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Emilio.

Y  fue justo al ver aquella foto donde todo mi interior se destrozó. 

Joaquín, con un completo desconocido que más bien parecía conocer muy bien. Sentía mi sangre hervir. No podía soportar la incertidumbre así que quedé con mis dos amigos en un café para que me contaran lo que sabían. 

Llegué y ambos se encontraban ya con su bebida en mano. 

Recuerdo que la última vez que estuve aquí, tome una actitud estúpida. Preferí ignorar a Joaquín y concentrarme en María, a los cuatro días ya estaba tomando una decisión que por lo vivido hasta hoy, no fue muy buena. 

No digo que esa mujer que ahora es mi pareja sea mala. No lo es. Tiene un carisma inigualable y una seguridad impresionante. 

Pero, echo de menos la ternura, las torpezas, los abrazos y los besos de mi pequeño.

—Emilio, hermano— Diego se levantó de la mesa y me dió un fuerte abrazo, Emmanuel imitó el acto.

—¿Cómo estás? Espero que ya mejor—  hablo el mayor y nos incorporamos a la mesa. 

—Ustedes están conmigo siempre, jamás puedo mentirles— pase saliva e inhale algo de aire para después soltarlo lento.

—Ya dilo, ¿qué pasa? — Emmanuel ya se mostraba preocupado 

—Bien. Suelen etiquetar cosas sobre Joaquín en mi Instagram. Yo dejé de ver sus redes sociales por un tiempo— saque mi celular y les mostré la imagen—Al parecer mi pequeño... bueno...Joaquín encontró a "su persona"— simule comillas con los dedos .

—No mames, está súper mamadísimo— Emmanuel le dió un golpe en la nunca, haciéndonos soltar una pequeña risa por el sonido

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—No mames, está súper mamadísimo— Emmanuel le dió un golpe en la nunca, haciéndonos soltar una pequeña risa por el sonido.

—No ayudas idiota—aun cuando en mi mente le daba la razón a mi amigo. —Ni siquiera son los gustos de Joaquín— rodé los ojos.

—Me gusta ver a Joaquín feliz, tú fuiste quién decidió esto hermano.

—Esta vez coincido con Diego.

—No vine para hablar ahora de eso. Ustedes aún tienen contacto con Joaquín o sus amigos, díganme qué saben… 

— Si eso quiere... — el mayor hizo una mueca y Diego asintió lento —se llama Eduardo y al parecer hace feliz a Joaquín— 

—Y esta bien perro mamado, por lo que veo— agregó Diego 

—Tú ni ves—  dijo Emmanuel para después soltar su risa nada discreta que lo caracteriza.  Gracias a estos dos mi vida era más amena. 

  Emmanuel sacó su celular  y me mostró un par imágenes de las cuáles no tenía conocimiento. 

 

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Quédate conmigo para siempre / Emiliaco. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora