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Como el rubio había prometido, la cena de esa noche fueron rollos de col. Aunque el horario de ir a la cama se había extendido un poco. Kid tenía problemas para conciliar el sueño, no estaba acostumbrado a dormir en una cama tan grande, en una habitación tan ajena, tan de adulto y ni siquiera estaba usando pijama, estaba utilizando una remera que le iba enorme de color blanco, parecía que usaba una especie de vestido.

Se había quedado con la habitación de huéspedes debido a que las otras dos habitaciones aún no estaban disponibles. Aparte de la habitación en la que él se encontraba y la de Rosinante, habían dos más, una que estaba funcionando de oficina secundaria para el rubio y otra que solía ser la habitación de Doflamingo cuando estos dos vivían juntos.

El azul oscuro de las paredes, el edredón gris, la lampara veladora no era un cohete, no habían estrellas de neón pegadas en el techo, las almohadas eran cómodas pero demasiado grandes para su pequeña cabecita, las sábanas estaban frías, olían a lavanda pero no era lo mismo que el suavizante de tela que usaba mamá. Esperaba que todo fuera una mentira, una broma de muy mal gusto, una pesadilla. Esperaba que en algún momento la puerta se abriera y por ella entrara la mujer pelirroja con sus mejillas sonrosadas y el cabello atado en un moño, con su uniforme de secretaria desarreglado, con la camisa fuera de la falda y con algunos botones sueltos, en pantuflas, sonriente. Quería que se sentara a su lado y le besara repetidas veces las mejillas, quería abrazarla y decirle que la amaba, que la extrañaba, que le hacía falta. Cerró los ojos y por un segundo se imaginó la noche anterior, le parecía irreal que ya no pudiera volver a sentir su calor otra vez, no poder abrazarla y sentir en el cuello de su camisa el olor a cigarro mezclado con el perfume con aroma a fresas que le había regalado para el día de las madres.

¿Como fue posible?, ¿Como era posible que de un día al otro ya no estuviera?.

Se volteó sobre la cama y se tapó con la sabana hasta la cabeza.

-Es un sueño, es un sueño.-Repitió con la voz quebrada, se había puesto a llorar.-No es real.

Se cubrió la boca con la mano para ahogar un sollozo, no quería que Rosinante se enterara de lo mal que estaba.

Sintió un peso extra en el colchón, una mano le acarició la espalda por encima de la tela. sintió que lo estaban descubriendo, se tapó la cara con ambas manos. La caricia subió hasta su cabello, enrredó sus largos dedos en el cabello rojizo del niño y le dio una suave caricia.

-¿Necesitas un abrazo?.-Habló con un tono amable,  se le partía el corazón al verlo así.

-Estoy bien.-Murmuró.

-¿Quieres ir a dormir a la sala?, te dejaré ver caricaturas hasta que te duermas.

-Sólo quiero...llorar.

-Esta bien, ¿Quieres que te deje sólo?.

Asintió con la cabeza.

-Iré a prepararte un chocolate caliente, ¿Quieres?.-Le dio una última caricia y se puso de pie.-Estoy seguro de que te gustará, creo que tengo malvaviscos también. En un rato regre...

-Espera.-Lo detuvo antes de que cruzase la puerta.-¿Puedo ir contigo?, esta habitación es muy oscura y...

-Por supuesto, hay unas batas y unas pantuflas en el mueble, te quedarán un poco muy grandes, pero es para que no cojas frío en la cocina.-Le sonrió y giró el domo de la puerta.-Iré calentando la leche.

Dicho  eso desapareció, Kid bajó de la cama de un salto y corrió al armario tomó rápidamente las prendas y corrió de aquella habitación tan siniestra lo más rápido que pudo.

Se puso las pantuflas y la bata, ambos le quedaban enormes. Tuvo que agarrar la bata con las manos para andar, no logró que no se arrastrase por el suelo pero consiguió no tropezar con ella.

Co-workers (Kid y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora