Las letras huyen de mis manos como ciervas asustadizas cada vez que intento darles una forma y un sentido, un propósito y una imagen. No he logrado construir el paisaje en los cimientos del papel, ni pintar la casa en el lienzo de la tierra; soy incapaz de usar la tinta que transita dentro mío, está marchita, como si se le privara la luz a una rosa. El horizonte se aleja más y más, se vuelve invisible, turbio y siniestro como las aguas más profundas y pesadas. Los soles sonrientes están perdiendo el brillo, su luz ya no me alcanza, la bestia se desata y la pereza me consume. El tiempo no deja de marcar las horas y los segundos, me estoy haciendo viejo y las palabras se me escapan, la tinta ya no pinta y la hoja es delicada, mi pluma ardió en llamas y mis ideas no son claras, mi imaginación olvidó cómo se vuela y mi inspiración se perdió en lo más profundo de un abismo. La creatividad ya no crea y la fantasía dejó de ser lo que era, el mundo sigue girando con todos en el saco y yo aún no me ubico. En el cielo opaco de tristeza las estrellas ya no me cuidan, porque en mi frente algo dejó de brillar, ahora es una luz tenue al borde la muerte. Arma una silueta juntando todos los astros y dile que me rescate de este fatídico fracaso.
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Inquietudes de un adolescente
PoetryY todo aquél que su tiempo desee perder, bienvenido será a la materialización de mis inquietudes y ocurrencias. ~ Jason Miranda.