XXIV

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—2 años después—

Existen amores que simplemente, son para siempre. Y no necesariamente es la primera persona de la cual te enamoras, a veces llega después, luego de varias relaciones.

A veces ni siquiera es de tu edad, de tu "época". Es como el amor, inexplicable, irracional, sin sentido ni porqués.

Y aunque Mason lo había intentado, con dos personas diferentes durante esos años, no había funcionado. Siempre llegaba a la triste monotonía, en donde por no querer dañar más a su pareja, prefería dejarla.

Ahora, a las puertas de los cuarenta, el abogado lo único que quería era disfrutar de su hija. La pequeña Isabel ya tenía tres añitos y medio, y era una niña muy animada, alegre, traviesa.

—Papi ¿A dónde vamos? —preguntó curiosa, mirando por la ventana del auto.

—Vamos a visitar a los tíos y el primo Santi ¿No querías verlos?

—¡Sí! —chilló parándose en el asiento.

La pequeña amaba visitar a su tíos y primo, ya que el muchacho solía regalarle dinero. Mason sonrió divertido, y continuó con la vista en la carretera.

—Isa, siéntate, sabes que debes ir quieta en el auto.

Luego de varios minutos más, Mason estacionó en el portón de la casa de su hermano, pidiéndole que lo dejara pasar. Al entrar a la propiedad, observó curioso que había una moto estacionada en el jardín.

—Parece que tus tíos están con visitas —le dijo a su hija, quitándole el cinturón de seguridad de su butaca, para liberarla.

Se quitó el suyo, y luego tomó a la niña en brazos, saliendo ambos del auto. Caminó con la niña en brazos hasta la casa, y fueron recibidos por su cuñada, quién tomó a la niña, abrazándola y llenándola de besos.

—Tu papá es un viejo malvado que te lleva lejos de vacaciones, para que no podamos verte.

Sonrió con diversión al escuchar aquello. ¿Le decía viejo a él? Pero si ella era más grande. Caminaron juntos hasta la sala, dónde se encontraba su sobrino hablando con un muchacho de cabello castaño claro, casi rubio.

—Ahora regresó, iré a llevársela a tu hermano. Está en el despacho hablando por teléfono —sonrió llevándose a la niña.

Mason se acercó a saludar a Santino, y cuando vio quién estaba con el muchacho, se quedó estático, desconcertado.

—¡Tío barbón! Llegaste antes —sonrió ampliamente Santino, abrazando por encima de los hombros al muchacho junto a él.

—Sí...

—¿Y esa cara? —sonrió travieso—. Oh sí, que descortés. Tío Mason, quiero presentarte a mi prometido —le dijo tomando de la mano al otro chico, enseñándole su dedo anular izquierdo—. Aaron.

El abogado miró aturdido a ambos muchachos. Sí, sabían que ellos eran muy buenos amigos, que se conocían desde hacía mucho tiempo... Pero jamás pensó que ellos podrían llegar a tener algo.

—Santi, ya —murmuró Aaron, quitándole la mano.

—Felicidades —pronunció en un tono ido.

Santino miró a su tío con diversión, y comenzó a reír a carcajadas. Aaron rodó los ojos, esperando que el rubio le dijera la verdad a Mason.

—S-Sólo bromeaba —rio, al ver el rostro molesto de su tío.

Se puso de pie y le dio unas palmeaditas en el hombro, dejando de reír.

Sugar baby boy (Bunny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora