Me apresuré a vestirme mientras él continuaba tocando el timbre con insistencia y yo seguía maldiciendo con cada timbrazo. Ese hombre me iba a dejar calva.
Rápidamente me deshice de la bata y de la toalla, arreglé un poco mi cabello pasando los dedos a modo de peine y abrí la puerta.
ㅡSupongo que debí avisar que veníaㅡ susurró mientras pasaba al interior de mi casa.
ㅡCreo que es cuestión de la pésima sincronía, tal vez no estamos destinados a tener dignas coincidenciasㅡ cerré la puerta y solté el aire que ignoraba que había estado conteniendo.
ㅡ¿Quieres que de una vez saque las bolsas de mi auto?, esas prendas me causaron un pequeño inconveniente con uno de los choferes de la empresaㅡse sentó cómodamente en una de las sillas de mi comedorㅡ. El chico estacionó mi auto y por accidente abrió la cajuela, ahí estaban las secretarias a punto de abordar la camioneta de una de ellas y vieron toda la ropa de mujer que llevaba dentro.
ㅡMe pregunto si pensaron en el travestismo o en una amanteㅡ él soltó una carcajada que resonó en todo mi departamento.
ㅡEspero que sea la segunda opción, no quiero que piensen que tengo algunos gustos...diferentes.
Matthew seguía observando el espacio vacío que existía en la sala, había una mesa de centro y un pequeño mueble que servía de base para la pantalla que me había regalado mi padre, lo único que desencajaba ahí era la inexistencia de mi antiguo sillón.
ㅡ¿Le pasó algo a tu sala?, se ve muy extrañaㅡ indagó mientras intentaba averiguar qué era lo raro ahí.
ㅡLe pasó que un borracho le vomitó encimaㅡrecriminé furiosaㅡ, lo saqué para no dormir con el aroma dentro de la casa y alguien que lo necesitaba lo robó sin tentarse el corazón.
ㅡPor la forma en que lo dices creo que fui yo ¿o estoy equivocado?
ㅡNo, estás en lo correcto.
Se hizo un silencio incómodo y muy largo que no invitaba a ser disuelto porque ya se habían utilizado todos los temas posibles para mantener viva la conversación.
ㅡ Será mejor que vaya por tu ropaㅡmi jefe se puso de pie y salió para cargar las bolsas.
En otras circunstancias lo ayudaría a cargar las cosas, pero en ese instante estaba segura de que mi jefe me regañaría por salir en la noche a ayudarle con una labor que él era completamente capaz de hacer.
Estuvo entrando y saliendo con las bolsas hasta que terminó de sacar todas de la cajuela de su auto.
ㅡMuchas gracias señor Breeger, le prometo que no volveré a presentarme en la oficina con la otra prenda, por lo menos intentaré no verme en la necesidad de volver a utilizarlaㅡle juré intentando parecer convencida de que ya no me volvería a suceder algo como lo de esta mañana.
ㅡ También yo espero que no sucedaㅡacto seguido se despidió de mi para poder ir a su auto.
Aquella despedida representó un gran problema porque nuestra relación no era tan cercana como para darle un beso en la mejilla a mi jefe, pero sería muy serio si sólo le daba la mano. Mi opción para el momento fue esperar a que él hiciera el primer movimiento.
Matthew Breeger se acercó para depositar un beso en mi mejilla y yo giré levemente para darle un poco de espacio, sin embargo resultó que él se movió hacia el otro lado al mismo tiempo y terminó besando la comisura de mis labios.
ㅡLo lamento, creo que nuevamente se trata de nuestra mala sincroníaㅡse disculpó y salió rápidamente de mi departamento.
Me quedé parada en la sala en medio de todas las bolsas con ropa que se habían quedado en el suelo porque no tenía otro espacio un poco más amplio como para acomodarlas.
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¡Renuncio! a mi trabajo y a ti
ChickLitCuando Sarahí Grant cumplió los primeros tres años como asistente ejecutiva pensó en renunciar a su empresa, sin embargo el nuevo director no estaba de acuerdo en deshacerse de una persona tan servil y práctica como lo era ella. Una carta de renunci...