Las cálidas luciérnagas del inmenso campo se están apagando, las corrientes de un aire fúnebre ahora reinan los rojizos montes de mi corazón, y el cielo oscuro, falto de un amoroso sol, se está convirtiendo en un pedazo de hielo sólido y solitario. Así, las capas de nieve en mi interior se vuelven más densas, los copos de nieve son los nuevos rayos de sol, el beso del muerto es el nuevo beso del aura candente de un amor que no llega porque no nace y no se halla en este mundo. Las flores primaverales están tan marchitas, que nada más echarles un vistazo y se desvanecen en un helado y vil suspiro, pidiendo perdón por no resistir la tempestuosa temporada de desolación. Ahora me encuentro tiritando de frío en el infierno infernal, con los labios caídos derritiéndose al calor del invierno invernal, la esperanza congelada a medio camino del camino de flores de polvo, la ilusión explotada de vanas fantasías en el polvoriento gris de la pólvora, los pies helados y hartos de un abrigo que no abriga, deseando con todo deseo que sean cubiertos por la manta tibia y veraniega de un amor que no llega porque no nace y no se halla en este mundo, plagado de un invierno infernal, que no quiere acabar por mero capricho del maldito destino, no sino hasta que me cubra en una bola de nieve pura y me haga caer desde lo más alto de una desolada y blanca montaña hasta dar contra un robusto y plateado árbol solitario y me mate y muera yo en una muerte aislada de las manos tibias de una doncella tan ardiente como las estrellas, y tan irreal, que con un solo beso, acabe con este eterno infierno invernal.
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Inquietudes de un adolescente
PoetryY todo aquél que su tiempo desee perder, bienvenido será a la materialización de mis inquietudes y ocurrencias. ~ Jason Miranda.