⟨ « Su nombre era Byeol, que significaba estrella.
Ella era la estrella que iluminaba su oscura noche. » ⟩.
Cuando ambos se juntan, crean una mezcla rara pero muy buena. Cómo si se tratara de algo exótico.
Amor, dudas, temores, celos, malentendidos...
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Nadie se quería ir.
Pero había que.
La playa se les iba de su vista, se les escapa de sus manos, y no podían evitarlo. Quisieran vivir ahí, pero ya tenían una vida hecha en la capital Coreana, la cual sería muy difícil de abandonar.
Cuando salieron completamente del lugar en dónde se ubicaba la playa, su esperanza de que la camioneta se detuviera y le dieran tan solo un par de días más, moría.
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Ambos hermanos suspiraron pesadamente al entrar a su casa.
En efecto, no había nadie, pero la luz de la tarde entraba perfectamente por las ventanas. La luz era un poco molesta, por lo cual, Byeol se acercó a cerrar las cortinas. TaeHyun fue a la cocina y comenzó a calentar unos pedazos de carne coreana para comer junto con una ensalada.
—Si quieres puedes ir a bañarte —le dijo TaeHyun desde la cocina.
—Okay, acepto la oferta —Byeol sonrió.
Subió las escaleras con su mochila colgada en un hombro y fue con dirección a su habitación. Prendió el clima, dado que había un calor infernal, y después comenzó a desempacar su ropa. La ropa sucia la hecho sobre el cesto de lo sucio y la limpia la acomodó en su clóset.
Antes de entrar a la ducha, tomó su toalla, un short y camiseta holgados. Era lo mejor para estar cómoda en su casa. Llevó su teléfono y una pequeña bocina para poner música. Salió de su alcoba, no sin antes apagar el clima.
La dulce voz de JiEun, mejor conocida como IU, llenó el cuarto de baño. En su reproductor sonó una canción titulada JustForYou; iKON. Era su canción favorita, y la cual BeomGyu escribió en una pequeña nota.
Inconcientemente, una sonrisa se pintó en el rostro de EunByeol.
Es que ella amaba a ese chico, él era lo mejor que le había pasado en toda su existencia y quería que fuese así siempre. Si esto no pasaba, ella perdería toda su fe en el amor.
Derrepente llevó su mano a sus labios, y recordó aquel dulce beso. Y su sonrisa creció. La sensación aún no se iba.
¿Cómo es posible que sus bocas fueran perfectas para los dos? Era como unir dos piezas de rompecabezas.
