que espero vuelvan a tu mente cuando más las necesites.

La vida te recompensará este sufrimiento Emilio. Aunque ahora no lo puedas ver. Te dolerá mi ausencia. Mañana, pasado, durante meses, dos, cinco... Tal vez años. Pero la vida sigue Emilio.

El sol sale cada día y la luna te acompañará todas las noches. Cada que veas al cielo. Ahí me encontrarás. A lo mejor no seré la estrella que más brille o la que más destaque, pero ten por seguro que sí seré la que te proteja a lo largo de tu vida. Tendrás una vida larga y feliz. Así lo espero, mi amor... y, cuando volvamos a vernos, te tomaré con fuerza y seré yo quien te proteja entre mis brazos para que no tengas miedo jamás mi rizado.

Quédate conmigo para siempre / Emiliaco. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora