Capítulo 9

261 29 1
                                    

Grace no durmió casi nada la noche anterior, los ahora claros recuerdos de aquella noche junto a Eric se repetían constantemente en sus pensamientos. Llevaba más de media hora mirándose en el espejo de su baño y se preguntaba en qué momento él empezó a sentir cosas por ella. "¿Era desde antes? O ¿le empecé a gustar a raíz de esa noche?", pensó. "¿Por qué no dijo nada?"

—Tal vez, porque no nos acostamos—se respondió a sí misma en voz alta, pero de inmediato negó con la cabeza—. Y si lo hubiéramos hecho ¿me lo habría dicho? —volvió a mirarse en el espejo y supo una sola cosa—. Tengo que llamar a Ed —dijo, para luego salir del baño.

Si bien su madre le había aconsejado que actuara por ella misma y que no pida opiniones de terceros cuando se tratara de una situación en donde solo ella tuviera que decidir, Grace en realidad necesitaba hablar con alguien, necesitaba que le ayudaran a poner sus emociones en orden. Nunca había hecho las cosas al cien por ciento sola.

Entró a su dormitorio y sacó su monedero para meterlo en una pequeña cartera. Acomodó el cuello de su casaca y se dispuso a bajar las escaleras.

Su madre, que se encontraba en la cocina, asomó su rostro por la puerta para ver a su hija bajar. Quería notar su comportamiento, quería ver que reflejaba su mirada, porque la noche anterior, apenas escuchó el sonido de la puerta cerrarse, no pasaron ni dos minutos para que su hija ordenara los utensilios y se encerrara en su cuarto.

—¿Grace?

—¿Sí? —se detuvo al bajar el último escalón.

—¿Cómo amaneciste? —estaba un poco nerviosa.

—Bien —respondió indiferente.

—¿Qué sucedió con Eric ayer? Se fue sin despedirse.

—Ah, bueno, recordó que tenía un trabajo urgente —mintió—. Eso es todo. Ya vengo.

—Pero, ¿no vas a tomar desayuno?

—Lo siento, necesito salir de inmediato.

Apenas Grace abandonó la casa, Sarah dejó de pelar las naranjas e intentó analizar la situación. Su hija había sufrido mucho con los problemas de confianza propia, que iniciaron en su niñez y empeoraron cuando su ex-novio le fue infiel. Podía parecer muy alegre, pero nunca se preguntó si en realidad lo era. Era buena aconsejando, pero solía ser indecisa, exigía consejos y opiniones de terceros. No tenía tantos amigos cercanos, solo cuatro, y uno de ellos (el mejor amigo), ya no se encontraba en Inglaterra. Solía dudar de sí misma, pero en la última semana, su autoestima subió considerablemente, empezaba a arreglarse, a usar los lentes y dejar de quejarse por ello, pudo decirle a su madre lo que en verdad pensaba todo este tiempo, pudo decirle en una ocasión: "ya soy grande" y salir por la puerta principal para ir a una fiesta o ver a su amigo, y gran parte de ello puede ser por Eric, pero al parecer duró poco, porque el brillo de Grace empezaba a apagarse de nuevo.

El bus se detuvo en el paradero y Grace bajó por la puerta trasera. Cruzó la pista y fue al centro de llamadas, para alquilar una cabina y hablar al extranjero. Una vez pagado por el tiempo de una hora y media, Grace se encerró y marcó a la casa de Ed en Austria. La punta de su zapato golpeaba una y otra vez el suelo. Se encontraba impaciente, solo quería que su mejor amigo contestara el teléfono de una buena vez.

—¿Hola?

—¡Ed!

—¿Grace?

—¡Hola!

—Ya era hora que regresáramos a las llamadas —rió—. Eso de tener que escribirte a máquina en estos tiempos cansa demasiado. Si puedes, cómprate una computadora, pero ¡ya!

My Father's Eyes «Eric Clapton»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora