Paloma

15 3 0
                                    

Quieta en seca calma una pluma sobre un escritorio descansaba,
privada de amor y cariño una lágrima de su blanca mejilla bajaba.

Sierva de un señor que ser amo grande le queda, pues le vence uno de los siete grandes pecados.
Tallado de vastos pensamientos y forjado de curiosas palabras, muerto en vida su amo amado.

Volar ansía la pluma, contemplando triste aquel cielo en soledad, aquel soleado cielo.
Las nubes surcaba antes, blanca pluma una vez de paloma pura, ahora encadenada a duro hielo.

Sucias e indignas manos, en paz dejen a la péndula, que ahora duerme en incómodos dolores.
Roja tinta, vino de hierro, elixir carmesí... El amo débil, agonizante el papel, sin ritmo el corazón, la pálida pluma y llorando los colores.

Blanca la mente, blanca la hoja.
Vacías las palabras, vacía el alma.
Insípida la inspiración, insípido el verso.
Muerto el amo, muerta la sierva.

«Aquí yacen pluma y papiro, quienes en vida su primer beso jamás dieron».

Inquietudes de un adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora