XX

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Aquella noche había salido a beber, luego de haber pasado varias horas con Aaron, sentía que todo volvería a atrás si no lograba sacárselo de la cabeza.

Había creído que seis meses eran suficientes para olvidarlo. Qué saber todo lo que había hecho, serviría para dejarlo atrás, para continuar con su vida como él.

Pero no había sido así. Aún albergaba sentimientos por el muchacho.

Pidió un último trago, al sentir que ya comenzaba a sentir los efectos del alcohol. No quería terminar ebrio, y tampoco podía conducir así.

—Noche difícil ¿Eh?

Giró su rostro, y con su mirada pesada observó a una hermosa morena, sonriéndole coqueta, mientras tomaba una copa de alguna bebida color rosa.

—Algo así.

—Déjame adivinar ¿Problema con el amor?

—Tal vez.

—Pues que tonta la mujer que te haya lastimado —sonrió meciendo su copa, antes de llevársela a los labios.

—Mujer no, chico... Un chico muy bonito —reconoció mirando hacia la nada.

—¿Chico? ¿E-Eres gay?

—Tal vez, no sé. Quién sabe, ni sé que me gusta o no ya —pronunció con cierta lentitud.

—Bueno, tal vez yo pueda ayudarte averiguarlo —sonrió.

Negó con la cabeza, poniéndose.

—No tengo más sexo casual. Tengo una hija de un año que me necesita, no me voy a pegar sida o algo así.

—¿Insinúas que tengo sida, imbécil? —le inquirió con molestia.

—Quien sabe —le dijo caminando hacia la salida.

No, no volvería a arriesgarse.

🐇🐇🐇

Giró en la cama, y miró la hora en su celular. Eran cerca de las cuatro de la madrugada, y él seguía despierto, sin poder dormir.

Lo tomó y buscó el número de Mason, debatiéndose internamente si llamarlo o no. Era muy temprano, el abogado debía estar durmiendo. Y sería muy atrevido de su parte despertarlo.

Pero es que se sentía tan solo, y necesitaba tanto poder hablar con alguien. Y sabía que sólo Mason podría entenderlo en ese momento, ya que ambos estaban pasando por lo mismo.

Se llevó el celular a la oreja, escuchando el tono de espera. Si no lo atendía luego del tercer tono, cortaría la llamada y lo dejaría dormir.

"—Hola."

—Hola Sam —pronunció bajo, con una suave sonrisa, emocionado—. ¿Dormías?

"—Algo así ¿Qué pasa?"

—Nada, sólo... Tenía ganas de hablar con alguien ¿Te molesto?

"—... No. ¿Has estado bien? ¿Te ha dolido algo."

—Estoy bien, sólo me duele un poco dónde me dieron la inyección —rio bajo.

"—Sí, duele bastante."

—¿Sabes qué me gustaría comer ahora? Una enorme hamburguesa con mucho, mucho queso. Se me hace agua a la boca de sólo imaginarlo.

"—Suena rico ¿Cenaste?"

—No, no tenía ánimos ni apetito hoy. Pero ahora sí.

"—Te entiendo, yo estaba igual —bostezó."

—¿Tienes mucho sueño? Fue muy atrevido llamarte a ésta hora.

"—No te preocupes, estoy bien. Pero creo que mejor seguimos hablando en otro momento."

—Sí, descansa Sam.

Cortó la llamada y se acurrucó en la cama, abrazando su almohada. En verdad quería seguir hablando con Mason, pero entendía que el abogado no quisiera.

Ellos ya no era nada. Ni siquiera amigos.

🐇🐇🐇

Bostezó mientras conducía, mirando la carretera con cansancio. Sí, había sido una pésima idea salir a las casi cinco de la madrugada y conducir, luego de sólo haber dormido dos horas, y estar bebiendo.

Estacionó frente a la casa de él, y se bajó del auto, tomando una bolsa de papel que estaba en el asiento de al lado. Pero entonces lo pensó por unos segundos, y volvió nuevamente al auto.

Dejó la bolsa allí, y tomó su celular, marcando el número de Aaron.

"—¡Sam! Qué sorpresa que me llames tú ¿Qué pasa?"

—¿Puedes salir de tu casa por un momento?

"—Sí ¿Por qué?"

—Cuando te asomes por la ventana lo sabrás.

Unos minutos después, observó cómo la ventana de la habitación se abría. Y el muchacho no lo dudó ni un segundo. Salió por la ventana, y corrió en puntas de pies hasta el portón de la casa.

Lo abrió, y salió al encuentro con Mason, sonriendo al verlo.

—¿Qué haces aquí?

—¿Qué haces tú saliendo en pijama? Te enfermarás.

—Creí que querías verme, que por eso habías venido —le dijo confundido.

Mason tomó la bolsa de papel, y se la entregó a él.

—Es para ti, estaba de pasada y creí que te gustaría. Me dijiste que tenías hambre.

Tomó la bolsa, y lo miró sonriendo, mordiéndose el labio inferior. Era muy malo mintiendo. ¿De pasada? Sí le había dicho que estaba durmiendo cuando lo había llamado.

—Gracias, Sam ¿Tú ya comiste?

—No tengo hambre.

—¿Seguro? Puedo darte la mitad.

—Estoy bien, gracias. Y será mejor que vuelvas a tu casa, hace mucho frío aquí afuera.

—Estoy bien, y si no tienes nada que hacer, me gustaría hablar un poco contigo —sonrió sentándose en el suelo, para abrir la bolsa.

—Aaron, ven aquí —le dijo abriendo la puerta del auto, la trasera.

Y el joven castaño no se haría de rogar. Subió al auto, sonriendo, mientras sacaba una cajita blanca. Al abrirla, observó que había una hamburguesa y una porción de papas.

Le dio un gran mordisco a la hamburguesa, cerrando los ojos y disfrutando su sabor.

—Gracias Sam, quería mucho esto.

—De nada —sonrió levemente, encendiendo la calefacción y cerrando la ventanilla de su lado.

—¿Cómo se porta tu bebé? —le preguntó tomando una papa.

—Bien, es una niña preciosa, muy tranquila. Recién comenzamos a conocernos, pero se está adaptando muy bien.

—Que bueno, Sam —sonrió.

Mason cerró los ojos por un momento, y no supo en que momento se quedó dormido. Quizás el auto calentito, y su asiento que parecía el más cómodo del mundo en ese momento, fueron suficientes para ceder al sueño.

Aaron al ver que Mason no le contestaba, luego de estar hablándole por varios minutos, se inclinó hacia los asientos de adelante, comprobando que el abogado se había dormido.

Sonrió con ternura, y con cuidado pasó hacia el asiento delantero, observando el volante y luego los controles, para cerrar las puertas con traba.

Le tocó suavemente el hombro, y al ver que ni se inmutaba, depositó un suave beso en su mejilla, acostándose en el asiento de al lado, mirando a Mason dormir.

Si tan sólo no hubiese sido tan estúpido, jamás se hubiera alejado ese hermoso hombre.

...

Sugar baby boy (Bunny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora