capítulo 4. miedo

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{Harry's Pov}
Eran ya las once, hora de defensa contra las artes oscuras, así que decidí pedirle consejo a Hermione... Sobre chicos.
La alcancé justo antes de entrar a clase, y pude ver como Malfoy también entraba pasando por su lado.
-Hey Hermione... Necesito ayuda- dije poniendo morritos a modo de burla.
-Mmhm... ¿Serpientes?- preguntó sin levantar la cabeza de su libro.
-Exacto- contesté esperanzado.
-¿Realmente hay manera de entenderlas?- susurró pensativa.
-Luego me vas a contar con detalles de quién hablas... Pero por el momento, creo que puede que quizás igual si que no me termine de desagradar el rubio egocéntrico- dije rápido sin respirar.
-Bueno, si te gusta tanto Draco, déjaselo claro y ve a por él- comentó mientras se sentaba en su mesa.
-No me gusta- contesté mientras clavaba la mirada en la nuca de este. Era realmente atractivo, si no recordaba todo lo que salía de su boca.

Al cabo de un rato, Lupin apareció por la puerta.
-Buenos días chicos, hoy repasaremos los patronus, debido a que la guerra debilitó las capacidades mágicas de muchos magos y brujas. Levantaos y formad una fila por favor-.
Aquella práctica con el armario me llenaba de melancolía, recordando mis previos años en Hogwarts. Hermione era la primera en la fila, seguida de Neville, Cedric, Ronald, Ginevra, Draco, Pansy, Astoria, Blaise, Luna, Cho y yo.

La clase iba bastante bien, excepto por algún extraño guiño de Cedric, y algún que otro comentario fuera de lugar.
El verdadero problema fue cuándo, al llegar el turno de Draco, del armario salió Lucius Malfoy. Draco tuvo una reacción horrible. Sus piernas comenzaron a temblar y su piel palideció mientras la voz se le rompía. Se desplomó, y aún desde el suelo, le temblaban las manos y los labios.

Era desgarrador ver al rubio en aquella situación, por lo que le hice un gesto a Remus para que parase aquello.
Obedeció de inmediato mi petición, y nada más desaparecer la melena platina del mortífago, Cedric se acercó:
-¿Qué pasa hurón, te da miedo tu padre?- le echó en cara sonriendo.
-¡Oh, pobrecito!, parece que estás a punto de llorar. El niño de mamá tiene miedo, ¿No es así?- repitió riéndose.
Sin embargo, a pesar de las infantiles provocaciones, Malfoy no pronunció una sola palabra ofensiva, de hecho, no abrió la boca.
Pero yo si lo hice. Avancé rapidamente y me puse delante de Diggory.
-Te dije que le dejaras en paz- le susurré.
Remus enseguida acudió a atender a Malfoy, pues no había escuchado la pelea.
-Mmh... Harry, acompaña a Draco a tomar aire por favor- me pidió Lupin.
-Oh y toma Draco, te hará sentir mejor- dijo extendiéndole una barrita de chocolate.
Salimos fuera, y enseguida se desplomó.
-Cómete el chocolate, realmente te hará sentir mejor. Lo digo por experiencia- aconsejé recordando mi desencuentro en el tren unos años atrás.
Draco asintió y comenzó a comer.
-Oye, ¿Quieres hablar de... Ya sabes, Lucius?- propusé sentándome junto a él.
Observé como vacilaba, cuestionando si proporcionarme una respuesta o no, pero finalmente, me contestó:
-Bueno, no hay mucho de lo que hablar-.
-Oye, es normal que le tengas miedo, ayudaba a Voldemort, no es tu culpa, tú no eliges a tus padres- le recordé mientras le ponía la mano sobre el hombro.

{Draco's Pov}
Oh, Potter. Que idiota era, siempre en su mundo de hadas. ¿En serio pensaba que temía a mi padre por eso? Yo despreciaba a mi padre por eso. ¿Pero temerle? No tenía nada que ver con Voldemort, ni mucho menos.
Por lo que, me limité a mirarle a los ojos mientras asentía.
-Potter, puedes irte- le dije.
-No quiero dejarte solo- comentó- Y llámame Harry.
-En tus mejores sueños, cara rajada- le escupí.
-Solo quiero ayudarte- repitió pasando su mano de mi hombro a mi muñeca.
-Mira, me pillaste en un momento débil, pero eso no significa que quiera que me ayudes- le dejé claro. Pero algo dentro de mí hizo que me doliese hacerlo.
Me centré en la expresión del moreno, algo había cambiado en ella. Sus ojos ahora transmitían un leve deje de impotencia y rabia.
-De acuerdo, en ese caso será mejor que me vaya, adiós Malfoy- se despidió bruscamente antes de marchar hacia la clase de nuevo.
Me quedé ahí sentado, y como venía pasando, me desmayé.
Desperté en la enfermería, y la señora Pomfrey se sentó a mi lado.
-Draco, te desmayaste en el pasillo... Potter te encontró y te trajo aquí con Remus Lupin. Tu aura era muy débil, así que tuve que hacerte varios análisis... En resumen, llevas sin comer absolutamente nada cuatro días. Si sigues así, tu organismo podría colapsar, ya sabes...- me informó delicada y lentamente.
-Oh, gracias, puedes retirarte Madame Pomfrey- le contestó Lupin apareciendo de repente.
-Por supuesto, si necesitan algo, dígamelo- ofreció sonriendo antes de salir de allí.
-Malfoy, estás pasandolo mal, pero no debes castigarte a ti mismo. Solamente, no estés solo. En tiempos de guerra, hay que unir fuerzas, ¿Sabes a lo que me refiero?- me aconsejó antes de irse también sin esperar mi respuesta.
Me quedé ahí, quizás una hora, quizás dos... Hasta que apareció Hermione Granger, seguida de Luna Lovegood.
-Malfoy, ¿Te encuentras mejor? Bueno... Estábamos preocupadas, Harry lleva dos días sin siquiera comer porque dice que fue su culpa que estés así. Quiero decir, no te sientas culpable, ya sabes como es él, siempre preocupándose por los demás y eso...- soltó Granger esperando algún insulto mío.
-Ah, bueno, supongo que estoy algo mejor- respondí sin saber muy bien que decir.
-Bien, bueno... Habíamos venido a decirte que puedes contar con nosotras para lo que necesites, sin rencores- finalizó Luna.
-Gracias, supongo- contesté agradecido.
Salieron de la sala, y entonces me dí cuenta
"Harry lleva DOS días sin comer..." Aquella frase me golpeó el pecho de una manera increíble, en primer lugar, ¿realmente había dormido durante dos días? Y en segundo, ¿Harry se estaba culpando porque me hubiese desmayado?
Sentí la inmediata necesidad de verle, de hablarle, por lo que me levanté de la camilla. Pero para mi mala suerte un agudo dolor me recorrió el cuerpo, haciendo que gritara.
Justo ahí, apareció Harry, el cual por lo visto estaba a punto de entrar a visitarme. Me pegó junto a él, y al instante de notar su pecho contra el mío me sonrojé. Si alguien entraba en ese instante... Podría pensar cualquier cosa.
Sin embargo, deje que Potter me cargase en brazos.
-¿Qué pasa princesita? ¿Has visto un dragón?- dijo riendo forzosamente mientras me tumbaba en la camilla de nuevo.
-Muy gracioso Potter- dije seriamente.
Se hizo un silencio sepulcral, y decidí romperlo.
-Yo... Lo siento mucho. No quería...- pronuncié torpemente.
Dios, aquello de expresar los sentimientos era difícil.
-Te he echado de menos Draco- sonaba preocupado. Aquellas palabras hicieron que algo brotase en mi estómago.
-Yo también Potter- admití sonriendo- .
-Ahora lo importante, ¿Por qué no comías?-.
Me quedé en blanco, no sabía que decir. ¿Le contaba la verdad? ¿Se la ocultaba? Quizás podría ayudarme... O quizás no...
-No tenía hambre- contesté apartando la mirada- ¿Y tú, por qué no comías?
-Draco yo... Te dejé ahí solo, sabiendo que estabas mal... Me dejé llevar por mi orgullo, lo siento. Pensé que podrías haber muerto, y en parte habría sido mi culpa- Aquello me enfadó, y aunque cautelosamente, levanté el tono de voz, harto de aguantar la bondad del chico.
-¿Sabes? Eres imbécil cara rajada, siempre tienes que ser tú-me acerqué hasta quedar a su altura, frente a frente- Siempre intentas que todos estén bien, hasta consolarías a Voldemort, y eso no es lo malo, el problema es que esa idea de ti como un salvador de todos, hace que piense que soy solo uno más, y me niego a serlo.
Dicho esto, Potter puso una mano en mi mejilla y me obligó a mirarle.
-Te prometo, que no eres uno más Malfoy-.
-Harry, ¿Podríamos ser amigos?- pregunté esperanzado.
-¿Me has llamado Harry?- preguntó riendo.
-Oh venga vete a la mierda Harry- respondí harto.
-Lo has vuelto a hacer- sonrió ante ese detalle- En fin, antes de que me despiste, cuéntame por qué no comías anda.
-Ah, bueno... Sin más -.
-Draco...- Harry puso su mano sobre la mía- ¿Tiene que ver con tu padre, no es así?
-Sí- fue lo único que pude decir.
-Ahora todo el instituto somos del mismo bando, nada malo te puede pasar- me aseguró acariciando mi hombro
-Gracias, y ahora, ve al gran comedor. Es la hora de la comida- le sugerí mirando el reloj.
-No quiero que vayas solo- murmuró frunciendo el ceño.
-Y no lo irá Potter, estate tranquilo- anunció detrás suya Pansy Parkinson-Muchas gracias por cuidar de Draco.
Tras decir esto, Blaise, Theodore, Astoria y Pansy se lanzaron a mis brazos, llenándome de besos.

Cuando alcancé a sentarme en el comedor, pude ver como Lupin y Aberforth me sonreían desde su mesa. Les devolví la sonrisa, y acompañado de todos mis amigos, conseguí ver todo más claro. Dirigí mi mirada a Harry, el cual ya tenía la suya puesta en mí. Noté un pequeño rubor subiendo por mis mejillas, y él debió notarlo, porque sonrió ampliamente y me hizo un gesto para que comenzase a comer.
Pero en ese momento, llegó el correo.
Las palomas mensajeras sobrevolaron a todos los alumnos mientras soltaban el periódico y otras cartas personales.

El profeta 20/2/1998

LUCIUS MALFOY ASEGURA SER EL LEGADO DE VOLDEMORT
El mortífago, ahora en paradero desconocido, busca a los antiguos seguidores del señor oscuro para "honrar su nombre" y cumplir su voluntad.

Según fuentes oficiales, el ministerio ha encontrado varias cartas escritas por él en las que asegura que en los próximos días podría reactivar las marcas tenebrosas para, en las próximas semanas comenzar las reuniones.
Los principales blancos que tiene en mente son Harry Potter, y su propio hijo, Draco Malfoy.

El ministerio proclama el estado de alerta roja, y recomienda permanecer en lugares cerrados. Además de esto, promete proteger a Harry Potter bajo cualquier circunstancia.

Del usual ensordecedor ruido que envolvía la sala, solo quedo un sepulcral silencio.
Todas las miradas se posaron en Potter y en mí.
Comencé a hiperventilar, aquello debía ser una pesadilla, mis manos empezaron a sudar y mi vista se nubló a la vez que mis músculos se tensaron. Pansy me dió la mano:
-Dray, todo va a estar bien- me dijo dulcemente.
-No, nada de esto está bien- contesté mientras salía andando con ligereza hacia mi sala común.
Y por primera vez, quise estar solo realmente.
Corrí sin mirar atrás por los oscuros pasillos, y en cuanto llegué me tiré al suelo llorando desconsoladamente. Por desgracia, Potter llegó y se acercó a mí. La rabia que tenía acumulada salió, a pesar de que intenté guardarla.
-¡Fuera Potter, no te quiero ver, ni a ti ni a nadie!-.
A pesar de esto, me pusó sus manos sobre mis mejillas. Traté de resistirme. Se puso frente a mí y trató de calmarme.
-Draco, ey... Todo va a estar bien, confía en mí. No te preocupes-.
No le hice caso, comencé a oponer resistencia... Le empecé a empujar lentamente, luego bruscamente, pero no había manera. Le pegué puñetazos con ambas manos, pero los esquivaba. Hasta que en un momento, llevado por la desesperación, le apunté con la varita, y el forcejeo paró.
Mi varita brillaba con fuerza.

-Draco, no te atreverías... Baja la varita- me susurró mientras hacía gestos de calma con las manos.
-¿Quién sabe Potter? Mi padre es un asesino, y con orgullo- dije con una sonrisa irónica.
-Me la suda quien sea tu padre, solo sé que tu no eres él, ni te lo pareces- respondió aún sentado sobre mí con las manos alrededor de mis muñecas.

No podía hacerlo. Lo entendí ahí, yo no odiaba a Harry Potter, y jamás podría hacerlo. Solo quería poder estar a su lado, y no de manera amistosa. Quería a Harry, lo quería de una manera en la que no quieren los amigos.

Solté la varita.
-Harry... Te juro que yo no habría...- tartamudeé llorando del miedo.
-Shh, Draco, sé que no eres capaz,- trató de reconfortarme.
Abrí los ojos, Harry estaba a un centímetro de mí, nuestras narices chocaban. Y entonces lo ví, ví sus gafas rotas en una esquina de la habitación, y ví su cara de miedo.

El también tiene miedo...

Me tapé la boca, no soportaba saber que yo le había hecho daño. Harry se dió cuenta hacia donde miraba y soltó mis muñecas para acariciar mis mejillas.
-Ey, está bien, no pasa nada. No me has hecho daño. Venga, solo dejame que pasemos esto juntos-.
Alcé la vista hacia su mirada, pero la suya no apuntaba a mis ojos... sino a mis labios. Observé sus mejillas ruborizadas, y entonces me dí cuenta de que tenía a Harry Potter ruborizado sobre mí mirando mis labios.
-Ahm...Draco...- comenzó a decir este tímidamente.

Pero no le deje decir nada más, porque lo acerqué hacia mí y puse mis labios sobre los suyos, envolviéndolo en un cálido beso. Harry siguió el beso lentamente, pero enseguida se detuvo. Este dió un respingo y se separó.
-Te-tenemos que ir con McGonagall y Dumbledore, quieren hablar con nosotros...- dijo preocupado por mi reacción mientras se levantaba.

Nos pusimos en camino, aquella iba a ser una charla intensa.

Tú {𝙙𝙧𝙖𝙧𝙧𝙮}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora