Luke Ross
Después de seis horas de clase y media hora de recreo, salí corriendo del instituto hacia casa, debido a qué tenía muchas ganas de que fueran las seis y media de la tarde.
No sabía porqué me ponía nervioso y eufórico quedar esta tarde, nunca me había pasado.
"Sólo voy a meter balones en una canasta, a nada más. " - pensé intentando controlar mis nervios.
Después de un cuarto de hora aproximadamente estaba en casa.
"No he esperado ni a Ravi, ni a Emma ni a Zuri" - pensé una vez estaba metido en el ascensor, pero ya era demasiado tarde.
Nada más salir del ascensor, vi a Jessie bajando las escaleras, en cuánto me vio abrió la boca sorprendida.
- ¿Has llegado el primero? ¿Tú? ¿Y tus hermanos? ¿Estás enfermo? - empezó a hacerse numerosas preguntas y yo sólo me digne a reír. - Quería llegar a casa pronto porque esta tarde he quedado. - arqueó una ceja. - Luke, cuando quedas con Mike o con algún otro amigo no llegas tan pronto, de hecho siempre esperas al equipo de animadoras... - dijo. - Hoy el equipo de animadoras ha salido antes del entreno. - mentí. - Ya, voy a hacer cómo que te creo. - dijo abatida Jessie.
Subí a mi cuarto a dejar la mochila y volví a bajar para ir a la cocina. En la cocina ya estaban mis hermanos.
- ¿Luke ya estás aquí? - me preguntó Ravi al pasar por el umbral de la puerta. - Sí... - susurré.
Antes de que pudiera preguntarme algo más fui a por mi plato de comida.
Me senté, y devoré la comida, para luego ir a ducharme. Sí, ducharme. Todos los presentes se miraron entre ellos con una miradas de confusión pero decidieron no preguntar.
Me puse mi playlist, me desnudé y me metí en la ducha. Dejé que el agua tibia recorriera todo mi cuerpo, y me dediqué unos minutos para relajarme en la ducha mientras tarareaba las canciones que resonaban en el baño. Al acabar, me cepillé los dientes rápidamente, y salí del baño con una toalla atada en mi cintura dispuesto a vestirme. Abrí el armario y saqué una camiseta de tirantes azul, unos pantalones cortos negros y unas deportivas, era la ropa que me ponía para jugar a baloncesto, me puse la ropa dejando la toalla tirada por la habitación. Fui al baño a peinarme como pude y me eché un poco de perfume. Zuri entró a mi cuarto cuando me estaba echando perfume.
- ¿Luke? ¿Estás aquí? Espera... ¿Huele a perfume? - preguntó extrañada. - Claro que es perfume Zuri, ¿qué va a ser? - obvié. - ¿Por qué te echas perfume? - arqueó la ceja. - Porque he quedado. - se cruzó de brazos. - Vale he quedado pero con el pivón del instituto. - me miró sin creerme. - Ella está con Ryan. - suspiré. - Vale, te lo diré. ¿Pero me prometes qué no se lo vas a decir a nadie? - le apunté con mi dedo índice. - Ya sabes qué yo hago favores a cambio de pasta. ¿Cuánto me das? - preguntó cómo siempre hacía. - La paga de la semana. - propuse. - La de dos semanas. - corrigió. - Vale, la de dos. A ver... - nos sentamos los dos en la cama, suspiré, puse mis codos sobre mis piernas, me llevé las manos a la cabeza pensando en cómo se lo podía decir. - He quedado a las seis y media en el parque con Jade Lewis. - Zuri abrió más la boca que cuando vio a un unicornio gigante en la feria que nos llevó papá. - ¿¡Con Jade!? - exclamó después, le mandé a callar para luego decirle que hablara más bajito por si alguien nos escuchaba. - Sabes que papá y mamá nos prohibieron que hablemos con algún integrante de la familia Lewis. - volví a suspirar. - Lo sé Zuri. Pero el caso es que ayer el Sr. Henderson nos puso juntos en un trabajo de literatura, Romeo y Julieta. Entonces, vino a casa como ya sabes, me dijo qué le gustaba el baloncesto, a mí también y quedamos. Ella me cae muy bien y es muy buena persona. A parte, ¿por qué no nos podemos juntar? Nunca entenderé los líos financieros de papá, mamá, y los Lewis. - expliqué. - ¿Ella te gusta, verdad? - me preguntó Zuri. - A lo mejor sí, y aún no lo sé. Es que nunca me he enamorado Zuri. No sé qué se siente. - me encogí de hombros. - Déjate llevar, va a ser lo mejor. - me animó Zuri.
Después de un pequeño abrazo, me despedí de mi hermana y me dirigí al parque.
Cuándo llegué con mi pelota de baloncesto, Jade ya estaba ahí. Antes de saludarla, la analicé, iba vestida con una camiseta ancha rosa, unas mallas negras y sus deportivas. Me quedé mirándola por unos segundos, hasta que ella se dió cuenta de mi presencia.
- ¡Hola, Luke! - me saludó alegremente, la saludé de igual modo.
La tarde fue risas, canastas, también pude conocerla un poco más y ella a mí.
Por un momento que me quitó la pelota, fue corriendo a la canasta y cuando saltó para canastar se calló al suelo.
- ¡Jade! ¿Estás bien? - me acerqué a ella, y vi como hizo una mueca de dolor. - Sí, sí no te preocupes. - intentó levantarse, y la cogí de la cintura cuando casi volvía a caer. - Gracias... - se ruborizó.
La senté al lado de la cancha, dónde nos solíamos poner mis compañeros del equipo y yo.
- ¿Se te calma? - le pregunté después de diez minutos sentados, ella negó frustrada. - Luke será mejor qué vaya para casa. - me dijo y me negué enseguida. - No voy a dejar que te vayas así, Jade. Casi no puedes andar, necesitas hielo o algo frío y aquí en el parque no hay nada. - le dije preocupado. - Me iré taxi. Tengo diez euros. - insistió. - Para eso no tienes ni para la mitad del camino, Jade. - le dije. - ¡Ya está! Tengo una idea.
Llamé a Zuri para que les dijera a todos de ir a comprar dulces para ver películas mañana, todos aceptaron. Cuando Zuri me avisó de que ya se habían ido, fui con Jade a casa. La llevé en brazos, por mucho que ella me dijera qué podía caminar sola o apoyada en mí.
Al llegar la senté en la silla de la cocina y la puse mirando para mí. Cogí una bolsa de cubitos de hielo del congelador y la envolví en una toalla pequeña. Me aproximé a su tobillo hinchado y se lo coloqué.
- Siento qué la quedada haya terminado así, sólo qué... otra cosa qué tienes que saber de mí es que soy probablemente la persona más patosa y torpe qué conozcas. - solté una carcajada. - No te tienes porqué disculpar de nada. - sonrió. - Gracias, Luke. - me dijo y esta vez fui yo quien sonreí.
Nos quedamos mirándonos a los ojos, tenía los ojos marrones pero era un marrón precioso, en ese momento algo de mí despertó y miré sus labios rosados, ella miró los míos, acercamos nuestros rostros y sus mejillas se sonrojaron.
- ¿¡Luke!? - exclamó una voz muy familiar. - Ravi... - dije en un hilo de voz, miré a Jade y estaba casi tan petrificada cómo yo.
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Enamorada de un Ross.
RomanceDos familias son enfrentadas por temas de dinero, ellos son la familia Ross y la familia Lewis. ¿Pero qué pasa si un miembro de la familia Ross y una miembro de la familia Lewis se enamoran?