No te mereces a alguien como yo

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Quince días después...

Luke Ross

Habían pasado dos semanas desde que me expulsaron por golpear a Jake después de las clases, en la puerta del instituto.

Jessie los primeros días no me dirigía la palabra, pero al ver que no salía de mi cuarto, empezó a preocuparse y a preguntar por mí, yo no contestaba y si contestaba era con un pequeño "sí" o un pequeño "no", se sentía culpable por mis bajos ánimos aunque yo le repitiera mil veces que ella no tenía la culpa de nada. Emma por su parte, también se preocupó y junto a Zuri y Ravi, picaban en la puerta de mi habitación y no se iban hasta que conseguían hacerme sonreír, al menos un poco. Y por último, Jade.

- No quería hacer sufrir a Jade. Jade no me merecía. Jade Lewis es la chica de mis sueños, sí. La amaba. La deseaba. Nunca me había sentido tan bien. ¿Pero merecía la pena seguir? ¿Si mi mala fama de ser el Don Juan de las chicas hace que Jade cambie de opinión? - todos esos pensamientos me torturaban en esos quince días que apenas salía de mi habitación, sobretodo por las noches; tapado hasta la nariz con las sábanas, mordiéndome el labio para evitar despertar a alguien con mis sollozos y mis ojos inyectados en sangre de tanto llorar.

Ese era el mismo plan todas las noches, pero la última noche antes de ir a clase de nuevo, no fue igual.

{...}

Cerré la puerta de un portazo después de cenar, apenas probé bocado de la tortilla de patatas que cocinó Bertram. No porque no estuviera buena, si no, porque no me entraba nada de comida.

Salté a mi cama. Miré la hora del reloj que se situaba en la mesita de noche, y vi que eran las 21:00. No tenía sueño, pero decidí apagar el móvil y meterme entre las sábanas.

Como cada noche, empecé a llorar. Todos mis pensamientos pasaban por mi cabeza atormentándome.

Pasaron treinta minutos. Oí un ruido en el pasillo y me sobresalté, y aún más cuando sentía que alguien se aproximaba a la puerta de mi habitación.

La puerta se abrió, me asusté y casi grité, pero en cuanto vi a Jade pasar por la puerta e indicándome que no hiciera mucho ruido, me callé.

- ¿Qué haces aquí? - pregunté con voz ronca, traté de limpiar mis lágrimas, sin éxito.

Se aproximó a mí.

- He venido para verte, ya que no contestas mis mensajes... ¿Estás llorando? - me preguntó preocupada, y se sentó en el colchón.

- Jade... - dije en un susurro y me rompí.

Me abrazó fuerte, y tras sollozar un rato en su hombro, nos separamos.

- Jade, creo que deberíamos dejarlo. - dije en un susurro. - ¿¡Qué!? - exclamó incrédula. - Sí, Jade... Tengo miedo de hacerte daño y antes de que sea tarde, he decidido que es mejor dejarlo. - dije apenado y entre lágrimas.

Sus ojos se aguaron, y empezó a llorar.

- No, no llores por favor. Escúchame. Esto lo hago por ti, mereces a alguien mejor que yo. - le aseguré, ella arrugó su ceño. - ¿Alguien mejor qué tú? No hay nadie mejor que tú, Luke. - hizo una pequeña pausa para tomar aire. - Dime, ¿Qué ha pasado? ¿Por qué has pasado de decirme qué te da igual todo, qué quieres estar conmigo a esto? No tiene sentido. 

- Ya te lo he dicho, no te merezco. No quiero hacerte daño. - negué. - Pero no me haces daño. - se encogió de hombros. - A no ser qué... 

La miré a los ojos, se llevó una mano al pecho y frunció aún más su ceño. 

- ¿Me has engañado? - preguntó con la voz temblorosa. - Sí. - mentí.

No sabía muy bien el porqué le dije que le había engañado, pero ya estaba hecho. 

- Luke... - dijo en un susurro, mis lágrimas volvieron a salir y ella rompió en llanto. 

Intenté ir a por ella, pero tras escuchar un déjame , dejé que se marchara por el marco de la puerta. 

Volví a tumbarme en la cama, apreté la almohada y me ahogué entre lágrimas hasta caer dormido. 

- Al día siguiente -

Oí como la alarma sonó, abrí mis ojos con dificultad debido a algunos rayos de sol que se colaban por mi ventana. Apagué la alarma para después abrir la ventana, decidí tomar un poco de aire. 

Hacía muy buen día. El sol estaba empezando a salir y no había ninguna nube en el cielo. Sin embargo, para Jade y para mi, creo que va a ser el peor día de nuestras vidas. 

Tras cinco minutos viendo el amanecer entre los edificios de Manhattan, me acerqué a mi armario dejando la ventana abierta y saqué una sudadera junto unos pantalones de chándal. 

Tras arreglarme, me puse mis auriculares y me fui al instituto, ya que no tenía nada de apetito. 

[...] Jade Lewis 

Llegué al instituto con un horrible sol reluciente y un cielo de lo más relajado, que para mi mala suerte no me acompañaba en el día de hoy. 

No podía creerme que Luke me hubiese dejado, no daba crédito. Lo peor es que quería odiarlo pero no podía, lo amaba a pesar de todo. - empezaba a pensar.

Me adentré en el instituto ignorando mis pensamientos y ahí fue donde lo vi. Iba vestido con una sudadera gris y unos pantalones de chándal negros. Estaba al igual que yo con unos auriculares escuchando algo de música. Tenía una mueca triste en su rostro junto unas ojeras bastante pronunciadas. 

Algo en mí decía que era mentira, él nunca me pondría los cuernos ni me engañaría con ninguna chica, pero otra parte de mí decía que era verdad, ¿Si no por qué me lo diría?





Enamorada de un Ross.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora