⟨ « Su nombre era Byeol, que significaba estrella.
Ella era la estrella que iluminaba su oscura noche. » ⟩.
Cuando ambos se juntan, crean una mezcla rara pero muy buena. Cómo si se tratara de algo exótico.
Amor, dudas, temores, celos, malentendidos...
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Está era la última semana de clases. Llegaba el viernes y los alumnos eran libres de sus deberes escolares. Podrían disfrutar como les plazca este mes que tenían de vacaciones.
Mitsuha sacó de su boca aquella paleta Chupa-Chupssabor a mango, y procedió a hablar.
—Oigan, ¿Recuerdan que les dije que me iba a Japón? Cómo todas la vacaciones de verano —dijo con obviedad Mitsuha.
—Si~ —respondió JiNa.
—Bueno pues... ¡Ya no voy a ir! ¡Wuu! —festejó la japonesa con alegría falsa. A ella le gustaba mucho ir a su país de origen, debido a que toda su familia -primos, abuelos, tíos-, se encontraban residiendo por allá; y le encantaba pasar tiempo con ellos. Además porque le fascinaba las raras costumbres de allá y la historia. No es que no le gustará vivir en Corea, pues ya hacían ahí sus mejores amistades y su comida favorita; pero solo que sentiría extraño no ir esta vez.
Ya se había estando preparando.
—¿Por qué no vas a ir? —preguntó Byeol, recargando su mentón en la mano, sobre su pupitre.
—Es que... No sé —hizo una mueca—. Mis padres no me dieron razones, solo me dijeron que no íbamos a ir.
—Tranquila, verás que estás serán una de las mejores vacaciones, también —dijo JiNa.
Byeol asintió.
—Seh, sin dudar —la pelinegra le dedicó una sonrisa sincera—. Hay que hacer algo con todos estas vacaciones.
—¡Sí! —exclamó emocionada JiNa—. Podemos ir a la playa. ¡A Busan! Yo soy de Busan, y mi familia tiene una casa, en la playa del lugar. ¡Los invito! Solo le digo a mis padres, y ¡Listo!
—¿Tienes una casa en Busan? —preguntó la japonesa.
—¿Eres de Busan? —cuestionó Byeol.
—Sí y sí.
Las dos se sorprendieron bastante. Nunca se imaginaron a alguien de Busan tan alegre y extrovertida como ella; puesto que todo lo que habían escuchado de ahí era que las personas de esa zona eran muy reservadas. Sin duda que les faltaba ser menos juiciosas.
—Ustedes vallan pidiendo permiso, y al rato les decimos a los demás. ¿Trato?
