Oferta inesperada

14.6K 760 16
                                    

Sus labios eran suaves y sus manos gentiles. Realmente no había ningún movimiento más por parte de ambos; solamente sus labios se posaban sobre los míos de una forma bastante casta, más de lo que realmente yo esperaba.

Ambos nos separamos sin mediar palabras, yo estaba tan agitada con ese pequeño gesto que me avergonzaba de mí misma. Técnicamente había sido lo mismo con Alberto, pero con Matt se sentía diferente.

ㅡCreo...que...debería irmeㅡ susurró confundido.

ㅡDe eso nada. Te presentas en mi casa, me besas, ¿y simplemente te marchas?, yo no necesito mucho tiempo para descifrar qué es lo que acaba de pasar, ni soy una niña como para sentirme rebasada por un beso tan infantilㅡrecriminé mientras sacaba valor de algún sitio que hasta el momento me era desconocido.

Estaba mintiendo.

Aquel beso me había rebasado terriblemente, y no tenía ni la menor idea de qué iba a hacer a continuación, pero si uno de los dos había decidido dar el paso creo que por lo menos debería permitirle seguir avanzando, a menos que él quisiera dar marcha atrás.

El señor Breeger entró por completo a mi departamento y cerró la puerta, se encontraba tan confundido como yo.

ㅡ Sarahí...señorita Grant, la verdad lamento mucho…

ㅡEso no es ciertoㅡle interrumpí, no quería que pensara que aquel gesto me había desagradadoㅡ, ambos sabemos que querías hacerlo.

ㅡNi yo mismo sé si de verdad quería hacerlo Sarahí, necesito pensar un poco antes de volver a hablar al respecto.

En ese momento, quizás y el menos oportuno, recordé el pisacorbatas que había comprado en el centro comercial y fui rápidamente por él.

ㅡEspera un segundo, por favorㅡle solicité a mi jefe para no desesperarlo después del brusco cambio de tema.

Aquella elegante caja se había quedado dentro del bolso que seleccioné para ir a esa reunión aquel día, es por eso que inmediatamente busqué la bolsa para poder entregarle su regalo.

Cuando por fin encontré la bolsa me di cuenta de que Matt ya no estaba en mi departamento, en algún punto de mi búsqueda se había escapado y eso me comenzaba a molestar. Me irritaba que no tuviera el valor suficiente de encarar la situación por la que estábamos pasando.

Tomé la caja y la dejé sobre mi buró para que no se me olvidara llevarla al trabajo mañana para tener un pretexto para ver a mi jefe. No estaba dispuesta a dejarlo pasar ahora que me había dicho que realmente sentía algo por mi sin importar que fuera como empleada o como una mujer en su vida.

Finalmente me puse una de mis pijamas y me metí entre las sábanas de mi cama para poder descansar, necesitaba recuperar mi energía para poder enfrentar al señor Breeger.

Desgraciadamente mi plan no había salido como lo esperaba, Matthew Breeger me había estado evitando durante toda la mañana inventando reuniones inexistentes, e incluso había cerrado su oficina para evitar que pasara.

Honestamente no tenía sentido que yo siguiera ahí, no había recibido ningún correo pidiendo que realizara algún trabajo, y él parecía obsesionado con contestar su teléfono para que yo no tuviera la oportunidad de tomar sus llamadas; mi presencia en éste trabajo era innecesaria.

Estuve una hora más buscando un nuevo trabajo para presentar una entrevista y ver si tal vez podía obtener un nuevo puesto en alguna otra organización. El problema recaía en que a veces estaba más capacitada de lo que la empresa necesitaba.

Fue en una organización dedicada a la publicidad donde aceptaron mi currículum y me mandaron un correo diciendo que ellos me llamarían para que me presentara a una entrevista.

¡Renuncio! a mi trabajo y a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora