capítulo 12. amor

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{Draco's Pov}

-¡Draco vamos! Joder llegamos diez minutos tarde.

Era ya la novena queja de Pansy. Pero me daba igual, debía estar impecable para la fiesta, Potter estaría allí. No podía verme con ese pelo. De ninguna manera. Seguí aplicándole gomina, hasta que el remolino por fin bajó.

-Ya podemos irnos- anuncié terminando de pintar mis labios de rojo.

-Marchemos entonces, Joker.

-Como desees, Harley Quinn.

Atravesamos la sala común de Slytherin, bajo la atenta mirada del resto de los alumnos, que clavaban sus ojos en nosotros con una mezcla de admiración y envidia. Aquella sensación me llenaba de satisfacción, era genial. Por eso, ralenticé el paso, dándole un toque a Parkinson:

-Eh, no vayas con tanta prisa. Disfruta, somos el centro de atención.

Caminamos hasta el comedor, donde la temática de Halloween decoraba cada rincón. Una tenue y tenebrosa luz iluminaba toda la sala, y de las lamparas y paredes colgaban telarañas y arañas negras. Sobre la mesa, habían miles de aperitivos distintos: ponche, sopa de calabaza, dulces, galletas con forma de fantasma.

Aquella tradición tan muggle era mas bien graciosa, pues se basaba en la realidad; magos y brujas, fantasmas... Pero nadie se quejaba, al fin y al cabo, ¿Qué grupo de adolescentes rechaza una fiesta, por absurdo que sea su motivo? Ninguno cuerdo, desde luego.

Pese a ese ambiente fiestero, no había una gota de alcohol, orden de Dumbledore. Los jóvenes debían conformarse con naranjada y zumo. Bueno, eso hasta quinto año, porque los alumnos de sexto hacia arriba tenían la completa libertad de salir a Hogsmeade, donde se iba a celebrar una noche de discoteca. Alcohol, drogas, sexo, fiesta... Aquello olía a gloria.

La gente iba disfrazada con trajes bastante originales, como Neville; que iba de planta carnívora de Mario Bros, o Fred y George; que estaban disfrazados de los propios hermanos Luigi y Mario.

Todos miraban el reloj de reojo, esperando a la medianoche, para salir del castillo de una vez. Pero yo no miraba hacia allí. Yo me dedicaba a buscar a Potter con la mirada, deseando arrastrarlo hacia mi habitación.
Sin embargo, no lo encontraba.
Llegó Blaise, y Astoria. Todos se sentaron a la mesa. Cenamos casi atragantándonos, con el eterno sentimiento de nerviosismo, divagando sobre cómo sería la noche.

Sonó el timbre, era la hora. Una avalancha de alumnos inundó los pasillos del castillo, a la vez que las puertas se abrían, dándole la bienvenida al gélido viento.

Subí mi bufanda, aquel frío cortaba mis mejillas, tornándolas rosas. Pansy pasó su brazo y se arrimó hacia mí, muerta del frío, Astoria hizo lo mismo.

-Dray, qué frio hace- me susurró-¿No quieres que te dé un poco de calor?

Parkinson escuchó su comentario y pusó una mueca de repugnación.

-Greengrass, cóntrolate- le espetó.
-Ay, querida, relájate.
-¿Que qué...?
-Que te calmes, joder- cambió su tono a uno más áspero.
-Vámonos Pansy- intervino con sutileza Blaise, agarrándola de los hombros.

La morena se alejó entre insultos, desahogando su rabia junto a su amigo.

-Por fin solos... Oh, y con la tontería ya hemos llegado, te invito a una copa, vamos.
-No, gracias... Oye, Astoria... Esto, tengo que hablar contigo sobre algo...
-Oh, pequeño príncipe serpiente, todo a su tiempo, con calma.
-Ahm... Es urgente, más bien.

