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-Este lugar es una mierda.-Giro su torso, mirando al rededor, con las manos en los bolsillos de su campera.-No te volveremos dejar a elegir la disco.-Se dirigió a su amigo de cabellera celeste viejo.

-Los tragos son buenos.-Le dio un sorbo a su margarita.

-Gracias, Killer.-Agradeció el acusado de mal gusto con una genuina sonrisa.

El pelirrojo sólo resopló y se sentó en una de las bancas de la barra.

-¿Que hora es?.-Le pregunto al rubio.

-Van a ser las doce.

-¿¡Apenas van a ser las doce!?.-Gritó pero mucho no se lo alcanzaba a oír, la música estaba a un volumen muy alto.-¿Y Wire?, ¿Ha dicho algo?.

-No, no respondió ningún mensaje, se habrá quedado dormido.-Habló Heat.-Viene estudiando como loco para los exámenes de la próxima semana, escogió una universidad bastante exigente.

-Es un idiota.-Masculló el pelirrojo. Le hizo una seña al barman para que se acercara.-Tráeme un Gin tonic.-El chico asintió y puso manos a la obra para comenzar a preparar el cóctel.-Espero que esta noche termine rápido.

Y de hecho no, se le hizo eterna.

Miraba la hora en su celular a cada rato, sus amigos ya estaban entonados y hablando con un par de chicas. Él mantuvo la distancia de ellos, sentado dos bancas al costado de donde se encontraban. Tenia los brazos flexionados sobre la barra, en una mano sostenía un Whisky y a su alrededor se encontraban los vasos y copas vacías que habían sido sus únicas víctimas esa noche. Había sido una mala cazeria, ninguna chica se le había acercado y de las pocas que vio, ninguna le llamó la atención. Aún así, se había sentido observado toda la noche.

Las luces del lugar lo estaban aturdiendo, las coloridas le molestaban a la vista y las de flash le hacían perder un poco la noción sobre donde estaba.

El alcohol fluía por su cuerpo como la sangre fluía por sus venas, sus ojos buscaban un lugar fijo al cual mirar mientras se mantenía absorto en sus pensamientos.

¿Que sentido tenía hacer lo mismo cada fin de semana?, ¿Acaso pasarla siempre de fiesta lo hacía feliz?.

No, no lo hacía pero estando ebrio en los brazos de la chica de turno lograba olvidarse por unos momentos de las cuestiones que lo agobiaban y le daba la sensación de haber llenado ese vacío que tenía en su interior.

Era un muñeco de porcelana resquebrajado y hueco que se llenaba con alcohol y otras sustancias para sentirse saciado con la vida al menos por un par de días a la semana.

Se bajó de un trago lo último que le quedaba de su bebida y dejó el vaso a un lado, junto a los otros soldados caídos.

-Hey.-Llamó al bartender. Este estaba preparando otro cóctel de espaldas a él. Lo ignoró.-Hey.-Volvió a llamar. Su cabeza comenzaba a agacharse fuera de su voluntad.

El chico terminó de preparar el trago y fue hacia el otro extremo de la barra, lo siguió con la mirada. Se lo entregó a una chica que estaba sentada en aquel extremo de la barra circular, justo en frente a Eustass, ella le mantenía la mirada fija, con una tenue sonrisa dibujada en sus labios.

Kid frunció el ceño y le mantuvo la mirada, las luces no le dejaban ver bien las facciones de su rostro, tampoco podía ver bien como iba vestida, sólo podía distinguir sus ojos penetrantes, seductores, y sus labios pintados de rojo carmesí. Sin apartar la vista, le habló al barman. Este volteó y miró al pelirrojo, tomó el trago y caminó hacia él.

-Este tragó va de parte de la señorita de allí.

-¿Quien es?.-Le preguntó.

-No lo sé, no dijo su nombre.

Co-workers (Kid y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora