Cap. 13

877 59 3
                                    

A los veinte minutos Dean aparcó delante de un bloque de pisos.

- Es esta portería -dijo señalando con la cabeza, y yo asentí.

Bajé del coche antes que Dean y me dirigí a la portería, y cuando el llegó empujó la puerta, la abrió y pasé después de él.

- ¿No usas una llave como las personas normales? -dije riendo mientras esperábamos el ascensor.

- Nunca está cerrada. Alguien se dedica a romper la cerradura -dijo encogiéndose de hombros. Abrí la puerta del ascensor y entramos, y Dean pulsó el botón del quinto. Cuando el ascensor paró, salimos de el y giramos a la derecha. A la segunda puerta, paró, y yo me quedé detrás suyo. Abrió la puerta y se puso a un lado-. Bienvenida a mi humilde morada.

Reí y entré. La verdad, viendo la fachada tan antigua que tenia el bloque, no me esperaba un piso tan moderno. Era espacioso y acogedor. Al entrar había un pequeño pasillo, y antes de pasarlo, tenía una cocina estilo americana. Al salir del pasillo, estaba el comedor, grande: a la derecha, la televisión con el sofá y sus respectivos accesorios, y a la izquierda la mesa con cuatro sillas. En medio, un ventanal que daba a un pequeño balcón. A la izquierda del comedor había un pasillo, y en el habían tres habitaciones: la suya, el baño, y una que usaba como estudio y habitación de invitados.

Después de hacer un tour por todo el piso, salí de nuevo al comedor y le vi rebuscando algo. Se giró y me señaló la estantería que había al lado de la televisión.

- Ahí están las películas. Elije la que quieras.

En esos momentos se sacó la camiseta, y mis ojos se salieron de las órbitas. Tenia un cuerpo perfecto, y en esos momentos me reí al recordar la escena de una película.

- ¿Qué te hace tanta gracia? 

- Esta situación.

- ¿Por qué? -preguntó extrañado.

- Me recuerda mucho a una escena de una película -le expliqué la escena, y luego repetí la frase que decía la actriz, imitándola-. ¡Joder, venga ya, ni con photoshop! 

Los dos soltamos una carcajada y se acercó a mi.

- También puedes tocar. Si quieres, claro -dijo sonriendo de lado.

- No que te gusta.

Pase por su lado y fui a la estantería de las películas.

- Me voy a la ducha. Tú, como si estuvieras en tu casa.

- Ajá -dije mirando las películas.

A los diez minutos Dean salió del baño con un simple pantalón de pijama largo. Se acercó y me tendió unas toallas.

- Ahora dúchate tú.

- No he elegido peli todavía -dije haciendo un puchero.

- No pasa nada, yo lo preparo todo. Ahora, dúchate -dijo poniéndome las toallas en las manos.

Resoplé y me dirigí al baño. Antes de entrar, volví al comedor.

- No tengo con que dormir.

- Sírvete tu misma de mi habitación -dijo yéndose hacia la cocina.

Como si estuvieras en tu casa, recordé que me dijo Dean. Así que entré en su habitación y abrí su armario. Rebuscando, encontré una bolsa negra. La cogí, me giré para ver que Dean no estaba, y la abrí. Había ropa. Mejor dicho, ropa ensangrentada, y al final de la bolsa dinero. Ahí habían mas de mil dolares.

- ¿Kate? -oí gritar a Dean. Guarde la ropa, cerré la bolsa y la dejé de nuevo en el armario. Cogí la primera camiseta que vi, y cerré el armario-. Todavía estás aquí. ¿Has encontrado algo?

- Sí, esta camiseta me servirá -dije enseñándosela.

- ¿Quieres provocarme? -dijo pasando por mi lado. Abrió un cajón y me lanzo unos calzoncillos-. Así no enseñas tanto.

- No me voy a poner unos calzoncillos tuyos -dije mirándolos.

- Están limpios.

- Pero...

- Son cómodos.

- Para ti.

- Y son de marca.

- Ogh, ¡está bien! -dije saliendo de la habitación y entrando en el baño.  Cerré con pestillo y me saqué la ropa. La dejé en el suelo, y luego me metí en la ducha.

Salí a los quince minutos, y me enrollé en la toalla. Me sequé bien el cuerpo, y me puse la camiseta y los calzoncillos de Dean. Me miré en el espejo, y suspiré.

- Algo es algo -me dije a mi misma.

Con la toalla más pequeña me sequé el pelo. Después cogí un peine que vi y me lo desenredé. Recogí toda la ropa, incluidas las toallas, y salí del baño. Cuando entré en el comedor me encontré la tele preparada, y Dean sentado en el sofá esperándome.

- ¿Donde dejo esto?

- Dámelo a mi -se levantó, cogió la ropa y se fue a la cocina. Después salió y me dio una copa de vino-. Mañana tendrás lista tu ropa.

Nos sentamos en el sofá, y cogí la caratula de la película. No podía ser.

- ¿Titanic? -le miré sorprendida, y el asintió-. Oh dios mio.

- ¿Pasa algo?

- Pasa que con esta película lloro, y mucho -Dean rió, y yo le fulminé con la mirada-. ¿Tú no lloras con Titanic?

- No -soltó rotundo.

- Eres un insensible.

- Tal vez es que tu eres demasiado sensible.

Después de lanzarme una ultima sonrisa, le dio al play.

Dos horas después, estaba llorando como una magdalena. Mientras me secaba las lagrimas con las manos, pude notar como Dean me estaba mirando.

- Te vas a perder el final -dije sin mirarle.

- No creo que sea más emocionante que verte llorar -cogí el cojín que tenia al lado y le di en la cara-. ¡Au!

Terminó la peli y miré fijamente a Dean.

- No me creo que no hayas llorado -dije secándome las últimas lágrimas de los ojos.

- Es que no le veo el motivo por el cual llorar.

- Amor -solté, y Dean me miró-. El echo de que el amor no conoce fronteras, que lo darías todo por esa persona especial, incluso tu vida... Y ver como después de tantos años, todavía sigue habiendo sentimientos.

Dean me miraba fijamente, analizándome. Suspiró, y miró al frente.

- Me recuerdas tanto a ella...

Fruncí el ceño ante esas palabras.

- ¿A quien? -pregunté, sin saber muy bien si quería o no saber la respuesta.

- A Brenda. Mi ex.

Cita a ciegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora