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Tiempo atrás.


Jennie se encontraba sentada sobre la gran alfombra de terciopelo en medio del salón. Estaba pálida por el frío, sus labios y venas se tornan morados sin que lo note, pero al parecer la delgada manta con la que se cubría no es suficiente para calentarla.

Sobre sus piernas se encontraba un álbum de fotos junto con varios marcadores de colores, mediano, ancho y completamente blanco. Jennie no dejaba de mirarlo con duda mientras mordía levemente el interior de su mejilla, la sonrisa que se dibujaba en su rostro desaparecía con la misma facilidad en que pensamientos negativos inundaban su mente.

Lo compró hace unos días cuando su faceta cursi — casi inexistente — apareció en una tienda de regalos mientras pensaba en Jisoo. Tenerla rondando en su cabeza causaba ese efecto en Jennie y le asustaba, no exageraba al decir que se sentía aterrada y abrumada por sus propias emociones, así que las reprimía cada vez que podía. Sin embargo, a veces solía recordar aquellas películas románticas antiguas donde las parejas inmortalizaban momentos especiales en una fotografía, escribían la fecha y alguna frase memorable para después guardarla en un álbum. No pudo resistirse a intentar llevar esa ilusión a la realidad.

Eran escasos los días en que Jennie tenía la seguridad suficiente como para cumplir sus fantasías de pareja con Jisoo. Nunca lo admitía en voz alta, más bien lo hacía en secreto y terminaba siendo una sorpresa para la mayor; el lado malo es que, de esa forma, nunca tenía la certeza de que a Jisoo le gustase también la idea.

Así que se quedó ahí esperando hasta que Jisoo llegó a casa, el cansancio se notaba y no podía culparla, las reuniones siempre son pesadas y dejan un mal sabor en la boca. Resultaba bastante obvio que Jisoo solo quería recostarse en su cama y dormir para recuperarse de un mal día, pero ahí estaban sonriendo para Jennie como de costumbre, abrazándola por la cintura y besando cortamente sus labios como saludo.

Estoy en casa — dijo.

Y Jennie sabía que Jisoo se refería a ella como su hogar. La misma Jennie Kim era su hogar.

Jennie sentía que se derretía en los brazos contrarios cada vez que la escuchaba decirlo.

Entonces después de cenar, mientras Jisoo se cambiaba por algo más cómodo, Jennie debatía entre ocultar el álbum o simplemente tomar la mano de su pareja y volverla su modelo. Concluyó que valía la pena intentarlo.

¿Qué haces? — preguntó Jisoo con el cepillo de dientes en su boca, tratando de no reír cuando vio que Jennie escondía un objeto tras su espalda claramente nerviosa.

« — Dilo mientras puedas, hazlo mientras la tengas cerca, no te guardes nada y comparte, de lo contrario las palabras y detalles se quedarán como una idea y nunca llegarán a ella», recordó el consejo de Rosé, se había asegurado de grabar cada palabra.

Estaba esperándote para que me ayudes a decorar esto ¿quieres? — dijo mientras extendía el álbum, se permitió sonreír y felicitarse por haber dado ese pequeño paso. La sonrisa que Jisoo le regaló no tenía precio, le hizo pensar que podía sorprenderla así más seguido —. Compré esto porque... bueno, ya sabes, quiero guardar nuestros recuerdos aquí, tenemos muchas fotos juntas y quiero atesorar cada una de ellas.

Jisoo asintió con rapidez y corrió al baño a terminar de lavar sus dientes. El pijama le quedaba un poco grande y de regreso casi tropieza con sus propios pies, las carcajadas no tardaron en llenar el espacio y Jennie pensó que todo en Jisoo era un encanto.

let's hurt tonight ; jensooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora