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Joaquín.

La mañana siguiente me sentía indispuesto, sin embargo me levanté de la cama. Tomé un café y me aliste para tomar una ducha, antes, me pare frente al espejo y observé que mis ojos estaban demasiado hinchados de tanto llorar. En ese momento volvieron a mí mente las palabras tan hirientes que le dije a Emilio, con ellas se hicieron presentes los recuerdos de aquella relación que parecía que no tendría un  final jamás. Emilio me comprendía, él tenía siempre cosas que hacer pero nada era más importante que yo. Solo quería que estuviera en ese momento, abrazándome como él sabía, deteniendo en sus hombros mi cabeza, mis problemas, deteniendome la vida.

Emilio era una persona lo suficientemente madura, tenía claros siempre sus sentimientos y sabía lo que quería sin dudar. Me aterraba la idea de que no quisiera volver, pero estaba dispuesto a aceptarlo. Después de todo mi comportamiento había sido muy inmaduro al correrlo. Mi sorpresa fue que al salir de mi ducha, tenía un mensaje de él, después de lo mal que me había portado, él quería hablarme. Sin duda, su corazón era tan enorme como el amor que tenía por mí. Salte por la habitación, de verdad tenía a una persona maravillosa a mí lado.

Emilio

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Emilio.

Llevaba mi llave, y al abrir la puerta te encontré sentado en el sofá, tenias tú laptop sobre las piernas, al parecer escribías una de esas historias en las que describias como te sentías. Tomé tu mano para que te levantarás y te acerque a mi jalando tu cintura a mi cuerpo, posaste tus pequeños brazos en mis hombros y con un pequeño estirón lograste llegar a mis labios para besarnos suavemente, tuvimos que parar debido a que perdimos la respiración. Te necesitaba tanto Joaquín.

Después de esa calidad bienvenida, eche un vistazo a la pantalla curioso de ver lo que habías escrito, leí un párrafo en voz alta.

« Cuando pierdas algo, no lo busques. Sal de casa, y distráete, olvídate del objeto perdido. Aparecerá, probablemente cuando no lo esperes o cuando ya no lo necesites.

—Yo ya no te necesito más a mí padre—interrumpiste mi lectura murmurando, tomé tu delgada cintura con fuerza y continúe leyendo.

Quizá no haga falta como piensas. A lo largo de la vida perdemos muchas cosas, ganamos otras y vuelven las que de verdad nos pertenecían. Buscar es una manera estúpida de perder el tiempo. Y el tiempo perdido, no se recupera jamás.»

—Me encanta. ¿Por qué no lo presentas a alguna editorial?— te pregunte emocionado.

—No sé. Es algo íntimo. Forma parte de mí y mis vivencias. Me da vergüenza que lean lo que escribo.

—Entonces, ¿Por qué escribes?

No supiste que responder a esa pregunta. Pero nos habíamos reconciliado, ¿qué importaba ahora eso? Después lo hablaríamos. Te besé. Te di todos los besos que no te había dado a lo largo de la peor semana de mi vida. Y volvimos a hacer el amor como al principio. Sí era cierto que habíamos perdido la pasión y el encanto de aquellos días en los que descubrimos nuestros cuerpos por primera vez. Nuestro enfado nos había venido bien para volver a la pasión del principio e intentar no perderla nunca.

Quédate conmigo para siempre / Emiliaco. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora