Capítulo 4

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Ingresó al hogar, preocupandose de lo silencioso que este se encontraba. Recorrió el pasillo hasta encontrarse frente a la habitación que compartía con Katsuki. Y al abrir la puerta le dio la impresión de estar dormido a primera vista. Se sentó al borde de la cama junto a él.

Su mirada rojiza estaba vacía, dirigiéndola hacia la pared del cuarto. No tenía ninguna expresión en particular. 

— Hey —llamó la atención del rubio, quien lo miró vagamente.—¿Cómo estás?

Tardó unos segundos en contestar.

— Bien.— contestó sin más, sin cambiar su expresión. 

Había pasado mas de un mes desde aquello. El pelirrojo estaba desesperado, partiendo su alma y corazón ver al objeto de su amor en esas condiciones. Daría su vida entera solo para volver a verlo tan feliz como era, o queriendo que al menos se molestara, que rabiara contra el mundo y que gritara. Alguna reacción. La que fuera. 

Pero no había nada. 

Bakugou no sentía ni expresaba nada. 

Se inclinó para besar su frente. 

— ¿Has comido algo?— el rubio negó con la cabeza. Le sonrió mientras acariciaba una de sus mejillas con cuidado, temiendo romperlo. 

Romperlo mas, si es que se podía. 

— Acompáñame a la cocina, prepararé algo para ambos. 

///

— ¡Tengamos un café temático! 

— Demasiado trabajo.— le contestó el rubio explosivo.— tengamos una lavandería.

— Aburrido.— bufó la rubia. 

Katsuki pensaba en algún negocio. Tenían millones en efectivo oculto en el medio de un espeso bosque. ¿Y qué explicación daría? lo necesitaba para lavar el dinero ganado y justificar ante sus cercanos, a la justicia y al estado. 

— Una librería de manga.— dijo con emoción en sus ojos. 

Ambos rubios miraron al peliverde, haciendo que se pusiera nervioso. 

— Nah, demasiado nerd. 

— Ay.— dijo con pena. Murmuró en su asiento, pensando en otra mejor idea. 

— ¿Y algo web?

— Tiene que ser una tienda física.— respondió Bakugou.— Eso justificaría mis salidas repentinas de casa. 

— Uy, tienes una vida ocupada como waifu.— molestó con malicia al cenizo. 

Lanzó como un proyectil el objeto mas cercano que tuvo en sus manos en dirección a Himiko, que fue una taza con café que apenas si alcanzo a esquivar mientras reía como desquiciada. 

— ¡Un bar Karaoke!— gritó el peliverde otra vez. 

— ¿Ah?— exclamó el rubio explosivo. 

— Piénsalo Kacchan. Es un negocio de 24 horas, por lo que no sería raro que salieras a mitad de la noche y no requiere demasiado mantenimiento. Cerca de mi agencia quebró una muy popular por la mala administración. Ahora está a la venta. 

Era una buena idea. Ingresa y sale gente a mucha hora por lo que no levantaría sospechas. Y si era un local ya ambientado no requeriría demasiadas remodelaciones. 

Y por sobre todo, trabajar cerca de los héroes le venía como anillo al dedo. 

— Bien. Toga, tendrás que dejar el trabajo en la biblioteca. ¿No habrá problemas con ello?

— A la mierda la biblioteca. 

— Esta decidido entonces.— carcajeó y con una pose triunfal.— ¡Tendremos un bar karaoke!









Villain BakugouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora