⟨ « Su nombre era Byeol, que significaba estrella.
Ella era la estrella que iluminaba su oscura noche. » ⟩.
Cuando ambos se juntan, crean una mezcla rara pero muy buena. Cómo si se tratara de algo exótico.
Amor, dudas, temores, celos, malentendidos...
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Después de una larga fila, los jóvenes enamorados entraron al parque de diversiones. Tenían planeado subirse a cada juego, comprarse unos lindos gorritos y alguna comidilla; hoy era un día en el cual se disponían a disfrutar todo lo que pudieran.
—¿A qué juego quieres subir primero? —preguntó BeomGyu, mirando a la chica de pelo negro y corto. Se miraba muy adorable la niña.
—Hum. . . —Byeol frunció sus labios y miró a todos buscando un juego que llamara la atención. Ese gesto le proporciono un golpe al corazón del castaño— ¡Ya se! —unos gritos de gentes subidas en uno de los juegos mecánicos hizo sentir a Byeol la adrenalina a mil por hora—, hay que subir al clásico juego: la montaña rusa —Byeol soltó una sonrisa landina, y tomó la mano de Beom y salieron corriendo al juego.
La falda del vestido de ondeaba con el viento, mientras corrían. Y una dulce sonrisa salía del joven, mientras miraba el agarre de sus manos. El sol caía en una luz tenue sobre ellos dos, y los árboles de cerezo hacían un bonito fondo junto con las personas que pasaban por ahí; el momento era tan bello como para ser fotografiado.
—Ellos me recuerdan a nosotros en nuestra época, cuando éramos jóvenes, amor mío —dijo una señora de mayor edad, quien estaba a lado de su viejo.
—Espero que ellos duren, cómo tú y yo, querida —ambos recargaron su cabeza entre ellos y miraban a la pareja joven con ternura—. Te amo.
La mujer de la mayor edad sintió como se ruborizaban sus mejillas ante el comentario de su amado; tal y como pasó hace cuarenta años, el día en que se casaron.
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Byeol se removió emocionada en su lugar, mientras esperaba a que su cita se acomodara para tomar su mano, de nuevo. Cuando Beom término, miró a Byeol; notó en su cara plasmada la emoción, la adrenalina, los ojos de aquella muchacha tenían un brillo que era el reflejo de tal emoción.
Y ahí fue cuando ella tomó la mano.
El vehículo en el cual estaban arrancó, y cada vez que sentían que la velocidad incrementaba su agarre lo intensificaba más. Todos los que estaban arriba del juego mecánico comenzaron a lanzar gritos debido a la adrenalina y el miedo que provocaba la atención. Hubo un momento en el cual la atracción se detuvo por completo; Byeol miró al castaño, su pelo ya hacía alborotado, la muchacha río pues él se veía gracioso.
Sin previo aviso, el juego retrocedió de un jalón; tomando por sorpresa a todos. Y todo el camino que habían avanzado, lo retrocedieron hasta que llegaron al inicio.
—¡Daebak! —exclamó la niña, cuando bajaron del juego mecánico—. Eso fue increíble, hace años que no me subía a uno de esos.
