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—¿Cuándo será el funeral? —pregunta Erick sacando a Chris de sus pensamientos.

—Aún no lo sabemos, ¿Joel te comentó ayer lo de la autopsia?

—No, él trata de mantenerme al margen, dice que quiere cuidarme.

—Es porque te ama, desde la primera vez que te vio, antes de ti pasaba los días quejándose por trabajar acá.

—Eso es lindo.

—Y creo que tú estás muy enamorado de él también, eres más agradable desde que salen juntos.

—¿En serio?

—Sí, Erick, tienes mucha suerte.

—Lo sé —responde en un susurro.

—Te escribo en un rato, iré a casa, podemos ver cuando salir solos tú y yo, me gustaría que seamos amigos.

—Me gustaría también —dice sinceramente.

Chris pone una mano en su hombro y sale con dirección a su apartamento, tiene miedo, mucho más del que ha expresado, pero no puede pedirle a Richard que pase las 24 horas a su lado.

Al entrar camina al televisor y se desparrama en el sillón agarrando el control.

Pasa un par de canales y siente su corazón paralizarse cuando unas manos cubren su boca.

Pero contrario a lo que esperaba recibe un beso en la cabeza.

—Hola bonito.

—¡Mierda, Richard! —grita levantándose— ¡No eres divertido, maldición!

—Pero me diste las llaves en la mañana.

—¡Pudiste matarme de un susto! ¡Te odio!

—Lo siento —dice riendo— llegué hace un momento, y entré al baño.

—¡No me jodas! ¿Y cómo que hace un momento? —pregunta viendo el reloj de la pared— Es tarde, hoy no tenías turno, ¿dónde estabas?

—Uh, entramos en la etapa de las explicaciones.

—Sí, debes dármelas, ya tienes la llave de mi apartamento.

—Mierda, me calientas mucho cuando te pones así.

El moreno se acerca a él y lo besa cogiéndolo por la cintura.

El corazón de Chris se oprime y siente un dolor en el pecho.

Tiene miedo de verdad.

Quiere quedarse ahí junto a él, y no quiere pensar que alguien puede separarlos, le da miedo morir solo porque eso significaría no volver a tocarlo.

Las manos de Richard bajan hasta su trasero y empuja su entrepierna contra él para que sienta su erección.

Caminan a su habitación mientras van quitándose la ropa, dejándola esparcida por todo el lugar.

Apenas llegan, Richard lo carga para empotrarlo contra la pared mientras mueve sus dedos húmedos en su trasero, abriendo su agujero.

—Te quiero, bonito —susurra soltando un suspiro.

—También... ah, te quiero, Rich.

Su pene reemplaza el vacío en su interior apenas saca los dedos, deslizándose lentamente en su interior; se siente caliente y duro, le duele pero nunca antes había sentido tanto placer.

Su cuerpo se resiste al inicio pero luego puede ver como se acostumbra y pide que continúe.

Gime al sentirlo más rápido.

El moreno lo golpea salvajemente contra la pared.

No puede contenerse, es demasiado excitante sentir sus paredes apretándolo con fuerza.

Sus pechos se rozan y ambos se miran a los ojos.

Christopher se abre y sus piernas ceden aún más, el pene de Richard es grande, y necesita darle espacio.

Siente como se rompe su interior pero necesita más, porque le gusta lo rudo que es con él.

Minutos después ambos llegan al orgasmo, y el moreno lo baja con lentitud.

—Mierda —susurra adolorido.

Ni siquiera está seguro de poder mantenerse en pie por sí solo.

Caminan hasta la cama y Richard lo mira divertido.

—¿Qué? —pregunta frunciendo el ceño.

—Eres hermoso.

—Cállate, siento que se me rompiste las caderas.

Richard ríe y pone su rostro en su pecho.

—Ya vas a acostumbrarte, pienso cogerte así muy seguido.

—Eres un idiota, tosco, desaliñado, corriente —continúa diciendo y suspira— y estoy enamorado de ti.

—También estoy enamorado de ti, bonito.

Los dos se miran con una sonrisa pero un ruido brusco en el piso de arriba los alarma, dentro del apartamento del moreno.

Richard se levanta rápidamente, se pone los pantalones y saca su arma, quitándole el seguro.

—Rich —lo llama Chris palideciendo.

—Vas a quedarte aquí hasta que regrese, toma a Haunter y escóndanse, volveré en un minuto.

—No vayas, Rich —dice al borde del llanto.

—No me pasará nada, volveré —lo calma dejando un beso en sus labios y sale.

Sube las escaleras y abre la cerradura apuntando al aire, prende el interruptor, pero no hay nadie.

Suspira agarrando el teléfono que tiene en la puerta y le da al marcado rápido.

—Entro a mi apartamento —dice apenas le contesta— me está buscando, creo que quiere saber qué tenemos, porque destruyó todos los papeles, Bill, y tengo miedo de que le haga algo a Chris.

La mujer perfecta || Joerick-Oreo || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora