Todos los días, sin importar la hora, intento unir mis mundos con el mundo real, aquel que puedo tantear con las manos y los pies. Sentado en el escritorio, o el suelo, o entre las almohadas de mi cama, allí estaré frente a los píxeles del monitor o las líneas azules de mi cuaderno en un estado mental estático y volátil, atorándome con las historias que desean ser contadas. Como corrientes de agua fluyen desde donde nace el río de las ideas y la consciencia, la moral y el instinto; y terminan en la cascada de las yemas de mis dedos, para caer y empapar las teclas de mi laptop o las hojas de mi cuaderno. Si tan solo el flujo de historias llegase entero, podría salir de este agujero de una vez por todas. Pero se atoran en algún rincón de mis venas, como coágulos de sangre; se desvían a quién sabe dónde y se pierden dentro de mí. Y allí termino, corrigiendo mis errores y borrando párrafo tras párrafo, sin alcanzar la conclusión de mi camino, los caminos que recorren mis personajes y el sendero que atraviesan mis novelas nutriéndose de argumentos inventados por las locuras de mi cabeza, la misma que me traiciona y me inyecta sobredosis de pereza, y me lanza en abismos de bloqueos, y me sumerge en vacíos y huecos que aplanan las personalidades de mis hijos y dejan sin sabor las historias que escribo. Ojalá algún día deje de mendigar las vaguedades y mentiras de la inspiración, y logre inmortalizar mi creación en lo más profundo de sus almas.
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Inquietudes de un adolescente
PoetryY todo aquél que su tiempo desee perder, bienvenido será a la materialización de mis inquietudes y ocurrencias. ~ Jason Miranda.