Astoria rodó los ojos. Sabía de sobra de que quería hablar. Suspiré, rezando para que me lo permitiera.
-¡Draco! ¡Draco!- comencé a escuchar gritos a mi espalda, y unas pisadas continuas, cada vez más cercanas.
-Eh, hola. No te alcanzaba- suspiró sofocado Harry a mi espalda, mientras me daba un beso en la mejilla.
-Oh, os dejo chicos. Pasad buena noche- siseó sonriendo con astucia Astoria.
-Mierda...- murmuré contra mi pecho.
-¿Todo bien, cari?
-No me llames así, no me gusta.
-¿Cómo, cari? Ah... Vale. De todas formas... Vamos a tomar algo antes de ir a la discoteca, ¿No?
-Sí sí, vamos- respondí no muy convencido.

Andamos hasta llegar a un viejo bar, del que entraban y salían constantemente alumnos de Hogwarts. La noche había caído por completo, y la calle se encontraba vagamente iluminada por dos antiguas y polvorientas farolas negras. Las diversas luces de colores que traspasaban las ventanas del lugar rompían por completo el paisaje calmado del pueblo.
Entramos, como buenamente pudimos, pues aquello estaba abarrotado. Tardamos unos minutos en alcanzar la barra, y el sudor (ajeno) comenzaba a pegarse en mi traje, haciéndome resoplar continuamente.
El camarero nos sirvió dos cócteles a cada uno, guiñándonos un ojo.
-Invita la casa.
-Oh, gracias- comentó el moreno riendo.

Todos se lo pasaban tan bien... Qué asco.

Al cabo de media hora, decidimos marchar a la disco, para reencontrarnos con nuestros amigos.

-Oye... Te noto... Distante, seco. ¿Qué pasa, estoy haciendo algo mal? Puedes decírmelo.

Abrí los ojos, y me dí cuenta que realmente no había prestado atención a nada de lo que él había dicho...

-Perdona... No es por tí. Simplemente, llevo un mal día.
-Bueno... Ve con tus amigos y diviértete, ¿Sí? Están esperándote allí- añadió preocupado señalando un trozo de barra lejano.

Marché con la cabeza dando tumbos por la ira que me corrompía y traté de concentrarme en la fiesta, pero era imposible. Para colmo, cuando llevaba dos cubatas con Blaise, un estirón de pelo me arrebató la poca paz que me quedaba.

-Hombre, si es Malfoy- dijo Cedric empujándome.

¿De verdad era un Hufflepuff?

-¿Qué quieres, Diggory?- pregunté harto de todo y todos.
-¿Yo? Hacer lo que muchos deberían haber hecho ya.

Me dió un puñetazo. Sentí el dolor recorrer mi mejilla hasta llegar a la cabeza. De repente, caí al suelo. Un inmenso escocor llegó a mí. Empecé a confundir a Cedric con mi padre, y finalmente, todo se volvió borroso. Una voz me sobresaltó.

-¿Qué coño te pasa tío? Vas a enterarte- era Zabini.

Al lado mía, estaba Harry arrodillado, apretándome contra su pecho. Lo aparté cuidadosamente.

-No, ya no. Hoy no tengo miedo.

Me levanté, tambaleándome, y fui hasta él.
-Oye Diggory, te has olvidado algo- anuncié antes de darle con una botella en la cabeza.

Un silencio recorrió la sala, y Cedric se desplomó, con hilos de sangre bajando de su frente.

-¡Policía, que alguien la llame!

Oh, mierda.

-Corred, mierda, vamos- gritó Harry agarrando a Blaise y Pansy de las muñecas.

Corrimos desenfrenadamente, con el viento desgarrándonos la piel y metiéndose en nuestros huesos.
Me sentí libre en aquel momento, ajeno a cualquier cosa que pudiera molestarme. Le dí la mano a Harry y lo besé breve pero apasionadamente. Era él quien me hacía sentir así, en realidad, y no la adrenalina de la situación. Saltamos una valla y nos escondimos en la linde de un pequeño bosque.

-Perfecto, ¿Dónde estamos?- comenzó a cuestionar Pansy, llevándose las manos a la cabeza.
-Ni idea...
-Habrá que buscar la salida, entonces.
-Draco y Harry por un lado, Pansy y yo por otro- ordenó Zabini- y cuidado con los hombres lobo.

Eyyy!!! Espero que os esté gustando. La verdad es que estoy con gripe y me cuesta escribir el cuádruple pero bueno, aquí estoy <3

Tú {𝙙𝙧𝙖𝙧𝙧𝙮}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora