Cap. 44

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Al día siguiente estaba con Steve y su equipo, explicándome por sexta vez lo que debía hacer. Me dieron un pequeño cuchillo que me escondí detrás del pantalón, y un pinganillo. Me solté el pelo para taparlo, y después, me encaminé hacia el polígono. Por el pinganillo Steve me iba hablando y tranquilizando. Pero las palabras alentadoras y tranquilizantes no servían en momentos como estos. Llegué al polígono, miré por el retrovisor pero no había nadie. Suspiré cerrando los ojos.

- Todo saldrá bien, Kate -dije en voz alta.

Abrí los ojos, bajé del coche y entré en el polígono. Olía a humedad y estaba oscuro. Además de estar medio demolido y con rastros de todo tipo por el suelo. Empecé a caminar, cuando alguien me colocó una pistola en mi espalda.

- Sorpresa, preciosa -oí como se guardó su pistola y luego empezó a cachearme.

- ¡Eh! -grité. Me giré y le miré-. No me toques.

- Son ordenes. Así que me da igual como te pongas -se acercó a mi y empezó a rebuscar. Resiguió mis piernas y cuando estaba en el suelo de rodillas, levantó la vista-. Todo en orden.

Se puso de pie y me agarró del brazo, colocándome la pistola en un costado, y me arrastró hasta el centro del polígono. Ahí no solo había mas luz, también estaba Dean sentado en una silla con Larry al lado. Detrás de ellos, dos guardaespaldas, y pasé por en medio de otros dos. El gorila que me me puso la pistola en el costado la retiró, y me empujó al suelo, haciéndome caer de rodillas. Levanté un poco la vista y le eché una mirada asesina.

- Vaya, vaya, mira quien ha venido -levanté la cabeza y miré a Larry-. Eres muy valiente.

- Cosa que tú no -dije levantándome del suelo y limpiándome la pequeña rozadura de la rodilla.

- Eres un desperdicio: tanto talento, tanta belleza, tanta valentía... Se le tiene que saber sacar provecho. 

Mire a Dean, y este estaba con magulladuras por todo el cuerpo. Me estremecí al verle así. Larry se apartó y nos miró a los dos.

- Te dejo acercarte a él, solo porque me caéis bien.

Mire a mi alrededor cuando di dos pasos, y entonces corrí hacia Dean. Me agaché y le agarré la cara con las dos manos.

- ¿Estás bien? -le pregunté aguantando las lágrimas.

- No tenías que haber venido, te matará -dijo con los ojos entrecerrados.

- Me da igual, no me imagino una vida sin ti. 

- Kate... -murmuró.

- Vamos a salir de esta. Los dos, ¿me oyes?

- Que optimista -sonrió de lado, y se quejó.

- Alguien tiene que serlo -le sonreí débilmente, y luego suspiré-. ¿Qué quieres? -dije levantándome y mirando a Larry-. ¿Qué más quieres? Lo tienes todo.

- Puede ser, pero lo que no tengo es lo que tenéis vosotros: amor. Y esa suerte para ganarlo todo.

No pude evitar reír.

- Si no tuviste amor fue porque no supiste aprovecharlo, Ry -me miró con los ojos abiertos, y una lágrima cayó por mi mejilla-. ¿Ahora me pones nombre a la cara que te recordaba?

- Brittany -susurró.

- Esa es mi madre, la cual abandonaste -y otra lágrima cayó, pero me la sequé rápidamente-. Pudiste tener lo que más quieres, pero lo desaprovechaste. Incluso mataste a tu hermano por ser mejor que tú.

- Yo nunca mataría a mi hermano.

- ¡Pues lo hiciste! -grité-. Hace dos años, en aquella partida tan importante.

Cita a ciegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora