Capítulo 11

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—¡Llegas tarde!

—Amigo, lo mejor para el final— contestó relajado el hombre. Acababa de entrar a la oficina privada en una área de la ciudad bastante activa para situaciones ilícitas: 4to a nivel nacional con los niveles mas altos de narcotráfico; presenta el mayor número de arenas de lucha ilegales; y por supuesto, un gran barrio rojo con mujeres traídas de todas las partes del mundo.

Tomó asiento en una de los amplios sofás.

—Te habíamos dado por muerto.

Toga sonrió para sus adentros.

—¿Cómo crees? No por nada me dicen el cucarachón— bromeó el hombre.

Los presentes rieron relajados y bebieron cerveza.

///

Todos muertos.

La emboscada había sido un rotundo éxito. Con arma y silenciador en mano, Bakugou veía indiferente la escena. El sujeto que había descuartizado Himiko era miembro de aquella banda de criminales. Guardó grandes cantidades de sangre para posteriormente hacer uso de su quirk e infiltrarse.

El resto había sido historia.

El cenizo pateó los 6 cuerpos en el piso, buscando a conciencia algún superviviente y eliminarlo. No debían quedar testigos. Por las moscas, le regaló a cada uno gratuitamente un balazo en la cabeza.

—Vístete pervertida.

Toga sacaba de los cuerpos frescos la sangre que podía para ser almacenada posteriormente a su vasta colección de muestras. Esa una de las razones por las cuales aún la asesina de piquete aún no ha sido encontrada. Feliz y desnuda, la chica tatareaba una canción de alguna película que había visto con su nuevo amigo Jin. Las jeringas que le había regalado Katsuki le habían servido de maravilla. Era de calidad, con un moderno sistema que permitía mantener el contenido fresco para su manejo y transporte. Sus respuestos podían ser comprados en cualquier ferretería y las agujas eran desechables, solo debía ir a cualquier farmacia y tendría todo preparado y listo para el siguiente trabajo.

Bakugou le arrojó encima un cambio de ropa a la chica, la que comenzó a vestir con tranquilidad. Mientras, el cenizo cambió sus zapatos por unos limpios. Se colocó unos guantes de látex y recorrió toda la estancia, buscando alguna muestra de Toga y suya que podrían relacionarlos con el crimen.

Por las moscas, al terminar produjo un pequeño incendio en la oficina.

Y así quedó todo rastro de su paso.

///

—¿Bakugou?—llamó un somnoliento pelirrojo. Estiró sus dedos, buscándolo. Pero estaba solo en la cama matrimonial. Revisó la hora en la mesita de noche. Eran ya las 4:25 horas. ¿Dónde estaba su novio?

Sus preguntas fueron escuchadas. Atravezando la puerta de la habitación, apareció campante el cenizo.

—¿Qué le ocurrió a tu carita?—se levantó de su cama. Se asustó al ver un moratón en su mejilla izquierda.

—Ah. Eso.

—¡Si! —ya su expresión tan tranquila comenzaba a exasperarlo.

—Tu sabes—respondió encogiendo sus hombros. Tomó asiento al borde de la cama y comenzó a colocarse el pijama—. No podía dormir y salí a caminar...

—¿Y?

—Intentaron asaltarme.

—¿¡Qué!?—lo tomó por los hombros, haciendo que sus miradas chocaran. Observó con detenimiento su rostro, notando no solo el moratón de su mejilla, sino otros pequeños cortes. Abrazó con fuerza al cenizo, quién no hizo nada para detenerlo—Kats, no vuelvas a salir solo de noche otra vez por favor.

Furioso, empujó el pecho de Kirishima para hacer distancia.

—¿Ah?¿Quién eres tú para decirme que hacer?

—Kats, por favor...Si quieres iré contigo....

—¡No! ¡Ya te dije que me gusta salir sólo!¡No soy un maldito debilucho solo por perder mi quirk!¡No necesito que me protejas!— se alejó de él, metiéndose entre las sábanas y acostándose, dándole la espalda al pelirrojo—buenas noches.

Kirishima suspiró, y con una mueca de tristeza se recostó al lado del cenizo, abrazando su cuerpo por la espalda.

—Lo siento—susurró—. No quise decirte que eras débil ni nada parecido Kats. Solo me preocupo por ti. Te necesito en mi vida, porque te amo.

Bakugou soltó un gruñido. Para Kirishima, eso era una buena señal. Hundió su nariz en el fino cabello rubio, meciéndola de un lado a otro.

—Bastardo. Me haces cosquillas—soltó en un quejido. No era de las cosquillas normales.

Sintió como unos dedos se enterraron en las costillas, dandole ahora una razón real para reír. Desesperadamente trataba de liberarse mientras soltaba tantas carcajadas que apenas podía respirar. Tanto que fue su pataleo que golpeó el estómago de su atacante con el codo.

—¡Siempre sabes como arruinar los momentos imbécil!—gritó mientras trataba de recuperar el aliento.

Entre risas y quejidos de dolor, Kirishima sonreía angelical. Abrazó amorosamente a Katsuki otra vez.

El rubio no podía enojarse con su novio por mucho tiempo.

Villain BakugouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora